Entre plata y religión: la tradición minera de Oruro

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Entre plata y religión: la tradición minera de Oruro

Cada año, durante la celebración del Carnaval de Oruro, miles de turistas y decenas de conjuntos folkóricos suben el cerro de San Miguel para llegar al Santuario del Socavón y venerar a la Virgen de la Candelaria, una deidad católica rodeada de...

El cerro San Miguel y el Santuario del Socavón en un día de fiesta.

Cada año, durante la celebración del Carnaval de Oruro, miles de turistas y decenas de conjuntos folkóricos suben el cerro de San Miguel para llegar al Santuario del Socavón y venerar a la Virgen de la Candelaria, una deidad católica rodeada de leyendas mineras conocida en Oruro como Virgen del Socavón.


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Esta ciudad boliviana tiene una larga tradición de minería, que desde hace siglos ha estado íntimamente relacionada con la religión católica. San Felipe, San José, San Cristóbal, La Tetilla, La Colorada y San Miguel —también conocido como Pie de Gallo—son los nombres de algunos de los cerros que la rodean.

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Un paraje en la mina San Miguel.

Aunque algunos historiadores señalan que en el momento en que llegaron los españoles encontraron una región ideal para extraer minerales, Mauricio Cazorla, director de la revista Historias de Oruro afirma que la minería existía en la región desde antes la colonización. De acuerdo con sus estudios, los urus —considerados los primeros habitantes de Oruro— explotaban la plata a rajo abierto; sus vestigios aún se pueden ver en los cerros que rodean la ciudad.

La explotación de la plata existente en las minas de la región motivó a los españoles a pensar en la fundación de Oruro, el 1 de noviembre de 1606, a través de una petición realizada a la capital del Virreinato para ser beneficiados con la "mita", un sistema de trabajo en la mina. Sin embargo, a pesar de la fuerte explotación minera en el siglo 17 y 18, no lograron mejorar la condiciones de vida en la Villa de San Felipe de Austria —como solía conocerse lo que hoy es Oruro—, como sí ocurrió en otras ciudades mineras.

La mina Itos. En el siglo 19, las actividades mineras se movieron a Itos, un centro minero ubicado al oeste de la urbe orureña.

Posteriormente, tras la revolución del 10 de Febrero de 1781, vino una crisis social que obligó a muchos empresarios mineros a irse de la ciudad, abandonando las minas, muchas de ellas inundadas.


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No fue hasta el siglo 20, bajo la administración de la Corporación Minera de Bolivia, que la mina de San José recuperó su grandeza y se convirtió en uno de los más importantes del país.

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Mina San José, hoy explotado por cooperativas mineras.

Hoy, la mina se encuentra en manos de una decena de grupos mineros organizados en cooperativas que explotan complejos de plomo, plata y estaño. Las otras minas abandonadas y en especial el socavón de San Miguel —en cuyos socavones perecen alrededor de 200 mineros sepultados por el derrumbe de una de sus galerías en 1799— se han convertido en atractivos turísticos.

La capilla construida en el mina San José.

Debido a los peligros que implicaba trabajar no solo en San Miguel, sino en las minas de Oruro, en la mayoría de ellas los turistas pueden encontrar pequeñas capillas en las que los mineros rezaban antes de descender en la montaña.

El "tío" de la mina, en el socavón de San Miguel que hoy es un atractivo turístico.

La tradición minera de Oruro está presente en su forma de vida así como en el carnaval que alberga la ciudad, específicamente en bailes como la Diablada y la Morenada. Sin embargo, es el cerro de San Miguel que año con año ve desfilar a miles de personas en procesión para celebrar el carnaval y visitar a la Virgen del Socavón.