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Identidad

Por qué la "modernidad" del Papa Francisco es la mayor estafa de los últimos años

Detrás de todos sus movimientos de animador y de su cuidada imagen pública, este papado no es nada más que la encarnación de toda la ambigüedad seductora del catolicismo.

Foto vía Wikimedia Commons.

Es innegable: el Papa Bergoglio es capaz de seducir en menos de cinco segundos al anticlerical más rabioso. Será porque cualquiera puede empatizar más con él que con el Papa Ratzinger, pero el caso es que la figura de Bergoglio, construida en base a un perfil carismático y poco molesto ha sido aclamada inmediatamente por todo el mundo como la portadora del cambio.

En su entrevista más famosa publicada en septiembre de 2013 en la revista Civiltà Cattolica, Bergoglio evocó la imagen de la Iglesia como un "hospital de campaña" y predicó la misericordia para los gays y los divorciados e invocó la necesidad de reformas urgentes, siendo la primera de todas "la actitud".

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Efectivamente estas declaraciones eran un hecho sin precedentes en la historia del clero y le hicieron ganar al Papa un puesto central en los medios de comunicación de todo el mundo, así como el apoyo de políticos, intelectuales, personalidades del mundo del entretenimiento y laicos, debatiendo con los gobiernos del mundo problemáticas que hasta entonces la Iglesia ni siquiera había contemplado. Seguramente el momento cumbre de esta tendencia tuvo lugar cuando la revista Time lo eligió como personaje del año ya que —parafraseando a Gibbs— "en menos de un año […] ha hecho una cosa extraordinaria: no sólo ha cambiado la letra, también ha cambiado la música".

No hace falta decir que esto fue un duro golpe para todos aquellos que, como quien ahora escribe, considere que las religiones son una creación humana fruto de una gran laguna intelectual y cultural. Pero más allá de las creencias —o no— espirituales, es legítimo preguntarse si este Papa representa un cambio real respecto a los gravísimos escándalos —sexuales, económicos y políticos— en los que se ha movido el Vaticano durante los últimos años. O si por el contrario, detrás de todos sus movimientos de animador y de su cuidada imagen pública, este papado no es nada más que la encarnación de toda la ambigüedad seductora del catolicismo.

Estas contradicciones, las zonas grises y sus actitudes esquizofrénicas y peloteras, han aumentado particularmente durante los últimos meses en una escalada dictada por la apretada agenda del pontífice: desde su gira estadunidense al pressing a la política italiana e internacional por el Sínodo de la Familia y de ahí a sus corruptelas para conseguir el Jubileo Extraordinario que tanto quiere Bergoglio. Pero miremos de cerca algunas de estas últimas contradicciones para ver hasta donde llega la estafa del Papa Francisco.

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AMÉRICA Y EL COMUNISMO

En el último año, Francisco visitó intensamente las Américas y los medios del mundo entero hicieron eco de sus proclamas "revolucionarias". El pasado 23 de septiembre en el parlamento de Estados Unidos declaró: "nosotros, el pueblo de este continente, no tenemos miedo de los extranjeros, porque muchos de nosotros fuimos una vez los extraños". Cierto.

Lástima que ni siquiera una semana después de estas declaraciones que conmovieron a todos los entusiastas de Bergoglio, y obligaron a todos los jefes de Estado a fingir durante unas horas que estaban reconsiderando el problema de la inmigración, el Papa Bergoglio canonizó al misionero español Junípero Serra que llevó a cabo un verdadero genocidio humano y cultural entre los nativos humanos de California desde 1769, convirtiéndolos de manera forzosa, vistiéndolos con sus uniformes azules y utilizándolos para anular su identidad cultural.

En el pasado julio, en Bolivia, Bergoglio arremetió contra el capitalismo, definiendo el dinero como un "excremento del diablo." Cosas como esta hacen que en varias ocasiones se haya definido al Papa Bergoglio como un franciscano de izquierdas, cercano a los pobres, lo que constituye una de las mayores operaciones de camuflaje llevadas a cabo por el pontífice.

Durante su visita a Bolivia, en uno de los muchos intercambios de regalos entre los gobernantes, Francisco recibió de la mano del primer ministro Evo Morales un extraño crucifijo en forma de hoz y martillo detrás del cual había una historia truculenta. El horror en los ojos del Papa ha marcado uno de los puntos más cómicos de su carrera, pero a pesar de ello sirvió para encumbrar aún más al Papa quien se vinculó a través del regalo, a la figura de Luis Espinal Camps, un misionero jesuita e intelectual que ideó en Bolivia el crucifijo marxista, donde fue asesinado en 1980 por los escuadrones de la muerte del exdictador Luis García Meza Tejada.

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Mientras que en los medios de comunicación venden una historia en la que Bergoglio está totalmente a favor de políticas aperturistas en la Iglesia —tanto en lo cultural como en lo político— como por ejemplo la reciente reunión con Fidel Castro, las acciones políticas del papa muestran una realidad muy diferente. Sin salir de América del Sur, en Chile han criticado mucho al Papa por haber defendido ante los periodistas la designación del chileno Juan Barros Madrid como obispo de Osorno. Los acusadores no critican tanto que Barros Madrid fuese el monseñor que realizó el funeral privado del dictador chileno Augusto Pinochet, sino su encubrimiento de las actividades pederastas de su amigo y también sacerdote Fernando Karadima.


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No obstante muchos chilenos fieles decidieron llevarle la pregunta al Papa Bergoglio a través de una representación de una veintena de parlamentarios, quien respondió a los periodistas diciendo que la Iglesia "ha perdido su libertad, la gente se ha dejado llenar la cabeza por los políticos y ha acusado al obispo sin tener ninguna prueba" y "pensad con la cabeza, no os dejéis engañar y no os guiéis por la nariz, han sido los izquierdistas quienes se han inventado esto". Por otro lado Bergoglio se ha caracterizado desde su toma de posición por mitificar la figura de Carol Wojtyla, el Papa más ferozmente anticomunista de la historia y cuyo trágico legado irá siempre relacionado con su oposición al uso de los preservativos en el momento de mayor virulencia de la pandemia del SIDA.

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EL CASO DAVIS: MATRIMONIO GAY Y GÉNERO

El caso de Davis es otro de los puntos importantes para entender esta esquizofrenia. Kim Davis es una cincuentona funcionaria del Condado de Rowan en Kentucky que terminó en la cárcel en septiembre pasado por negarse a aplicar la ley que aprobaba los matrimonios entre miembros del mismo sexo después del fallo histórico del Tribunal Supremo estadunidense. Davis rechazaba la orden de la corte suprema y se negaba a dar la licencia de matrimonio repitiendo como un disco rayado que sus acciones respondían a única "autoridad divina".

Kim Davis.

Si el caso se hubiese acabado aquí nos hubiésemos olvidado de inmediato, conformándonos con ver a la funcionaria como una de los muchos paletos que pueblan el llamado Cinturón de la Biblia de los Estados Unidos. Pero bastó la visita pastoral de Bergoglio a los Estados Unidos para dar lugar de nuevo a esta triste historia, ya que en una reunión privada de la embajada del Vaticano en Washington, el Papa se reunió con un par de personas, entre ellas Kim Davis. Tan pronto como los medios de comunicación estadunidenses fueron conscientes de la reunión comenzaron a cuestionar los motivos y las oportunidades espirituales y políticas de la visita privada, tratando de reconstruir de forma realista lo sucedido e incluyendo las declaraciones y los desmentidos tanto del Vaticano como de la mujer.

Dado que no existen audios ni vídeos del encuentro, no podemos creer en absoluto a ninguna de las dos fuentes: por un lado está Kim Davis, que inmediatamente después de su liberación ha utilizado el encuentro con Bergoglio como respaldo en relación a las futuras elecciones republicanas. Y por su parte, Bergoglio y la Santa Sede que, tras tartamudear intentando desmarcarse de un teórico apoyo a Davis solo han afirmado ambiguamente que la objeción de conciencia es un "derecho".

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El portavoz del Vaticano le restó importancia al asunto diciendo que el Papa Bergoglio se reúne con todos, sin prejuicios. Sin embargo, en su reciente viaje a Cuba, el Papa negó esta posibilidad de reunión a los disidentes del gobierno, que probablemente sean más importantes que una reunión simbólica con una funcionaria de Kentucky que lo único que hizo fue negarle sus derechos civiles a los demás ciudadanos.

El caso de Davis es también un buen ejemplo para entender cómo funciona la máquina mediática de Bergoglio, y en este sentido, es importante prestar atención a la cronología de los acontecimientos. Como se mencionó anteriormente, el caso Davis ha provocado la indignación inmediata en todo el mundo, en los medios y entre los representantes de la cultura y el mundo LGBT. En Italia y otros países el hecho ha sido casi totalmente ignorado por los principales medios de comunicación y publicado tardíamente gracias a la salida del armario de Krzysztof Charamsa, sacerdote y teólogo polaco.

Aquí es donde el Papa Bergoglio, el mago Silvan, sacó rápidamente de la chistera un conejo blanco. Dos en realidad; una pareja de hombres gay, Yayo Grassi y su compañero Iwan Bagus. El primero es un amigo argentino y ex alumno del Papa, quien le dijo a CNN que había hablado personalmente con Bergoglio por correo electrónico para concertar esta reunión privada en Washington. Pero cuidado, porque en este punto, es importante leer las declaraciones del portavoz del pontífice que, en plena tormenta por el caso Davis, intentando evitar al Papa la responsabilidad de la reunión, dijo en un comunicado: "La única audiencia que concedió el Papa en la Nunciatura fue a uno de sus antiguos alumnos y a su familia ". Esta declaración fue hecha antes de la revelación, por supuesto, de que esta familia era homosexual, creando una paradoja y alimentando las ambigüedades de este papado de apertura aparente inmediatamente acompañadas de rectificaciones.

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No se encuentra entre los fans de Krzysztof Charamsa, ni de su salida del clóset. Es sintomática, sin embargo, la reacción inmediata del Vaticano, que al instante de la declaración de Charamsa lo condenó y lo relevó de sus funciones. Es importante destacar este hecho porque el Vaticano es garantista y tolerante cuando entre sus funcionarios y representantes alguien es culpable de crímenes reales o hace declaraciones justificando desde el feminicidio a la pedofilia, pasando por la comparación entre la homosexualidad e ISIS. En estos casos, la iglesia no aplica sanciones.

Si estas y muchas otras acciones del Vaticano son ignoradas por los medios de comunicación, o calificadas como simple malentendido, normalmente no se toman como posición oficial del Vaticano. Es bueno recordar que las palabras del Papa no son menos terribles en ocasiones, como cuando en febrero pasado equiparó la petición de derechos de las personas transgénero a las armas nucleares, negando con esta fórmula el derecho a existir de los transexuales.

Después de estas declaraciones uno se pregunta cómo la sociedad civil y especialmente los líderes del mundo de la cultura pueden seguir diciendo a sus fans que están entusiasmados con el Papa. Dos ejemplos: la cantante Madonna, que incluso le dedicó una canción de su concierto en Filadelfia en septiembre pasado, dijo que el Papa Bergoglio tiene una mente abierta, que va en contra de las reglas, y, más recientemente, el diseñador Riccardo Tisci , que en un reciente número de la revista Marie Claire Italia expresó el deseo de vestir al Papa Francesco. Una cosa extraña para el diseñador italiano, que además de su innegable talento ha aparecido en los medios de comunicación por haber promovido a través de sus desfiles de moda y campañas a los modelos transexuales.

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Entonces, ¿dónde está el Papa del diálogo, revolucionario, de los millennials y en sintonía con los tiempos? Nunca existió. Y en este punto hay que acordarse de cómo el mundo gay fue el primero en picar gracias a una de las primeras declaraciones de Bergoglio, su famosa frase: "¿Quién soy yo para juzgar a un hombre gay que quiere estar más cerca de Dios?", uno de los muchos espejismos que salpican su papado.

La cuestión del sexo, el género y el matrimonio gay seguirán siendo la principal obsesión del mundo católico. Incluso hoy en día la posición oficial de la iglesia es de considerar la homosexualidad como la "expresión de un desorden moral intrínseco", cuando la ciencia desde hace más de 30 años dice lo contrario. En muchos países, la acción intimidatoria del Vaticano respecto a este tema es una excusa perfecta para que los políticos no den pasos adelante respecto al matrimonio gay.

BERGOGLIO Y LA POLÍTICA

En los últimos días hemos sido testigos de uno de los casos más sensacionales de la injerencia del Vaticano en la política italiana. En el vuelo de regreso de su viaje a EU Bergoglio respondió a la pregunta de un reportero sobre la presencia del alcalde de Roma, Ignazio Marino en su conferencia en Filadelfia.

No es mi intención esbozar una teoría conspirativa, pero es evidente la impaciencia del Vaticano con el ayuntamiento de Roma, en parte atribuible a la posición de apertura "real" de Marino a las parejas homosexuales.

Recientemente, a pocas horas de la definición del Sínodo como "no un parlamento, sino una expresión de la Iglesia que lee la realidad con el corazón", Bergoglio y todos los medios de comunicación del Vaticano habían expresado el deseo de un "avance político" para la ciudad de Roma, después de haber apoyado a la anterior administración romana del alcalde Alemanno. Y de nuevo, hay elementos como el Osservatore Romano, que dice de Roma: "La capital, a menos de dos meses del inicio del Jubileo, solo tiene la certeza de sus ruinas". No está mal, teniendo en cuenta que una buena parte de la propiedad de Roma pertenece al Vaticano que no paga ningún impuesto al ayuntamiento.

Dando por verdaderas y reales todas estas críticas a la municipalidad de Roma, es aún más imprudente e irresponsable el golpe de efecto del Jubileo Extraordinario, un evento que se espera que atraiga a 25 millones de personas sin haber sido acordado correctamente con el gobierno y con la ciudad que acoge al Vaticano.

Todas estas contradicciones, paradojas y aperturas falsas son síntomas inequívocos de una institución que ha decidido responder a sus propios escándalos internos y a la crisis de los fieles en el mundo no con una verdadera reflexión sobre la identidad y la misión de la Iglesia en este milenio, sino con un rebranding del que Francisco es el testimonio ideal.

El ejemplo más reciente se remonta a hace unos días, cuando Bergoglio de nuevo centralizaba la atención de los medios por hablar públicamente con estas palabras: "Hoy, en nombre de la Iglesia, pido perdón por los escándalos que se han producido recientemente en Roma y en el Vaticano". Hacer las paces ante la habitual multitud de fieles que sella con un aplauso atronador el "perdón" es uno de los trucos más probados del Papa, que nunca entra en el fondo de tales escándalos. El portavoz habitual, Federico Lombardi tuvo que mentir sobre las palabras del Papa, no dejando claro cuáles son los hechos que el Papa quería expiar, sino que simplemente era el deseo de Francisco "querer llegar a la gente común, con problemas y que se entristece cuando lee los escándalos provocados por la Iglesia y sus hombres". Sin embargo, los escándalos concretos no faltan. El más reciente es el caso que estalló en torno a la designación del nuevo embajador de Francia ante la Santa Sede, el católico Laurent Stefanini, que el Vaticano no quiere aceptar porque es abiertamente gay.

Juntos, estos elementos enseñan sólo una cosa: no se puede responder a las interferencias de una monarquía absoluta como el Vaticano en el plano abstracto de la espiritualidad y la ética, sino en lo concreto de las leyes que rigen los estados democráticos.

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