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¿Por qué los hombres quieren menos sexo después de los 30?

"Prefiero la vida sexual que tengo a los 32 años que la que tenía a los 22".

Foto por Bruno Bayley.

Cuando le conté a mis amigos hombres que estaba trabajando en un artículo sobre cómo cambia la libido masculina después de los 30 años, todos me dijeron que no tenían ningún problema y que no tenían la menor idea de lo que estaba diciendo. Pero al investigar más a fondo, me descubrí que las cosas no son tan sencillas.

Al principio quería explorar el tema y platicarlo con mis amigos heterosexuales porque noté que había cambiado la manera en la que hablaban de sexo y la frecuencia con la que lo practicaban. Descubrí que la producción de testosterona disminuye gradualmente después de los 30 y esto, en casos extremos, puede disminuir el apetito sexual e incluso causar disfunción eréctil. Por supuesto, existen otros factores que ocasionan un nivel bajo de testosterona en hombres de más de 30 años, por ejemplo, su estilo de vida, su peso o su salud mental. Dado que somos una generación que nunca crece, me preguntaba si una vida sexual menos activa nos afecta ahora que estamos envejeciendo y qué podemos hacer para manejarlo. ¿Acaso es una cuestión enteramente biológica o existen otras razones sociales?

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Hablé con Yvonne Dallaire, una psicóloga franco-canadiense cuya especialidad son las relaciones de pareja y que piensa que la testosterona no es la causa en sí: "A los 30 todavía eres muy joven como para perder tu libido. En general, los niveles de testosterona de los hombres están en su punto máximo entre los 14 a 40 años aproximadamente. A los 40 comienza su disminución gradual. Los hombres en sus 30 han experimentado más sexualmente y esto les da una mayor capacidad de controlar su libido. Ya no los domina tanto". Para que me entiendas: ya no piensan tanto con el pito cuando son mayores.

Antes pedía sexo todo el tiempo. La bolas me dolían porque necesitaba masturbarme siempre. No extraño esos días.

Julio tiene 32 años. Nos hicimos amigos en la universidad y desde entonces ha estado con su novia. "Me tranquiliza mucho pensar menos con el pene", me explicó. "Antes pedía tener sexo todo el tiempo, y si mi novia no tenía ganas, eso me frustraba. Hoy en día, es ella la que toma la iniciativa y me gusta mucho. La pubertad fue una época muy difícil: las bolas me dolían porque necesitaba masturbarme siempre. No extraño para nada esa época".

Como esperaba, el cambio en su comportamiento afectó a Sol, su novia. "De hecho me asusté; estaba tan acostumbrada a que siempre me pidiera sexo", dijo ella. "Es mejor así. Decirle que no tenía ganas era incómodo para los dos. Por un tiempo pensé que había perdido el interés en mí, o incluso que me estaba poniendo el cuerno. Pero no fue así, creo".

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Efraín, mi anterior jefe, tiene 32 años. Él dice que no siente menos ganas de tener sexo, pero dice que cualquier cambio en la frecuencia con que lo hace se debe a que tiene "menos tiempo". Él también mencionó que "los quince son la peor edad; tus hormonas están incontrolables y a las chicas que te gustan sólo les interesan los hombres mayores". Me divierto mucho imaginándolo como un adolescente atormentado, confundido y cachondo.

Luis tiene 38 años, está casado y acaba de nacer su primer hijo. Él está de acuerdo con Yvon Dallaire. "El sexo me causa menos obsesión que antes. Siento que tener más experiencia hace que me agobie menos", me contó. Él veia mucho porno cuando era más joven, pero eso también cambió con los años. "No me dan ganas de ver porno y ya no lo necesito. Me he vuelto más difícil de complacer; si llego a ver porno necesito algo que sea más provocativo".


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"Veo menos porno que hace dos años", me contó Jorge de 30 años. Para mí, lo que más lo distingue es el gorro que su mamá le tejió. "Yo veía porno todos los días, lo necesitaba. Simplemente tenía ganas, pero me sentía patético y culpable, sobre todo al final. Terminas sintiéndote como un pobre costal que tiene su pene en la mano mientras el video continua. Todavía veo porno, pero sólo dos o tres veces a la semana. Si es posible, busco videos donde la mujer también disfrute".

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Al tener más experiencia, las mujeres dejan de ser un gran misterio para los hombres de 30 años. "Con el tiempo y la edad, las relaciones se vuelven más honestas, eso abre nuestra vida sexual y la hace más interesante", dijo Efraín.

Foto por Penelope Kolliopolou del artículo When Love Sucks, Why Not Date Yourself?

Muchos de los chicos con los que hablé admitieron abiertamente que son menos egoístas que antes en el sexo, pero, siendo honesta, pienso que algunos mentían. Sobre todo porque uno de ellos se me acercó demasiado e intentó hablarme con sensualidad en el oído mientras posaba su mano en mi hombro, nos encontrábamos en un antro a las 4 de la mañana. Pero en general, tiene sentido; menos presión, menos urgencia y una mejor conexión contribuyen a una mejor vida sexual. La mayoría de los chicos con los que hablé llegaron a la misma conclusión que Efraín resumió perfectamente: "Prefiero la vida sexual que tengo a los 32 años que la que tenía a los 22 años".

Eso es fabuloso, pero ¿qué pasa con las mujeres? Bueno, creo que la sexualidad de las mujeres heterosexuales evoluciona de manera diferente: algunas necesitan tiempo para superar sus inseguridades, para aceptar o entender que tener un juego de ropa interior no coordinado y un trasero plano es más molesto para ellas que para sus parejas. Pero una vez que superan sus complejos, pueden pasar cosas geniales. Tal como me dijo Yvon Dallaire: "Al principio, el sexo se trata de explorar posibilidades. Una vez que una mujer aprende qué le da placer, su deseo sexual se incrementa y se mantiene hasta los 45 años. Una mujer puede alcanzar su punto máximo a esa edad".

O, como dice mi amiga Zoé: "Tengo la impresión de que pasas años tratando de superar complejos y restricciones morales para disfrutar de ser tú misma". Así que podríamos decir que los hombres y mujeres heterosexuales siguen un camino diferente pero terminan en el mismo: uno que es menos obsesivo con uno mismo y más idóneo para la fornicación festiva. Finalmente, ¿no se trata de eso la vida?

*Los nombres fueron cambiados.