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Cultură

¿Por qué mi generación está tan aburrida de la vida?

Ya nada nos interesa, estamos hartos de sentir y aburridos de vivir.

Imagen wiki.

Somos una generación a la que analizan en tiempo real y cuyo comportamiento y decisiones terminan compiladas en infografías que nos señalan como el grupo más vegetariano, impotente y de género fluido en toda la historia. No obstante, la semana pasada se publicó una serie de resultados con una conclusión tan alarmante que tuve que sentarme para leerlos con atención, al menos por unos minutos. Por lo visto, dos terceras partes de los millennials están "aburridos de la vida". El 27 por ciento está aburrido de la televisión, uno de cada seis está aburrido de las redes sociales, 25 por ciento nos aburrimos al tratar de dormir. Ya nada nos interesa. Estamos hartos de sentir. Aburridos de vivir.

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Aunque la frase "aburrido de la vida" suena un poco extraña. Es un diagnóstico cortante, como si le faltaran palabras. Como una conclusión desesperada a la que llegaron después de los incontables esfuerzos para definir la enfermedad que no lograron capturar el verdadero problema. Una cosa es estar aburrido de las matemáticas o de los exámenes pero aburrirse de la existencia es rechazar cada uno de los elementos del universo que conocemos. Digan lo que digan, sin duda hay suficientes cosas para mantenerte ocupado desde que naces hasta que mueres.


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Cuando analizo mi experiencia de vida, cómo se siente ser yo día a día, mi instinto es decir no, no me aburre. Pasan muchas cosas. En un día promedio, hablo con una que otra persona interesante, leo sobre el sufrimiento del mundo, sobre Drake y Theresa May, y veo videos go-pro de osos que persiguen atletas. Normalmente tomo un par de bebidas calientes, fumo un cigarro y me arrepiento, como chocolate y orino unas cuantas veces. En las noches tomo unas cervezas, veo episodios viejos de Catchphrase o voy a clubs nocturnos y finjo que no estoy cansado. Y eso es solo por fuera. Mi mente es una montaña rusa. Me siento feliz cuando veo a mi novia, decepcionado cuando veo mi torso, enojado cuando leo la sección de comentarios y estresado cuando preparo huevos cocidos. Me río con mis amigos y lloro una vez cada dos o tres años. A veces es muy cansado pero no es aburrido.

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Imagen vía pixabay.

Como todos los jóvenes, me cuesta trabajo comprometerme con una actividad. Por ejemplo, soy incapaz de terminar un libro. En mi mochila traigo dos clásicos de la literatura y otro muy breve sobre afrofuturismo que me regalaron en Navidad. Todos me gustan pero cuando leo más de tres páginas, empiezo a sentir hilos invisibles que hacen que mis ojos y mi cabeza se alejen del libro y se concentren en otra cosa. Obviamente, los smartphones son los culpables. Afirmar que la llegada de la interacción social móvil constante ha reducido los lapsos de atención no es nada nuevo pero ese no es el punto. El aburrimiento no necesariamente significa la falta de capacidad para concentrarse. El aburrimiento es una falta de interés o una falta de cosas interesantes. El aburrimiento es una mirada vacía al vacío.


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Esa es la pregunta: ¿Cómo es posible que la generación que tiene más cosas esté aburrida de la vida? ¿Acaso creamos una nueva forma de aburrimiento? Un aburrimiento que surge por el exceso de opciones y no por la ausencia de éstas. Casi diario siento que podría estar haciendo algo más. Quiero prepararme un café, revisar Twitter, cambiar de canción, etcétera. La enorme lista de películas y series de Netflix se convierte en una lista de cosas pendientes por ver, los artículos que guardé para leer después son como guías de un examen que nunca voy a pasar. Este aburrimiento se manifiesta como inquietud; no estamos "aburridos de la vida", más bien estamos esperando a que empiece la vida. Este aburrimiento indiferente e inquieto me parece una técnica de supervivencia. La única forma natural de lidiar con el gran volumen de contenido que desvía nuestra atención es cambiar constantemente las cosas a las que nos dedicamos; un ruido blanco que desarrollamos para ahogar el volumen de todo en un segundo.

Imagen vía pixabay.

Con esto en mente, podríamos decir que el clásico aburrimiento donde se sientas frente a una ventana a contemplar el jardín es una bendición. En un artículo publicado en The Guardian el año pasado, Gayatri Devi, profesora asociada de Inglés en la Universidad Lock Haven, describió el aburrimiento como "el último privilegio de una mente libre". Según sus palabras, el aburrimiento es una "experiencia intensa del tiempo no manipulado por la belleza, el placer, la comodidad y otras sensaciones salubres temporales". En esencia, el aburrimiento real, el verdadero espacio vacío, es el único momento en el que estamos solos con nuestros pensamientos. Es el único momento en el que nuestros pensamientos pueden fluir, crecer y mejorar sin verse afectados por el sexo, las drogas o las ligas de futbol imaginarias. Estar aburrido de la vida es algo deprimente pero estar aburrido en la vida de vez en cuando no es tan malo.

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