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Cultură

Por qué no me da miedo andar sola en la noche

Hay más padrastros violadores que desconocidos escondidos en arbustos listos para desflorar a la primera chica que pase cerca, pero nos enseñan a vivir con miedo.

Still de la película A Girl Walks Home Alone at Night.

Una vez un tipo me saltó encima. Estaba en un vecindario tranquilo, no era tan tarde e iba caminando por una calle bastante transitada. Como traía audífonos, no me di cuenta del tipo hasta que estaba sobre mí. Por suerte, pude escapar. Bueno, también fue porque el sujeto estaba demasiado drogado y confundido.

Ya pasaron diez años y sigo sin tener miedo a caminar sola en la noche. No me ha vuelto a pasar algo similar. Antes vivía en un barrio "peligroso" y todos me decían que no debía caminar por ahí en la noche, en especial si iba sola. Y aún así lo hacía: sobria y borracha. Llegaba a las dos, tres o cuatro de la mañana. Sacaba mis llaves y buscaba a tientas la cerradura hasta que por fin lograba meterlas. Nunca me pasó nada. Entraba a mi departamento, cerraba la puerta y me desmayaba, ilesa.

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Si me hubiera quedado encerrada en mi departamento en vez de salir a caminar y observar, una de las pocas alegrías en mi vida, habría dejado que ese tipo en el puente hiciera lo que quisiera. Lo habría dejado ganar. A la mierda con él. Yo ganaba.

Estoy acostumbrada a estar mucho tiempo sola. Antes no tenía otra opción más que vivir aislada (era hija única, nada sociable y vivía en un huerto a las afueras de la ciudad) pero ahora lo hago por decisión propia. Tengo amigos, hablo mucho y, si quisiera, saldría a socializar todas las noches. Pero prefiero vagar sola en calles oscuras mientras escucho mi colección pirata de Jon Brion. Socializar no me hace sentir segura. La soledad sí.

Casi siempre camino sola en la noche. Si se lo explico a alguien, me regaña y me recuerda que 1) soy mujer, y que 2) ya me atacaron una vez. La plática siempre termina en la pregunta: "¿Qué no te da miedo?"

Es imposible que una mujer esté segura, incluso si se encierra y tira la llave.

A las mujeres les enseñan a temer a lo desconocido desde que son pequeñas. El problema es que lo conocido es más peligroso. Hay más padrastros violadores que desconocidos escondidos en arbustos listos para desflorar a la primera chica que pase cerca. Está comprobado.

Aún así se nos enseña a temer la mano y el pene fantasma de los desconocidos porque es mucho más fácil echarle la culpa a ellos que a las personas cercanas a nosotros. ¿Cómo le explicas a una niña las intenciones que tiene el amigo de su papá cuando le pide que se siente en su regazo? Es mucho más fácil hacer que le tenga miedo a un hombre que no conoce, a un hombre que nunca le ha dado dulces ni le ha dicho: "Vas a ser hermosa cuando crezcas".

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"Cuídate", dicen todos cuando me despido a la media noche. A veces suena como un reto; otras, como una amenaza. Es imposible que una mujer esté segura, incluso si se encierra y tira las llaves. Cualquiera puede romper la ventana o forzar la cerradura. Podría estar acostada en mi sillón, pensando en la vida, vestida con una burka y aún así, si un hombre con rencor al sexo opuesto y una erección decide violar mi espacio personal, lo va a hacer. No voy a poder detenerlo. Mido poco más de 1.50 y no tengo fuerza. No tengo un arma. Es más, ni siquiera tengo un gas pimienta. Cualquiera podría inmovilizarme. Entonces, ¿de qué sirve que me digan "Cuídate"? O en todo caso, ¿de qué sirve vivir con miedo?


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Ya me violaron, y fue una persona que amaba, no un desconocido. Soy pasivoagresiva cuando se trata de un enfrentamiento físico. Me quedo inmóvil y recibo el golpe. No importa si hay gente o estamos a solas. Y nadie ha hecho nada por mí. Así es el mundo en el que vivimos, al menos hasta ahora. Como no hay forma de cambiarlo, ¿de qué sirve tener miedo? Vivir con miedo no es vivir, punto.

Son otras cosas las que me preocupan, como la falta de seguridad social cuando sea vieja, vivir en un departamento de una pieza por el resto de mi vida, la deuda de la universidad que al parecer nunca voy a terminar de pagar, la policía o morir sin tener sexo una última vez. Esas cosas me preocupan, claro, pero puedo cargar con ellas fuera de mi departamento, puedo olvidarlas a ratos. No me consumen. Sí, son preocupaciones, pero no me asustan.

Por eso, hoy, a pesar de que ya es de noche, voy sola por la calle mientras escucho "Xanadu" de Olivia Newton John, la canción que me protege. De vez en cuando miro a mi alrededor para ver si todo anda bien y no importa qué o quién venga detrás de mí. Por fortuna, o por desgracia, las cosas que me aterran no son tangibles.

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