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Cultură

¿Por qué soy tan miserable ahora que vivo sola?

Es todo lo que siempre quise, pero al mismo tiempo hay algo que me hace sentir un poco patética.

La autora en su nuevo departamento.

Hasta ahora siempre había vivido con otras personas. Durante los primeros 18 años de mi vida estaba obligada por ley. Después de eso, los rommates reemplazaron a mi familia y empezaron a insertarme en la adultez de una manera pasivo-agresiva al colocar Post-Its en mis platos sucios que decían: "lávame =)". He aguantado casi todo el espectro que abarca vivir con roommates: he compartido un cuarto, he vivido en un departamento de dos cuartos con otras cuatro chicas, he sufrido y amado las siempre sucias "fiestas caseras", he cohabitado por un breve periodo en el mismo apartamento que la novia del hombre con quien perdí mi virginidad y, más recientemente, viví con una pareja.

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De todas estas dinámicas, la última fue la peor. Vivir con dos personas estúpidamente enamoradas me hizo despreciar el apego emocional. Tal como si fuera un perro de Pavlov, escuchar la palabra "bebé" me condicionó a salivar pensando en vivir sola.

Fantaseaba seguido sobre qué se sentiría estar sin ellos. No más juicios silenciosos por tener a un hombre diferente en mi cuarto cada tres noches. No más llegar a casa e interrumpir las cenas aburridísimas de la pareja con la que vives. Además, no ayuda en nada que sea extremadamente posesiva con mis cosas. No me importa que parecer mezquina, pero ése es mi aceite de oliva. Mi sangre herviría si viera a alguno de ellos usando mi máquina para hacer refrescos. Sólo porque dije que te la prestaba no significa que en realidad tengas permiso de usarla. ¿Por qué es tan difícil de entender?

Finalmente tomé la decisión de hacerlo. Vi un anuncio de un estudio en un vecindario al lado del vecindario en el que quería vivir y no podía pagar, e hice el depósito ese mismo día. Me mudé 36 horas después. El dueño del edificio ni siquiera hizo una verificación de mi crédito. Sólo llamó a dos de mis referencias y al parecer nada más les preguntó si yo era una "buena persona".

Estaba tan impaciente por mudarme que no me di cuenta que el lugar no había sido limpiado. Había manchas que cubrían los azulejos y el horno ni siquiera funcionaba. Encontré popó de ratón en las alacenas. La regadera era (y sigue siendo) sólo un tubo con hoyos. Aún así, no permití que nada de esto me molestara. Siempre que este lugar fuera mío y sólo yo pudiera vivir en él, todo era perfecto. Limpié todo yo misma, compré muchas trampas de ratones, un horno nuevo, y aprendí a amar mi regadera de PVC (en realidad se siente como si fuera una cascada).

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En su mayoría, vivir sola ha excedido mis expectativas. Todas las cosas que puedo hacer que antes no podía hacer con mis roommates me hacen sentir mucho más tranquila. Puedo poner la catsup en cualquier parte del refrigerador. Puedo quitarme el bra mientras cocino y ponerlo en la mesa. Me puedo masturbar en el sofá y dejar mi vibrador en la mesa de centro. No sólo puedo dejar la puerta abierta mientras estoy cagando, sino que puedo estar a media cagada y correr por mi celular con los pantalones abajo sin miedo a que alguien me vea. Esto es todo lo que siempre quise, pero al mismo tiempo hay algo que me hace sentirme un poco patética.

Por más que ame todas las increíbles cosas que puedo hacer gracias a mi independencia recién descubierta, también me estoy dando cuenta de que algunas de estas cosas —muchas de las cuales he hecho durante años mientras vivía con roommates— de repente parecen patéticas. Debido a que ahora soy una mujer soltera que vive sola, siento que estoy alimentando el estereotipo que nunca antes pensé alimentar.

Ahora titubeo más para usar faldas largas y comer yogur sin grasa. Aún no me he perdonado por haber comprado cristales hace dos días. Apenas puedo ver la temporada más reciente de Girls sin odiarme a mí misma. Y todo esto es porque vivo sola. Ahora me siento como el público a quienes van dirigidos aquellos comerciales de gel de baño que incitan a las mujeres a encontrar su belleza interior sin olvidarse de humectar su piel.

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Para hacer las cosas peores, mi mamá se la pasa llamándome tres veces al día. A veces me sermonea sobre cómo cocer pollo. En otras ocasiones me recuerda que piensa que el hecho de que viva sola es una mala idea. Según ella, este es el primer paso de mi transformación en una solterona. La primera noche que me llamó, me contó una historia acerca de una mujer con la que trabajaba que nunca se casó ni tuvo hijos. Esta mujer vivió sola durante décadas y, en lugar de formar una familia, formó una gran colección de sombreros.

"Ella tenía un cuarto sólo para sus sombreros. Decía que eran sus hijos", me dijo mi mamá. "Ella también quería ser escritora", le respondí, "y me veo bien con sombrero".

Mientras más pienso en ello, más me pregunto por qué se siente tan mal encarnar el cliché de una mujer solterona. ¿Por qué una mujer que vive sola es más propensa a ser representada como alguien depresiva o, como diría mi madre, "condenada"? El hecho es que no estoy sola. Tampoco soy miserable. Ni una sola parte de mí desea tener más de lo que tengo ahora. Estoy bastante feliz con al fin haber alcanzado mi situación de vivienda ideal y sé que seré mucho más feliz cuando logre ponerme mi falda larga y vaya a la tienda de cristales sin que me importe lo que la gente pueda decir de mí.

Sí, hay demasiado chocolate en mi cocina en este preciso momento. No, no estoy usando pants ni comiendo sobras calentadas en el microondas. ¿Y qué? Si me quieres etiquetar como alguien patético, ya no intentaré detenerte.

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