Fotos de Alice Martins.El sábado pasado, alrededor de 2.500 personas tomaron las calles de São Paulo, Brasil para protestar por el coste de la Copa del Mundo. Los rayos del sol irradiaban con fuerza y la temperatura llegaba a los 29 centígrados mientras la gente se reunía en la Avenida Paulista con banderas, tambores y vestimenta del Bloque Negro. Los habitantes exigen mejoras en las condiciones de vida y no gastos excesivos en el mundial de fútbol.
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Los ciudadanos están enfadados con la idea de que Brasil sea el anfitrión de la Copa. Supongo que imaginar a miles de futboleros llenando las calles y meando por todas partes durante un mes no es algo que le guste a la gente, pero la queja principal está en la inversión de dinero. Para calmar la situación, el gobierno colgó tres documentos en internet donde los ciudadanos pueden ver los gastos del Mundial. Desafortunadamente, este intento de transparencia no tuvo éxito porque la plataforma es muy difícil de usar y hay información errónea.
Por ese motivo, los anarquistas decidieron tomar las calles. Los dueños de las tiendas y bares cerraron sus locales, y la policía estaba por todas partes. Los manifestantes amenazaron a la presidenta brasileña Dilma Rousseff con producir disturbios durante la Copa del Mundo.Cayó la noche y los anarquistas marcharon por Rua Augusta, tomaron un autobús, rompieron ventanas y cometieron actos de vandalismo contra bancos. Los policías antidisturbios usaron el gas lacrimógeno y se sembró el caos. Mientras intentaba protegerme en la entrada de un hotel, un niño de 13, acompañado de su madre, tuvo un ataque de pánico delante mío. Minutos después me retiré, y los periodistas y manifestantes que quedaban fueron arrestados.
Los que no fueron esposados por la policía corrieron por las calles de Bela Vista, uno de los distritos italianos de São Paulo, incendiando coches a su paso.
El sábado, la Policía Militar anunció en Twitter que 128 personas habían sido detenidas, pero llamé al Departamento de Seguridad Pública y me dijeron que en total habían sido 135 personas, entre ellas 12 menores.
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