FYI.

This story is over 5 years old.

Noticias

Probé el programa de entrenamiento de Vladimir Putin durante una semana

Sin música. Sin ambientación. Solo un entrenamiento superintensivo y carne.

Foto por Olly Day.

Soy floja y me gusta comer. Ninguna dieta funciona conmigo porque soy demasiado perezosa como para hacer ejercicio y demasiado glotona como para dejar de comer. Y juro que lo he intentado: he pasado por todos los entrenamientos imaginables y probado hasta la última de las dietas milagrosas que se han cruzado por mi camino ("Es muy fácil, de verdad: solo tienes que licuar una col y beber un vaso del jugo cada 40 minutos, y luego tienes que pasar los siguientes 20 minutos pelando uvas con los dientes").

Publicidad

Pero estaba equivocada: un buen día encontré un video que podría cambiarme la vida. En él aparecían Vladimir Putin y Dmitry Medvedev, presidente y primer ministro de Rusia respectivamente, entrenando juntos. Levantaban pesas, se controlaban el uno al otro, comían bistec para el desayuno y, en general, se comportaban como auténticos machos alfa.


Relacionado: Sometimos a uno de nuestros redactores a una dieta de puro alcohol durante una semana


Debido al tremendo éxito que tuvo el video en todo el mundo, la rutina de ejercicios de Putin convirtió en un fenómeno. Se abrió una cuenta de Instagram en su honor —Putinspiration— y varias revistas de hombres publicaron artículos desmigando cada detalle, desde la efectividad de su programa de ejercicios hasta el equipamiento ridículamente caro que luce en el vídeo.

He probado con el DVD de Davina, el de Hollyoaks, el de la chica que se meó en la cama en Geordie Shore, y básicamente todos los DVD publicados por famosas que encontraba, y todos eran lo peor.

Cansada de toda esa basura edulcorada, decidí probar la rutina de Putin durante una semana. Me preparé para una experiencia llena de sufrimiento, trabajo duro e inexpresión facial. Sin música. Sin ambientación. Solo entrenamiento superintensivo y carne.

Foto por Olly Day.

Lunes

No me gusta mucho enseñar las tetas en público, por lo que no podía aparecer sin camiseta como a veces ha hecho Putin. Así que opté por el look casual compuesto por una camiseta blanca por dentro de unos pants grises que el presidente lleva en su video.

Publicidad

Por lo que se deduce de la grabación, "la rutina Putin" consiste básicamente en levantar pesas durante un periodo de tiempo prolongado y mostrándose completamente inexpresivo. Y eso fue lo que hice, hasta que empezaron a hacérseme visibles las venas de la frente y sentía como si tuviera el corazón latiéndome en los oídos.

Cuando llegué a casa, siguiendo el guión del vídeo, me comí un bistec. Al principio dejé un poco del filete, pero luego pensé que sería mejor comérmelo, porque seguramente es lo que Putin haría: gobernar Rusia durante más tiempo que Yeltsin, aprobar políticas extremadamente homófobas y no dejar que se eche a perder ni un gramo de comida.

Foto por Daniel Lewis.

Martes

Después del gimnasio, me tomé la mañana libre para ir a montar a caballo. Había visto muchas imágenes de Putin montando, así que supuse que era la forma en que el dirigente cubría la parte de cardio. Mientras me dirigía a los establos, tuve la sensación de estar un poco fuera de lugar. Aquel no era un sitio al que ibas en pants; más bien era el sitio al que una va cuando se puede permitir hacerle manicuras semanales a su perro.

Lo de montar a caballo estuvo bien; es genial para los muslos y es fatal para los genitales. Durante un breve instante me pregunté cómo se las arreglaría Putin en ese aspecto, pero enseguida recordé que aquel hombre se había forjado su reputación siendo duro como el hierro (y, claro está, dirigiendo un país que ocupa una octava parte de la superficie del planeta), así que no tendría mucho tiempo para preocuparse por unos cuantos moretones en los testículos.

Publicidad

Y para cenar, un bistec.

Miércoles

El miércoles por la tarde tomé el autobús para ir a una clase de judo, otro de los pasatiempos favoritos de Putin. Para el camino me compré un helado de pistache —el preferido del Presidente, parece ser—, un cambio que mi paladar agradeció después de tanto bistec.

El sensei Dave me dio la bienvenida a la clase. Era un tipo de aspecto duro y que de algún modo resultaba escandaloso y tranquilo a la vez. Me puso como pareja a su número dos, el otro adulto que había en esa clase de judo para menores de 10 años. Durante el trayecto había estado viendo "Clases de judo con Vladimir Putin" para prepararme mentalmente, aunque en lo físico me encontraba fatal. Había comido tanto helado de pistache que sentí un pinchazo simplemente con el esfuerzo de ponerme la ropa de mi look Putin.

"¿Me pongo la camiseta por dentro?", pregunté con un hilo de voz. "No", bramó con calma. Las cosas como son: el tipo no se andaba con tonterías. Respetaba los deseos del sensei Dave más que cualquier otra cosa en el mundo porque el tipo me causaba pavor. Tenía músculos en el cuello que ni siquiera sabía que existían.

Entonces empezó la vomitera. El helado de pistache se me estaba revolviendo en el estómago y empezaba a subir con rapidez. Me entró el pánico. ¿Era posible vomitar sobre un grupo de niños y salir de aquella situación como la víctima? Probablemente no. Por suerte, la clase terminó al poco rato.

Publicidad

Viendo los bultos que sobresalían de los brazos y el cuello del sensei Dave, entendí por qué a Putin le gustaba tanto el judo. Te pones cuadrado y seguramente puede ser muy útil por si Hollande u Obama se ponen gallitos en una asamblea general de la ONU.

Jueves

El jueves por la mañana, como el resto de mañanas, fui al gimnasio para mi sesión diaria de tortura muscular. Una vez más, estuve entrenando hasta que mis brazos dijeron basta y luego me arrastré hasta casa para desayunarme un bistec.

A esas alturas, estaba en condiciones de decir que lo del bistec era quizás la parte más dura de la experiencia. Hay que tener en cuenta que estaba poniendo en práctica la versión de baratillo del programa Putin, por lo que la carne que compraba era un poco, digamos, difícil de comer. Además recuerdo haber leído en algún sitio que comer mucha carne roja no es muy beneficioso si eres propenso a desarrollar cáncer de estómago. Desesperada por encontrar una alternativa, encontré una página muy extraoficial sobre Vlad en la que aseguraban que el Presidente tenía debilidad por la merluza negra.


Relacionado: Intenté comer 20,000 calorías en un día


Busqué "merluza negra" en Google. Ni siquiera tenía idea de si era legal comérsela. Mi pescadero de confianza tampoco había oído hablar de ella, pese a que le repetí el nombre alzando la voz y hablando muy despacito, como si fuera una turista.

Pues nada, volvemos al bistec.

Publicidad

Viernes

Viernes, también conocido como el "día de pierna" para aquellos que asocian los días de la semana a las distintas partes del cuerpo. Pero no para mí, porque en mi caso era "viernes de brazos", el quinto viernes de brazos, para ser exactos. Mis bíceps me odiaban cinco veces. Quíntuple machacada a mis bíceps. Ya estaba hasta la madre.

Mis brazos habían dejado de cumplir su función normal en la vida diaria. Hubo un momento por la tarde en que tuve verdaderas dificultades para levantar una pluma en una reunión y todo el mundo se dio cuenta.

Sábado

En cuanto me sumergí en el lago de Hampstead Heath, se escapó de mis pulmones todo el aliento que tenía, y no lo recuperé hasta que no me descongelé por completo en la yerba, una media hora después. No había nadie excepto por otra mujer que nadaba serenamente en el agua turbia, haciéndome sentir como una niñita quejona. "¡Tenemos el mismo traje de baño!", me dijo entre brazadas. Pero no pude responder, demasiado ocupada como estaba sacudiendo los brazos y tratando de recuperar el aliento.

Como demuestra la fotografía enmarcada que ahora cuelga de la pared de mi cuarto, junto a mi cama, el estilo favorito de Putin es mariposa. Al fin y al cabo, es el más complicado —y, por tanto, el más alfa— de todos. También es lo peor que puedes hacer cuando tus brazos no responden porque has decidido destrozártelos hasta convertirlos en ramitas inútiles y sin vida.

Publicidad

Estando tan débil, no hay forma de intentar nadar de mariposa sin que parezca que te estás ahogando. Hay un límite al número de sonrisas tranquilizadoras que puedes lanzar a un socorrista antes de que te obligue a salir del agua porque lo estás estresando.

Domingo

Me fijé que, en el video, Putin le daba a Medvedev una palmadita de ánimo en la espalda. Así que, en mi último día de brazos (probablemente de mi vida), me paseé por la sala de pesas como una loca acosadora sexual, buscando a algún tipo sudoroso al que dar una palmadita de aliento.

"¡Bien hecho!", grité. Nadie me dio ánimos.

La semana había estado sembrada de buenos y malos momentos, pero sobre todo de malos. El entrenamiento de Putin es implacable y muy poco gratificante. En siente días, los bíceps solo me habían crecido 2mm. Patético. Lo más lógico es pensar que es grasa acumulada por todos los helados y bisteces que me había zampado. Además, resulta que, por esa misma razón, mi peso corporal no había cambiado lo más mínimo.

A veces una tiene que aceptar que no tiene el físico para algunas actividades. Me pasé una semana entrenando brazos, por ejemplo, y sigo siendo incapaz de hacer una triste flexión. Si alguna vez mi artículo acaba en algún foro de culturismo, estoy segura de que recibiré un montón de consejos y críticas por haber estado haciendo mal los ejercicios, pero no me importa, porque lo tengo superado.

Creo que, a partir de ahora, me quedaré con el DVD de Martine McCutcheon Dance Body y ya está.

@Pas_