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Las prostitutas también son el 99 por ciento

Y hacen mejores consignas que los hippies.

Entre los múltiples grupos que conforman el movimiento de los Indignados en España, uno de los menos reportados ha sido el de las Prostitutas Indignadas, o "prostitutas encabronadas". Eso cambió este viernes, cuando se reunieron para marchar por el centro de Barcelona y donde hubo más periodistas que prostitutas.

En estos momentos, la prensa española está pasando por un mal rato: son maltratados por políticos y policías, que los utilizan como espías privados, y por los grupos de activistas sociales, quienes los acusan de ser unos vendidos. Y aunque no soy tan ingenuo como para comparar el periodismo en estos tiempos de hegemonía corporativa con la prostitución, no tienes idea de las ganas que tenía de ponerme una de esas playeras que decían "Yo también soy puta". Cuando le mencioné esto a una de las chicas, una brasileña ofreció regalarme la suya cuando terminara. Fue como la clásica frase para ligar: "Me encanta tu vestido, se verá genial tirado en el piso de mi habitación".

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A pesar de trabajar en la profesión más antigüa de todas, las prostitutas suelen ser el ejemplo perfecto de que "la mierda rueda colina abajo". Aunque España es uno de los países europeos en los que no es ilegal trabajar como prostituta, tampoco es muy legal. Lo que implica que las chicas son tratadas con el mismo respeto que en el resto del mundo, y la policía suele hacerse de la vista gorda. Hasta el momento, los gobiernos progresistas han preferido seguir la línea franquista: "no existe, por lo tanto no tenemos nada que decir al respecto", principalmente con el fin de evitarse una controversia legislativa que podría restarles votos. Aunque esto también es cierto de los gobiernos de centro, los catalanes se dejan influir menos por la iglesia católica y, desde 2006, han comenzado a exigir la aprobación de leyes que hagan más difícil el trabajo de estas chicas trabajadoras.

El 12 de mayo, la etapa final de este pogromo contra las prostituas entrará en acción: será ilegal trabjar en las calles. Dado que la prostitución callejera es el sector en el que trabajan las trabajadoras sexuales más desprotegidas, es entendible que esta acción haya desatado la furia de las organizaciones de ayuda y los grupos activistas como 15M. Cuando le quitas el sustento a personas que no tienen casi nada, ¿qué carajos esperas que hagan?

Fuera de las hordas de periodistas, las chicas que se presentaron no tenían mucho en común con Julia Roberts. La multitud estaba conformada por mujeres cincuentonas y transexuales. Como te podrás imaginar, los transexuales eran los más divertidos. Kika, una güera oxigenada con marcas de acné en la cara, traía consigo un altavoz, y se la pasó toda la marcha leyendo slogans como: "Prefiero ser puta que político". Era muy buena. "Estuve en el coro de la iglesia cuando era un niño", me dijo con un guiño.

Kika es sólo una de las prostitutas que trabajan en Genera, una organización sin fines de lucro que lleva décadas creando un lazo con la comunidad de trabajadoras sexuales en Barcelona. En la marcha también estuvo Beatriz, una escritora transexual que llegó a Barcelona en 1989 y que ha "trabajado en todo. En las calles, en departamentos…"

Su libro de 2009, Manifesto Puta, es una crítica estructuralista a la situación que enfrentan las prostitutas en España. En él, culpa directamente a las estructuras de poder que legitiman las discriminación de lo que ella considera es "el derecho de un individuo a hacer lo que quiera con su cuerpo". Tampoco tiene una muy buena opinión sobre los cambios que ha sufrido Barcelona en los últimos diez años. "El centro de la ciudad es sólo para turistas", dice. "Hace diez años ibas a un bar gay y todos se mezclaban: ricos, pobres, turistas. Ahora todo es mucho más aburrido".

Tampoco tiene mucha paciencia con la hipocresía del consejo. "Dicen que no quieren prostitutas en las calles, pero para los gringos esto es como las Vegas. Vienen aquí a coger. Si no hubiera demanda no estaríamos haciendo esto".