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Cultură

¿Quién necesita a la FIFA?

Naciones sin estado celebran su propio mundial en las canchas de Kurdistán.

Los hinchas kurdos se entregaron con pasión para apoyar al equipo anfitrión. Este verano casi todo el mundo occidental se emocionó con la Eurocopa 2012 y los partidos de clasificación para el Mundial del 2014, en la comodidad del aire acondicionado, disfrutando de pintas de cervezas y pedorreándose a buen gusto chelero. Pero en Durfur, Tamil Eelam, Sahara Occidental, Chipre del Norte, la Provenza Francesa y algunas otras naciones sin estado, tuvieron los ojos puestos en Erbil, capital del Kurdistán iraquí donde se desarrolló la quinta edición de la Copa Mundial VIVA, el pasado junio.
Se trata de un torneo de futbol celebrado cada dos años, y que organiza la NF Board, una organización ajena a la FIFA. En él se reúnen 27 equipos de futbol que provienen de 27 regiones autónomas del mundo, pero su mayoría representan naciones sin estado.
Como todo torneo internacional, la Copa VIVA, se basa en la unidad, la paz y la hermandad, pero en este caso los atletas son invadidos por el enorme orgullo de representar a sus micronaciones y regiones a las que pertenecen. Y aunque todos concordemos en que lo importante es jugar, ganar es lo mejor de todo.
Es impresionante ver cómo Darfur —un equipo de refugiados— calificaron al torneo. Aunque perdieron sus dos primeros partidos por un marcador combinado de 33 a 0, lograron anotar un gol contra Sahara Occidental. En la final ganó Kurdistán 2 a 1 contra Chipre del Norte.
Poco después de que terminó el torneo, pude hablar con Mohamed Askari, un gran fanático del equipo kurdo, y con Mark Hodson, director técnico del Darfur United, para que me contaran sus experiencias del juego, del futbol y del orgullo nacional. Un jugador kurdo dispara contra la portería del Darfur United. Mohamed Askari es un periodista de 26 años originario del sur de Kurdistán. VICE: ¿Estabas emocionado de que Kurdistán haya sido el anfitrión?
Mohamed Askari: ¡Claro que sí! Considero que todo kurdo estuvo muy emocionado de ser anfitrión de la copa, y de darle la bienvenida a todas las naciones participantes. Esta vez hubo más equipos que en ediciones anteriores. La mayoría son de Europa, pero desde que se supo que nosotros seríamos los anfitriones sabíamos que teníamos que ganar, especialmente porque en el 2010 perdimos la final ante Padania. ¿Cuál era el ambiente de los partidos?
Todos los kurdos estaban vueltos locos. Escuchar a nuestro propio equipo cantar el himno de nuestra patria, el verlos portar nuestra bandera con el uniforme y todo… era el sueño de todo kurdo. Yo personalmente no me identifico como iraquí, y creo que es lo mismo para todos los kurdos en el mundo, quienes vivimos en cuatro países del Medio Oriente. ¿Piensas que esto es un paso hacia el reconocimiento internacional de Kurdistán como un país independiente?
Es el comienzo de algo grande para Kurdistán y para nuestro equipo de futbol. Yo pienso que la FIFA tiene que tomar esta oportunidad para darnos la bienvenida al plano internacional, así como lo hicieron con Escocia, Gales e Irlanda del Norte. Eso suena razonable.
Sí claro, Kurdistán es diferente de Irak. Aquí hay naturaleza, piedras, árboles, no como en Irak que es todo desierto. Estamos felices de recibir este torneo, estamos muy ilusionados de haber recibido turistas de diferentes partes del mundo. Kurdistán ha sido una región autosuficiente durante un par de décadas, tenemos nuestro propio gobierno y fuerzas de seguridad. A diferencia de nuestros vecinos musulmanes, no tenemos una religión específica, somos mucho más abiertos. La política que se juega dentro del terreno de juego es extraña: algunos jugadores también son parte de equipo iraquí, ¿no?
Bueno, Halgurd Mula Mohamed, quien pienso que fue el mejor jugador del torneo, también es parte de la selección de Irak. Lo mismo pasa con Khalid Mushir. Pero te aseguro que jugar por Kurdistán los emociona más, y lo mismo va para el resto del equipo kurdo; juegan con mucha pasión ya que no habrá otra oportunidad de representar a su verdadera patria. Además hace feliz a los aficionados locales. Kurdistán, campeones de la VIVA World Cup 2012, suena bien, ¿no?
Gracias, gracias. Fue irreal la verdad. Aquí nunca nos dimos cuenta que había una Eurocopa siquiera o que había partidos de calificación para el Mundial de Brasil, aquí sólo existía esta gran final. Honestamente, nosotros sabíamos que le ganaríamos a Chipre del Norte, pero el partido estuvo más cerrado de lo que anticipábamos. Al final nosotros tuvimos más huevos y ganamos todo. ¿Qué sigue?
Creo que estamos listos para equipos de talla mundial, como México y así. Kurdistán tiene jugadores en Europa, en países como Suecia u Holanda. Yo pienso que la FIFA tiene que dar la oportunidad a Kurdistán de ser un miembro independiente de Irak. Pero para ser honesto, todo depende de la Federación de Futbol de Irak y la política de la comunidad futbolera internacional. El inglés Mark Hodson es entrenador de futbol. Vive en California y es el director técnico del Darfur United.

Baile tradicional kurdo en la ceremonia de inauguración. VICE: ¿Cómo le hiciste para conseguir esta chamba?
Mark Hodson: Crecí en Inglaterra, cerca de Manchester, así que toda mi vida he estado involucrado en el futbol. Llegué a California en un programa de intercambio de entrenadores de la MLS (Liga Profesional de Futbol de Estados Unidos), y así conocí a Gabriel Stauring. Él es el co fundador de i-ACT, la ONG a cargo de todo el proyecto. Yo entrenaba a niños en mi escuela de futbol, y así sin más, terminé con la chamba de director técnico de Darfur. Supongo que fue difícil llegar hasta el campo de refugiados.
Sí. Primero fuimos a París y de ahí a Chad, donde estuvimos dos semanas esperando por la aprobación de nuestros permisos de tránsito y ya después fue otro vuelo hasta el campamento, Djabal, donde estuvimos trabajando. Estaba en medio de la nada, la pista aérea era una terracería y el aeropuerto una choza improvisada. ¿Cuál fue tu estrategia para armar el equipo?
No fue fácil, la verdad. Nuestro plan fue traer 60 jugadores de los 12 diferentes campos de refugiados que hay en todo el este de Chad. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) nos ayudó a traer en sus aviones a los cinco mejores jugadores de cada campamento, y los juntamos a todos en pequeñas casas de campaña en Djabal. ¿Hubo problemas para mantener a todos en el mismo rollo, futboleramente hablando?
Pues imagínate lo importante que es la comunicación en el deporte, y aquí sencillamente no la había y no sólo entre los entrenadores y jugadores, tampoco se hablaban entre ellos. Los refugiados en Darfur provienen de diferentes tribus y no todas las tribus se llevan bien. Entonces ¿cómo lograste la unión deportiva?, ¿cómo lograste que se integraran?
La primera noche, a los del ACNUR y a nosotros se nos ocurrió poner a jugadores de diferentes tribus de dos en dos; cada pareja estaría en una casa de campaña, y así salió el problema, hubo un grupo que no quería que los mezcláramos. Así que básicamente fuimos fuertes y les dijimos que si querían participar tenían que seguir el programa, y eso poco a poco, empezó a desarrollar la unión del equipo. Al final cómo hiciste la selección, supongo que no te basaste enteramente en sus habilidades.
Yo les decía a los chavos: "aquí están por el equipo, no por ustedes mismos". Empezamos a integrar a los 60 jugadores, y pusimos atención en cómo se desarrollaban dentro y fuera del cancha. Pero al final, cuando teníamos que seleccionar a los 15 jugadores finales, hubo a uno que elegimos por su liderazgo, por cómo se llevaba con los demás y porque lograba la unidad en el equipo; era inspirador, ni si quiera era el mejor jugador. Definitivamente no sólo nos fuimos por la habilidad deportiva.

Un seguidor ondea la bandera de los Tigres Tamiles, el grupo separatista de Sri Lanka. Me imagino la alegría de los jugadores al representar a Darfur.
Y de tener estas experiencias. Para muchos de ellos no sólo fue la primera vez que jugaban futbol en pasto, muchos de ellos ni siquiera habían usado zapatos en su vida. Les tuvimos que enseñar las reglas del futbol desde el inicio; ya que los africanos no cuentan con campos reglamentarios, el balón nunca sale y el juego nunca se detiene. Así que sí fue una gran experiencia para muchos de ellos, el hecho de jugar internacionalmente y aprender de este deporte. ¿Los aficionados pudieron seguir de cerca los juegos?
Bueno, fue difícil. En Darfur no hay internet o tiene muy mala conexión. Así que nosotros les informábamos a los líderes políticos de los campamentos sobre nuestras hazañas deportivas, y ellos lo comunicaban al resto de la población. Pero es increíble, no importaban los resultados, era más la emoción de saber que había gente de sus propios campos de concentración jugando futbol a nivel internacional y representando a Darfur como una nación. Supongo que hizo maravillas para la unidad nacional.
Masivamente. Siempre había miles de personas viéndonos en las prácticas desde el primer día hasta cuando nos fuimos a Kurdistán. Bien temprano en las mañanas —hablo de las 5am— ya había niños alrededor del campo e incluso mujeres arregladas, con ropas bien coloridas, mostrándose guapas para los jugadores. Definitivamente unió a Darfur. ¿Ahora qué sigue?
Vamos a ir de vuelta y continuar con lo que ya se ha hecho. Los 15 jugadores que llevamos a Kurdistán están ahora de vuelta en sus campamentos entrenando a niños de entre cinco a 12 años. También estamos trabajando con las autoridades musulmanas para desarrollar el futbol femenil en Darfur. No tenemos recursos suficientes, pero el futbol no necesita muchos. Es la herramienta perfecta para crear el trabajo en equipo, la unidad y la motivación. Pero también para hacer sentir a esta población orgullosa de su país, juegue o no. ¿Cómo se financió el proyecto?
Todo fue a través de i-Act y Gabriel Stauring, presidente y co fundador, en Los Ángeles. No tenemos ningún patrocinador grande ni empresas apoyándonos, todo ha sido logrado a través de amigos, familiares y gente de buen corazón que ha creído en lo que estamos haciendo. Pareciera que el futbol construye verdaderas uniones.
Seguro. Es un lenguaje global. Imagínate haber estado en medio de África, con 60 desconocidos, todos hablando idiomas diferentes, pero apenas sostenían un balón y todo tenía sentido.