Reynol, el policía comunitario que fabrica armas

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Hijo de la ira

Reynol, el policía comunitario que fabrica armas

Reynol Fierro, el policía comunitario, inventor y escultor, se encuentra desaparecido desde el 17 de enero. Exigimos su inmediata presentación con vida, para tranquilidad de su familia, amigos y de su pueblo natal. ​

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Reynol Fierro, el policía comunitario, inventor y escultor, quien protagonizó una de las historias de VICE México, se encuentra desaparecido desde el 17 de enero. El valle de El Ocotito, a la que pertenece su comunidad, Dos Caminos, Guerrero, se ha vuelo una zona inestable, producto de la pugna entre la UPOEG y el FUSDEG, organizaciones ciudadanas que surgieron como una estrategia civil para enfrentar al narcotráfico. Reynol fue uno de los principales impulsores de la autodefensa en su población, donde ha participado activamente en la organización y defensa. Desde aquí exigimos su inmediata presentación con vida, para tranquilidad de su familia, amigos y de su pueblo natal

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En Dos Caminos, Guerrero, una de las comunidades que se alzaron contra el hampa, luego de que el narcotráfico y sus prácticas azotaran la región, vive Reynol Fierro, un policía ciudadano que también es escultor e inventor de una singular arma: la Raptor, una escopeta de siete cañones.

Desde la antigüedad, las armas exuberantes han servido para impresionar al oponente. De la vista nace el amor, reza un adagio, y en la guerra pasa lo mismo.

Para cualquier soldado, sin importar su rango, debió ser acojonante toparse con el pélida Aquiles y su armamento forjado por el mismísimo Hefesto, en cuyo escudo de cinco láminas "hizo figurar en él la tierra, el cielo y el mar, el infatigable sol y la luna llena, así como todos los astros que coronan el firmamento", según La Iliada. Un dolor insepulto tuvo que germinar en todo aquel que mirase a William Wallace y su espada a dos manos de más de metro y medio de longitud. Del mismo modo, mirar el yelmo de un Myrmillo, dentro del Coliseo romano, pudo significar una visión del infierno que se avecinaba.

Por su parte, Reynol viste una camiseta negra de cuello polo y pantalones tácticos camuflados. En la parte izquierda del pecho porta el escudo de la Policía Ciudadana del Valle del Ocotito. Su presencia impone. Hay garra en sus facciones; sobresale por su estatura; tiene por manos dos mazos y todo eso lo corona con esta descomunal arma que haría palidecer a Robert Rodríguez.

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La Raptor no pasa desapercibida para nadie. A vuelo de pájaro uno piensa que es una ametralladora. Pero cuando Reynol amablemente la muestra, la cosa pinta más intimidante.

Casi todas las partes de la Raptor fueron fabricadas por Reynol. Las que no, provienen de una motocicleta o un auto. Lo demás fue producto del ingenio de este joven de 32 años.

VICE: ¿Qué es exactamente la Raptor?
Reynol: Es una escopeta de siete cañones, calibre 20, semiautomática.

¿Cómo surgió la idea de fabricar esta arma?
De niño vi la película de Depredador y Terminator 2. Ahí usan un arma parecida (se refiere a la Minigun) y de ahí me inspiré.

¿Cuánto tiempo tardaste en fabricarla?
Un mes, pero trabajando sólo un rato por las noches. Cuando inicié, no la dejé hasta que la acabé. Dice mi padre que el que empieza haciendo chanderas (trabajos mal hechos), así se la lleva. Lo que yo empiezo, lo acabo y bien. No me gusta dejar cosas a medias. Pesa 35 kilógramos y trabaja bien.

¿Ya la utilizaste en algún combate?
No. Pero ya quiero usarla.

¿Por qué la decoraste de ese modo?
Me gusta ser diferente. Si alguno trae un arma bonita, yo quiero traer otra mejor. Muchos piensan que es de juguete.

¿Si es escopeta, es ilegal que la portes en los rondines?
En teoría es legal, porque no es automática. Las autodefensas solo podemos portar armas no automáticas, por su apariencia la confunden con ametralladora, cuando en realidad sólo es una escopeta.

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¿Podrías hacer más?
Sí, y ahora la podría hacer en unos tres días, pero no haré otra porque no me gusta repetir lo que hago.

¿Tienes más proyectos en mente?
Cosas diferentes. Estuve pensando en hacer una escopeta chaquetera de dos cañones, pero no igual a las que conocemos. Ésta recorrería todo el carro para atrás y quedarían huecas las recámaras para poner más tiros. Al cerrarle, empujaría todo el mecanismo.

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Dos Caminos forma parte del valle de El Ocotito, una región semitropical a sólo 30 minutos de Chilpancingo, capital de Guerrero.

Este pueblo tiene más de dos siglos de haberse fundado. El primer camino de herradura, construido en 1592 por órdenes del virrey Luis de Velasco, llegaba hasta Acapulco y pasaba por donde ahora está la calle principal de la comunidad.

Eran tiempos de la colonia. Los caminos eran solitarios y peligrosos. La Nao de China llegaba al puerto repleta de objetos de oriente. Los arrieros los distribuían en todo el país. Justo donde el camino se dividía en dos, había una ceiba enorme. Ese primitivo entronque indicaba que una de las veredas iba para la Costa Norte y la otra para la Costa Sur. Con los años, algunos viajeros comenzaron a hacer campamento bajo el árbol. Siglos después se instaló un caserío temporal que finalmente se convirtió en el pueblo que es ahora.

En el libro Guía histórica y descriptiva de la carretera federal, editado en 1928, su autor, José R. Benítez, ofrece detalles de todas las ciudades, pueblos o rancherías por las que pasaba esa ruta, inaugurada ocho años antes. El volumen incluía breves notas sobre sitios de interés, desde el Palacio Nacional hasta las playas de Acapulco.

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En la página 159 hay una fotografía de Dos Caminos en esa época, tomada a unos 500 metros de la iglesia, la cual asoma de un altosano. Algunas casas de adobe aún existen. Según el compilador, en ese año el pueblo tenía 611 habitantes.

Reynol es oriundo de Dos Caminos. Desde muy niño, mostró el ingenio de su padre, Reynol Fierro, un escultor nato cuyas obras han sido enviadas a varias partes del mundo.

"Mis papás no me compraban carritos de baterías. Entonces yo hacía mis propios coches, con motores y controles. Yo iba en la primaria. Desde entonces, nunca he dejado de hacerlo", recuerda durante una plática en su taller.

Desde sus años de educación preescolar mostró facilidad para hacer figuras con plastilina perfectamente elaboradas. Luego empezó a ayudarle a su padre con sus esculturas.

Cuando cumplió 20 años emigró a Estados Unidos a buscar fortuna, como muchos habitantes de la zona. Allá se casó y tuvo un hijo. Tras separarse, decidió volver al terruño.

Al regresar a Dos Caminos, se puso a terminar los trabajos que su padre tenía atrasados. Como ya es una persona de edad y por algunos achaques, había dejado de esculpir. Pero cuando Reynol volvió, lo retomó.

Actualmente, la escultura es el oficio que le da de comer. Desde la entrada a su casa, se observan enormes troncos, piedras de diferente textura y color. Todo eso pasará por sus manos y saldrán hechas figuras.

Reynol puede esculpir en cualquier superficie. "Solo necesitan decirme qué quieren y en qué material", sentencia. Trabaja acero, bronce, piedra, madera, plástico, "hasta en jabones he hecho esculturas", afirma.

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El interés por experimentar con armas surgió antes de irse a Estados Unidos, cuando fue rechazado en la academia de la Policía Federal, en San Luis Potosí, donde buscaba convertirse en Federal de Caminos.

Como no fue seleccionado, Reynol cuenta que su padre se sintió decepcionado. "No sirves para nada", le reprochó. Desde ese día se propuso demostrarle que sí servía para algo. Así fue que empezó a hacer rifles.

Aunque ofrece el servicio de reparación y mantenimiento de armas, también experimenta con ellas. Ha convertido rifles de diábolos a calibre .22. También ha fabricado escopetas, rifles y pistolas.

Su inventiva la lleva hasta el límite. "Primero pensé en hacer un arma como la que Iron Man (se refiere al rifle láser Gatling del personaje de Marvel) lleva al hombro, nomás que la mía iba a ser con calibre de escopeta. La iba a manejar con el cuello. Pero iba a tronar en mi oído, me iba a dejar sordo. Por eso mejor pensé en la Raptor".

¿Qué clase de armas reparas?
De todo, menos bazucas. También fabrico de todo un poco. Rifles, escopetas y pistolas. Pero empiezo desde cero. Hago desde la madera, hasta el acero.

¿Es difícil hacerlo?
Esto es prueba y error. Con el tiempo he ido perfeccionando el mecanismo. Por ejemplo, los primeros, al disparar, no sacaban el cascajo. Después lo conseguí.

¿Dónde consigues el material?
A veces en la ferretería o son pedazos de fierro que me encuentro por ahí.

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¿Estudiaste algún manual sobre armas?
No. Dice mi papá que él también nació así. Cuando yo veo algún aparato o mecanismo, imagino cómo funciona y simplemente lo hago.

¿Cuántas armas has fabricado?
Como 15 rifles, tres escopetas y unas cinco pistolas de un tiro.

¿Las has vendido?
Sí. Las he vendido en tres mil 500 pesos.

¿Este oficio de fabricar armas es ilegal?
Sí. Me han dicho que es contra la ley, o sea, no está permitido.

¿Sabes de más gente que fabrique armas?
Sí. No de aquí cerca. Pero he visto sus armas. Nomás que parece que la hacen con los pies: son mejores las que yo hago.

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Yo llegué a Dos Caminos a los 14 años. En este pueblo crecí, junto con una gavilla de adolescentes basquetbolistas y alcohólicos. Cuando en 2008 escribí mi primera novela, sin pensarlo la nombre Dos Caminos. En ella, imaginé una comunidad rural (inspirada en el Dos Caminos real) invadida por el narcotráfico. Nunca pensé que cuatro años después, algunos pasajes de aquella trama se harían realidad.

Entre 2012 y 2013, toda esa región fue víctima de una banda de narcotraficantes que, con toda impunidad, secuestraba, extorsionaba y amenazaba a los habitantes. Las cuotas y levantones no se hicieron esperar. Son varias, las víctimas de secuestro que nunca volvieron a casa.

A comienzos de 2014, Dos Caminos y otras siete comunidades del valle ingresaron a la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) y comenzaron a patrullar sus pueblos.

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En otros 20 municipios han adoptado este modelo de vigilancia, sobre todo en la zona central del estado. En cada uno de esos lugares, los habitantes han formado policías ciudadanas. Aunque las autoridades han reaccionado con recelo y cierta preocupación, pero los resultados son impresionantes: en septiembre de 2014, el entonces secretario general de Gobierno reconoció la disminución de los índices delictivos en zonas vigiladas por policías comunitarios.

En una encuesta realizada por la Universidad Autónoma de Guerrero, en una situación de peligro, un 76.7% de la población llamaría a la Policía Ciudadana. Apenas, 6.1% llamaría al Ejército, 6.0% a la Marina, 5.7% solicitaría ayuda a la Policía Estatal y sólo 3.5 % confiaría en la Policía Ministerial. Un 21.3 por ciento de los habitantes llamaría a una institución oficial de seguridad

Este alzamiento civil cobró relevancia en los medios de comunicación porque el 27 de enero de 2014, los pobladores cerraron el paso al convoy militar que llegó a desarmar a las defensas. Un día después, en una asamblea ante miles de personas, un empresario de Chilpancingo, Pioquinto Damián, acusó al alcalde Mario Moreno Arcos (ahí presente) de bribón y de estar vinculado con el narco. Minutos más tarde, la camioneta de Damián fue rafagueada al llegar a la capital. El empresario salió ileso, pero su nuera murió ahí mismo.

A mediados de 2014, las autodefensas del valle de El Ocotito se escindieron de la UPEOG. Ahora son Policía Ciudadana del Valle de El Ocotito.

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Desde entonces, Dos Caminos ha regresado a su campirana normalidad: se reactivó la vida deportiva y social; los expendios de comida fueron reabiertos y hasta la vida nocturna regresó.

Cuando las autodefensas entraron al pueblo, Reynol y su hermano no dudaron en sumarse. Su familia —como otras tantas— había sido víctima de la delincuencia organizada.

¿Por qué surgió el deseo de sumarse a la policía comunitaria, ahora policía ciudadana?
A mí siempre me ha gustado ayudar. Aunque no me paguen, pero quiero sentirme útil.

¿Consideras este tipo de vigilancia como un servicio a tu pueblo?
Sí, y me siento bien conmigo mismo. Yo sé que hay gente que nos critica, mas ni saben que yo no lo hago por dinero, sino de corazón.

¿Lo haces por tu familia?
Primero por mí, porque no me gustan las injusticias. Cuando me pongo la ropa de autodefensa, cambio totalmente. Ya no soy yo. Soy otro.

¿Has participado en algún enfrentamiento?
No me ha tocado. He hecho muchos rondines y aún no me ha tocado. Pero sí me gustaría, para toparme con los maleantes.

¿Es mejor la autodefensa, que los cuerpos de seguridad oficiales?
Sí, es mucho mejor. Desde chico he visto toda clase de injusticias de policías judiciales y municipales. Son unos rateros.

¿Los comunitarios no son así?
Hay muchos que lo hacen como yo, por servir al pueblo. Pero también hay otros que lo hacen por dinero.

¿Se justifica que un autodefensa, al no recibir paga, busque otros medios de financiarse?
No se justifica. Eso es ambición.

Tú pudiste haber sido policía federal de caminos, cuyo prestigio ha caído a niveles preocupantes, ¿qué opinas de eso, ahora que eres policía ciudadano?
Yo creo que no me hubiera acostumbrado porque no me gusta robar. A mí no me criaron así. Yo prefiero dar que recibir.

¿Qué pensaría tu hijo al verte con el uniforme de autodefensa?
Él siempre ha querido hacer lo que yo hago. Desde chiquito. Me mantengo en comunicación con él, pues vive en Estados Unidos. También experimentan con las cosas, con mecanismos y todo lo que ve.

¿Crees que la policía ciudadana tiene futuro?
Mientras haya maleantes, habrá autodefensas.

@balapodrida