Señora Venezuela

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Señora Venezuela

¿Se puede ser bella después de los 30?

Venezuela sobrevive a base de alimentar varios estereotipos a lo largo de su historia moderna. Uno de ellos es el certamen Miss Venezuela, que funciona como un catalizador subcultural que mide los complejos y las inseguridades de sus bellas mujeres. Trasciende fronteras: cualquier extranjero oye "Venezuela" y de inmediato surgen odas a las féminas. Aún siendo para muchos lo más fútil e innecesario del mundo, la mujer es la imagen que mejor proyecta Venezuela en el exterior. Después están el petróleo y de Chávez.

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Aunque la belleza debe ser natural, en Venezuela se aplica más el dicho de que "no importa si no eres bonita porque lo importante es estar bien arreglada" o en su versión más ácida "no hay mujer fea sino mal producida". Allí radica el éxito de la mujer venezolana: la producción. Pero para llegar a "estar bella" hay un precio, las cirugías por ejemplo, que ya forman parte de la subcultura y pasados los veinte (y algunos padres que regalan las "tetas" en los 15) ya todas las mujeres venezolanas tienen en sus agendas hacerse una operación de busto. No importa el dolor, no importa el precio. Hay que hacerlo.

Sí, las mujeres venezolanas son bellas, pero no nos engañemos, Miss Venezuela no es el mejor termómetro. La etiqueta es una carga pesada y de mucha responsabilidad. La calle sigue siendo el lugar donde se mide todo. En cualquier centro de cualquier ciudad venezolana el espectáculo está servido. Es allí donde no importa si la barriga se escapa por debajo de la camiseta, si la cara no es muy agraciada o si es bizca. Todo es secundario si luego lleva el pelo radiante, un perfume subyugante, las uñas espectaculares, un maquillaje espectacular, una camiseta apretada con push up intenso, y unos jeans o unos dance pants ceñidos marcando pliegues inconfesables que no la dejen respirar ni caminar. Destacar, a costa de lo que sea. Por eso cualquier venezolana puede ser una reina de belleza. Dominan desde muy pequeñas el arte de gustar.

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Que nadie se escandalice, esto es una realidad. Otra, y quizá más absurda, es la idea de que después de cierta edad, la mujer deja de ser "productivamente bella". Y los organizadores del certamen de belleza Señora Venezuela, no de acuerdo con esto, se lo tomaron bastante a pecho y hace diez años crearon el certamen bajo la premisa de que la "belleza no tiene edad". Algo absolutamente cierto, porque a lo largo de estos años de creado el concurso todas y cada una de las mujeres que han participado obtienen una autoestima que ningún sicólogo podría ofrecer. Como el caso de la candidata del estado del estado de Nueva Esparta, Sandra Duarte, de 34 años, dueña de una empresa de turismo, madre de dos niños y seleccionada como una de las finalistas. Me dice: "El evento es la continuación de un gran taller de preparación integral que el universo me otorgó para crecer como persona y ser aún mucho mas completa como mujer."

Jesús Pedraza es el director ejecutivo y profesor de oratoria que organiza este concurso, y explica que la intención es muy clara: darles una plataforma para realizarse y proyectarse siendo madres, esposas o abuelas. Porque algunas de estas mujeres logran adentrarse en el mundo de la publicidad y el modelaje, obteniendo todas un certificado de participación que puede ser utilizado como currículum en cualquier área laboral.

Es requisito para ser Señora Venezuela tener entre treinta y cincuenta años. No importan las cirugías que se hayan hecho. El ochenta por ciento de las candidatas poseen una o dos o varias en sus cuerpos.

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Ludmila García, representante del estado de Costa Oriental del Lago y gerente de mercadeo en la industria farmacéutica, es madre soltera de dos bebés y una de las pocas candidatas que no ha sometido su cuerpo a ninguna cirugía. Afirma: "El concurso me cambió la vida, ahora tengo más capacidad para mejorar mis debilidades y resaltar mis virtudes".

Rosa María Marín, de cincuenta años y ninguna cirugía a cuestas, afirma: "Ni falta que me hacen [las cirugías]". Decidió a su edad tomar un nuevo reto: "usar el tiempo para mí, el hogar, la carrera, el entorno social lo absorbía todo. Cambié porque entendí que para dar felicidad a otros debo ser feliz yo".

Osmel Sousa es el director y máximo jefe del Miss Venezuela, también es conocido como el Zar de la Belleza. Su obsesión ha sido siempre encontrar mujeres físicamente perfectas. En una conversación con él, me reveló que cada año le resulta "más difícil encontrar mujeres bellas". Y me quedo con una de sus frases lapidarias o quizá legendarias: "La belleza real no es tener la cara lavada: el maquillaje y todo lo artificial hace la belleza. La mujer que sabe que es linda, pierde más tiempo arreglándose".