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Cultură

¿Somos polígamos por naturaleza?

Le pedimos a un experto que nos aclarara varios mitos sexuales.

(Imagen, vía Wikimedia Commons).

Cuando estaba en la prepa, uno de mis profesores me pidió que escribiera un ensayo acerca de las perversiones sexuales. En esa época no teníamos internet en Rumania y el 'porno' al que accedíamos a través de los videocentros sólo estaba disponible en su versión más suave. Entonces decidí recurrir a la biblioteca de los papás de un amigo, donde encontré un libro que detallaba un montón perversiones y desviaciones sexuales. Comenzaba con la homosexualidad, por supuesto, pasaba por el fetichismo y terminaba con algunas cosas acerca de zoofilia y necrofilia. Hasta ahí llegaba nuestra educación sexual por aquellos días.

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Afortunadamente, las cosas han cambiado mucho desde entonces. Hoy, el BDSM y los fetiches con los pies –y aún más la homosexualidad y el sexo oral– son solamente algunas de las opciones que ofrece el menú de un sitio porno y difícilmente son consideradas perversiones por las mentes racionales de hoy en día. Son sólo cosas que a algunas personas les gusta hacer en la privacidad de sus propios calabozos de tortura. Pero esto me hizo preguntarme: ¿qué mitos sexuales persisten aún?

Sin ningún ánimo de alardear, considero que los lectores deberían saber que tengo una maestría en filosofía enfocada en estudios de género y sexualidad. Pero este tema tiene que ver más con especulaciones de la psicología evolutiva, así que recurrí a la ayuda de la doctora Alina Rusu —una bióloga y psicóloga especializada en la psicología de la sexualidad, etología y psicología evolutiva— para que me aclarara muchas de estas sexys cosas que aún no logro superar. Aquí están algunas.

(Imagen, vía Wikimedia Commons).

Creencia popular: el sexo oral es un gusto adquirido

Unos pocos aún consideran que el sexo oral es una perversión o un comportamiento anormal, pero varios aún parecen creer que la preferencia por el sexo oral es un gusto adquirido y que el sexo oral es un comportamiento aprendido. Algunos creen que tocar el aparato excretor de alguien con la boca no debería ser agradable; son los agujeros que usamos para evacuar los orines, la mierda y todos los demás fluidos que debemos liberar del cálido abrazo del cuerpo humano, así que explorarlos con la lengua no tiene mucho sentido.

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Está claro que muchos disfrutan al recibir sexo oral, pero no todos al darlo. Esta puede ser una razón para creer que se trata de una preferencia biológica que no todos tenemos.

Mi opinión: El sexo oral debe ser un comportamiento natural y estamos biológicamente programados para buscarlo y disfrutarlo, como la comida o el juego en los niños. Quizás su función sea establecer intimidad y liberar tensión; las mismas razones que tienen los primates para acicalarse unos a otros. ¿O tal vez contribuye de alguna forma a fortalecer una pareja o a los lazos de sumisión y dominación necesarios para la cooperación grupal? Los perros se olfatean el ano mutuamente, nosotros optamos por lamerlo.

Teniendo en cuenta lo anterior, tal vez esto funcione como una calle de dos vías, quizás algunas personas simplemente no tienen esta inclinación biológica o ha sido inhibida en ellos por una educación conservadora.

La opinión de la experta: Realmente no sabemos si toda una especie puede obsesionarse con este comportamiento. En la psicología evolutiva discutimos a menudo acerca lo común que es este comportamiento en numerosas culturas, y también entre algunos animales.

No hay estudios que permitan establecer las ventajas que este comportamiento puede brindar a los individuos que lo practican sobre los que no lo hacen. Existen estudios que demuestran que el sexo oral es percibido como una forma de diversificar el repertorio sexual de una persona y que está ligado a un grado más alto de satisfacción sexual entre las parejas.

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(Imagen, vía Wikimedia Commons).

Creencia popular: antes del sexo tiene que haber un consentimiento verbal explícito

Este es un tema que involucra a los valores morales tanto como a las cuestiones de hecho. En las sociedades liberales, el sexo consentido entre dos adultos es visto generalmente como una práctica divertida y placentera (además de ser la única forma moralmente aceptable para obtener sexo). Sin embargo muchos han llevado la palabra 'consentimiento' hasta alturas sin precedentes: entre los pensadores más liberales de estas sociedades liberales hace carrera la idea de que la interacción sexual o romántica debe venir precedida de un consentimiento verbal explícito.

Por ejemplo, con el objetivo de reducir la cantidad de violaciones en las universidades, el año pasado el estado de California aprobó una ley llamada "Sí significa sí", la cual reemplazó a la antigua consigna "No significa no". Para los que no logren descifrar lo que eso significa, aquí va un resumen: la persona que desee iniciar y completar un acto sexual necesita que su pareja diga: "Sí, estoy de acuerdo con que metas tu dedo dentro de mí".

Mi opinión: Es un bajón. Imaginen tener que preguntarle a sus parejas alguna de las siguientes preguntas durante el sexo: "¿Está bien si pongo mi mano en tu cintura?", "Ahora que nuestros cuerpos están en contacto, ¿estaría bien si permito que mi pene se expanda involuntariamente?" "¿Estaría bien si, ahora que me estás penetrando, me dieras nalgadas con una intensidad ligera o media?"

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Le quita toda la espontaneidad al sexo, ¿no es cierto?

La ley de California tiene una buena intención, pero a la larga parece un poco fútil. El lenguaje de la seducción es físico y no verbal. A menos que estés con una persona inepta y totalmente incapaz de leer estas señales físicas que suelen ser bastante obvias —desabotonarse el pantalón, por ejemplo, o quitar su mano de tus nalgas para devolverlas con firmeza a tu espalda— el que alguien te pida permiso para hacer cualquier movida, es literalmente la forma más rápida de matar el momento.

La interacción sexual no puede ser limitada por el consentimiento porque el consentimiento es el resultado del coqueteo y la seducción. La incertidumbre y la toma de riesgos son esenciales cuando dos personas coquetean. La interacción sexual es un proceso de constante negociación a través de la comunicación, la cual suele ser no verbal e implícita.

La opinión de la experta: Losestudios en psicobiología sexual que han investigado los factores asociados con un grado más alto de satisfacción en una relación, demuestran que una mejor comunicación aumenta el nivel de satisfacción entre las parejas. Los psicólogos que se especializan en terapia de pareja recomiendan usar la comunicación verbal en las primeras etapas de la relación, e incluso después. Esto con el fin de prevenir o reducir situaciones que pueden resultar tensas o incómodas para cualquiera de las dos partes. Foto, vía Wikimedia Commons. Cuadro de 1815, Francia.

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Creencia popular: los humanos somos monógamos o promiscuos por naturaleza

Este es un debate de nunca acabar entre los especialistas del sexo. ¿Somos los humanos como los pingüinos, es decir inclinados a elegir una sola pareja para toda la vida? o ¿somos como los bonobos, los más promiscuos entre todos los primates?

El reciente best seller de la psicología evolutiva, Sexo en los albores: los orígenes prehistóricos de la sexualidad moderna, sostiene que los humanos hemos tenido múltiples parejas sexuales a lo largo de la mayor parte de nuestra evolución. Esto se debe a varios argumentos evolutivos relacionados con el dimorfismo sexual, el tamaño de los testículos y nuestro apetito por lo novedoso.

Por otra parte, aún si no todos los humanos resultamos involucrados en relaciones estables, muchos lo hacen. La monogamia es parte de la mayoría de las sociedades conocidas y eso no puede ser mera coincidencia.

Mi opinión: Lo más probable es que la sexualidad y las relaciones humanas no tengan un único funcionamiento. Éste varía no sólo entre sociedades sino también entre individuos. Incluso la misma persona puede adoptar comportamientos muy distintos según su edad y la situación en la que se encuentre.

Así como un termostato puede ajustarse para emitir calor o enfriar el ambiente, los humanos también podemos funcionar de formas distintas; pasando de formar parejas estables a tener múltiples compañeros sexuales.

La opinión de la experta: Las ciencias evolutivas y conductuales tienen la noción de que los sistemas reproductivos (monogamia, poligamia, etc.) son el resultado de la presiones selectivas que impone el medio ambiente a una determinada población, por ejemplo: el acceso a comida y otros recursos, el clima, el espacio y la cantidad de parejas potenciales, etc.

La respuesta más simple sería afirmar que el sistema reproductivo de una determinada sociedad depende del tipo de presiones a las que fueron sometidas las generaciones anteriores. Unos cuantos patrones emergen para nuestra especie, Robert Trivers identificó uno de ellos con su teoría de la inversión paterna: en las especies que se reproducen sexualmente, los machos tienen el potencial de producir muchas células sexuales durante su vida, mientras que las mujeres una pocas.