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Cultură

Soy una feminista que ama el sexo rudo

El verdadero reto es encontrar una persona que pueda hacer estos actos casi degradantes y acepte que, después de tragarme su semen, no puede decirme qué hacer.

Ilustración por Julia Dickens.

La primera vez que experimenté mi versión de perfección fue cuando conocí a un hombre hermoso en Mónaco el año pasado. Es joven, multimillonario (tienes que serlo para vivir en Montecarlo) y durante nuestra cita en la terraza del Hotel Hermitage, expresó su opinión de que biológicamente, en el fondo, todas las mujeres quieren que las dominen. Levante una ceja y le dije que no estaba de acuerdo. No quiero que ninguna parte de mí o de mi vida sea controlada por un hombre, afuera de la habitación. Omití esa ultima parte de mi objeción porque, la verdad, no quería darle más herramientas para fomentar su opinión de que las mujeres están en una posición de esclavitud. Lo que él no sabía era que yo tenía las pantis empapadas. No dormimos juntos esa noche pero cuando fui a despedirme de él un día antes de que partiera mi vuelo, se me acercó por la espalda mientras yo me estaba viendo en el espejo, me dio la vuelta y me besó. Respiré hondo y pensé "Oh Dios sí, YOLO solo esta vez, por favor". Y sentí como se desvanecía mi ansiedad usual de dormir con un desconocido. Él era perfección absoluta. En cada palabra que decía, en cada lugar donde ponía sus manos: alrededor de mis caderas, cuello, cabello, rostro; era dolor y éxtasis al mismo tiempo y tengo que darle las gracias por hacer que mi fantasía se volviera realidad.

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La vida es dura cuando eres una feminista que ama que se la cojan. En la vida cotidiana, nadie me puede decir nada. Pero en la recámara, trato de verme como una gimnasta olímpica teniendo sexo sin coreografías.


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Es vergonzoso confesar estos deseos, en especial cuando vivimos en un mundo donde las mujeres exigen equidad. Hago lo que quiero y no me da pena compartir mi punto de vista feminista durante una primera cita y nadie puede decirme qué hacer. Me han suspendido de la escuela por "desobedecer a las autoridades" tantas veces que ya perdí la cuenta, así que podría decirse que tengo un problema para seguir órdenes. Tener esta mentalidad y al mismo tiempo querer que me cojan duro y me digan cosas sucias ya es bastante confuso para mí, y ni hablar de cómo suena para los demás.

Ya se acabaron los días en los que pensaba que era imposible estar tan húmeda. Me di cuenta de que gran parte de mi excitación se veía entorpecida por la falta de estimulación previa y asertividad de mis parejas. Y como no expresaba mis necesidades, tuve que conformarme con sexo vainilla con mucho lubricante. "¿Por qué no simplemente les dices que quieres que sean más dominantes?", me han preguntado. Parece los más lógico, ¿no? Pues no. En cuanto menciono las palabras "rudo" o "dominante", tratan de meter su pene a la fuerza, de hacer su versión inexperta de una escena de 50 Shades of Grey y de recrear parte de la mierda que han visto en Pornhub. Creo que lo difícil de lo fetiche es que es un término muy amplio que abarca todo desde nalgadas suaves hasta agujas, choques eléctricos y otros métodos extremos para infligir dolor.

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El sexo rudo no siempre es igual a BDSM y el BDSM no siempre es igual a sexo rudo.

Es aterrador tratar de encontrar a un hombre que entienda ese balance frágil y que me haga sentir tan segura como para dejar que tome el control sobre mi cuerpo, sin que traiga sus propias ideas premeditadas de cómo cree que debe ser para ambos. ¿Cómo decirle al hombre al que le pediste que tome el control que no haga lo que te quiere hacer?


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Entiendo que para algunos hombres puede ser difícil de entender. He estado con hombres que se ponen tan nerviosos y se sienten tan intimidados conmigo que no saben qué hacer y que le dan como si estuvieran teniendo un ataque. H estado con unos que no tienen idea de qué significa ser sexualmente asertivo y me piden una rutina construida cuidadosamente. En ese caso, mejor empiezo a dirigir películas porno y a cobrar por escribir guiones. Y los peores son los que creen que quiero que me golpeen en la cara y que me obliguen a lamer la planta de sus pies. Carajo. No. Si se menciona alguna de las anteriores en el itinerario, se activan las alertas rojas y aborto misión de inmediato.

La dominación está en todas las acciones, movimientos microinsinuaciones y la posición de las manos en las partes del cuerpo con resolución y control. Es una danza delicada con alguien se sabe guiar. Esa sensación carnal de que alguien me quiere, me desea y me considera sexy es algo nuevo para mí. Como era pequeña y plana —todavía sigo luchando con mis senos copa 32A—, nunca me escogían en el juego de la botella. Durante mi adolescencia y una parte de mi adultez, tuve sexo con la playera puesta o mínimo con el brasier. Tardé mucho en sentirme sexy y aun no logro que sea así todo el tiempo.

Es emocionante estar al borde del dolor. Cuando un hombre se toma el tiempo de explorarme y forzarme, me está dando su atención no dividida y eso es lo que me prende. Cuando mi cuerpo reacciona físicamente a algo que mi cerebro normalmente rechaza, es algo confuso y sofocante, y no puedo privarme de eso solo por seguir mis principios. Me ofrecen la oportunidad de tomar la decisión de ceder el control de mi cuerpo y ese gesto en sí es poderoso y liberador. El verdadero reto es encontrar una persona que pueda hacer estos actos casi degradantes y acepte que, después de tragarme su semen, no puede decirme qué hacer.