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Tengo sexsomnia y no existe una cura

Se siente como un bizarro sueño mojado que se mezcla con la realidad justo lo suficiente para hacerlo sensorial, pero no tanto como para abandonar lo onírico.

Sucedió en la oscuridad. Siempre es así. Hace unos tres años comencé a tener sueños sobre una mujer extraña. Se podría decir que tuvimos una conexión física. Cada vez que esta mujer y yo estamos en el mismo lugar las cosas se ponen calientes y densas, sin intercambio de palabras, ni siquiera un vistazo. Pero estos no son sueños ordinarios: estos sueños se cuelan en la realidad. Pronto descubrí que esta extraña mujer estaba tendida a mi lado en la cama. Era mi novia.

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Se siente como un raro sueño húmedo que se mezcla con la realidad justo lo suficiente para hacerlo sensorial, pero no tanto como para abandonar el surrealismo. Es como una novela de Murakami. Mi novia, con quien ahora estoy casado, comenzó cariñosamente a referirse a mis insinuaciones nocturnas como "la peste sexual de medianoche", aunque suceden alrededor de la una de la madrugada. Estos encuentros también se conocen con otro nombre que está ganando popularidad: sexsomnio.

Al inicio de su carrera, el doctor Colin Shapiro, doctor en neurociencia, estaba trabajando como investigador en un laboratorio del sueño de Sudáfrica, en 1984. Fue ahí donde se topó con una mujer que lo llevó a acuñar el termino "sexsomnio".

"Una periodista me entrevistó, y al final me preguntó si podía contarle algo personal", dice Shapiro.

Esta periodista le contó a Shapiro sobre las noches cuando su marido se despertaba y ella estaba masturbándose mientras dormía. La pareja se había casado recientemente, y sus síntomas no reconocidos de sexsomnio hicieron tensa la relación, lo que terminó en un sentimiento de confusión para la mujer y de rechazo para el marido.

"Debo decir que cuando escuché esto no entendí a qué se refería", me dijo Shapiro. "Tuve que ver varios casos para darme cuenta que era un patrón. Y finalmente, cuando empiezas a hacer las preguntas correctas, recibes una respuesta".

Durante los siguientes 12 años Shapiro coleccionó otros casos de sexsomnio y escribió un artículo sobre ellos, el primero en su clase, publicado en 1996 y titulado "Comportamiento sexual en el sueño, una nueva parasomnia". La parasomnia es una gran categoría de comportamientos anormales, como caminar dormido, los terrores nocturnos y la parálisis del sueño. En ella también entra el sexsomnio. En 2003, Shapiro y sus colegas publicaron una evolución de ese reporte inicial llamado "Sexsomnio, ¿una nueva parasomnia?" que presentó y describió a detalle los 11 casos recolectados.

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Una de las investigaciones más interesantes sobre el sexsomnio vino de un esfuerzo coordinado entre el Centro Regional de Trastornos del Sueño de Minnesota, la Universidad de Minnesota y la Universidad Stanford. Fue publicado en 2007 por los doctores Carlos Schenck, Mark Mahowald y la doctora Isabelle Arnulf, quien también es doctora en neurociencia. La investigación se titula "Sueño y sexo: ¿Qué puede salir mal?" y explica cómo el sexsomnio es experimentado de manera distinta por diferentes personas. El estudio muestra que el sexsomnio en las mujeres normalmente se manifiesta con autoestimulación, mientras que los hombres tienden a involucrar a la persona que esté a su lado.

El último estudio, en el que Shapiro colaboró y que fue publicado en 2010, encontró que casi el ocho por ciento de los pacientes con trastornos del sueño en un centro de Toronto han reportado sexsomnio. El mismo estudio revela que la condición es más común en hombres que en mujeres.

Pese a la historia que tiene Shapiro con esta condición, el sexsomnio aún está en la infancia clínica. Fue publicado su reconocimiento oficial como condición en mayo de 2014, dentro de la Clasificación de trastornos de sueño III (ICSD-3, por sus siglas en inglés). Y hay mucho que aún no sabemos. Lo que sí sabemos es que el espectro total del comportamiento durante el sexsomnio incluye gemidos, gritos, blasfemias, masturbación, toques inapropiados a la persona que está a tu lado, movimientos pélvicos e incluso coito.

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En mi caso yo empezaba a moverme y a tocar a mi esposa. Casi todo el tiempo ella respondía positivamente a mis intentos inconscientes, pese a que estaba medio dormida. Había algo muy extraño sobre la experiencia, como si de alguna forma fuéramos dos personas distintas. Se transformó en una sorpresa agradable para nosotros, y hasta lo tomábamos con humor. Pero no todos los casos de sexsomnio son tan inocentes.

Una búsqueda rápida sobre el tema en Google me condujo a suficientes casos de violación y abuso sexual como para darme cuenta que necesitaba ver a un doctor. Verán, junto a mis síntomas de sexsomnio también hay un largo historial de sonambulismo y terrores nocturnos, los que han dejado un par de historias: durante el último episodio di vuelta al mueble que usamos como ropero y soporte para la televisión. Como si no tuviera suficiente de que preocuparme, me hice cada vez más temeroso de lo que podría hacer mientras estuviera en los brazos de Morfeo, fueran hechos de índole sexual o no.

Mi médico me recomendó el Centro Weill de Medicina del Sueño, en Cornell, ubicado en el Upper East Side de Manhattan. Me reuní con el codirector, el doctor Arthur J. Spielman, quien me hizo esperar antes de pasarme a mi primera consulta; no había duda que él y sus investigadores querían hacerme un estudio nocturno. Sólo necesitaban saber qué condiciones investigar.

Las parasomnias, incluido el sexsomnio, pueden ser detonadas por muchas cosas. La causa para que personas como yo nos comportemos así, es despertar abruptamente durante el sueño profundo. A veces puede ser un factor externo lo que te despierta, algo simple, como un ruido a mitad de la noche. Otras veces puede ser una condición médica, como la apnea del sueño, que es cuando los roncadores despiertan al dejar de respirar por un segundo. Estos disturbios fragmentan el sueño y pueden provocar sexsomnio. El alcohol es otro alterador del sueño que puede jugar un papel clave.

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Dado el nivel de parasomnias que tengo y el hecho que a veces ronco, mi estudio del sueño incluyó observación para la apnea de sueño y parasomnias no REM, que es donde está incluido el sexsomnio, junto al clásico sonambulismo y otras alteraciones, como el terror nocturno. El doctor Spielman también buscó ataques nocturnos (pertenecientes a la epilepsia) y trastornos de comportamiento REM, los que involucran dar patadas y golpes durante el sueño.

En la noche del estudio, y para el momento en que el técnico del sueño me puso los cables, tenía encima 33 piezas de tecnología que monitoreaban cualquier comportamiento relevante. El surtido de coloridos instrumentos funciona como un electroencefalograma (EEG), midiendo desde actividad cerebral hasta lo que hace el cuerpo durante el sueño.

Tenía 15 electrodos de EGG en mi cabeza para monitorear las ondas cerebrales, con el fin de mostrar el estado de sueño en el que me encontraba. Normalmente son nueve, pero en mi caso el técnico aplicó seis más para detectar convulsiones nocturnas. Cada uno de estos electrodos estaba pegado con una pasta conductora que facilita la lectura eléctrica, untada entre mi pelo y el electrodo. El técnico después puso un electrodo al lado de cada ojo para medir el movimiento y calibrar el sueño REM, y también puso tres más en mi quijada para monitorear el rechinido de los dientes. Dos electrodos iban en mis brazos y piernas para medir el tono muscular y el movimiento de las extremidades asociado al comportamiento producido por trastornos REM.

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También había dos electrodos de electrocardiograma (EKG) en mi torso, uno en la caja torácica y otro en la parte superior del pecho para recibir información de mi ritmo cardiaco. Dos bandas respiratorias estaban alrededor de mi pecho para determinar cuánto subía y bajaba. Un termistor, hecho de plástico y puesto frente a mi boca, medía la respiración y el ritmo circadiano.

Estábamos casi listos. Claro que lo más molesto estaba por venir.

Conectado para dormir. Fotografía por el autor.

Lo más molesto era la cánula de flujo, una manguera de plástico insertada en mis fosas nasales que mediría los ronquidos. Hacía cosquillas al comienzo, pero rápidamente se transformó en lo más irritante de todo el proceso de preparación. El toque final fue el oxímetro de pulso en mi dedo índice derecho, para medir los niveles de oxígeno en la sangre. Pese a todas estas piezas colgando en mi cuerpo, luego de diez minutos me sentí extrañamente bien. Y luego ya estaba listo para dormir.

Debido a que las parasomnias, como el sexsomnio, son gatilladas por un abrupto despertar desde el sueño profundo, la privación del sueño en los días previos al evento son un factor típico de estos episodios. Acepté dormir dos horas menos la noche antes del estudio. La idea era crear condiciones similares a las noches en que ocurren mis episodios. Con eso en mente hice lo que hago normalmente durante mi rutina nocturna en la cama: vi algo de televisión y después leí, hasta que mis párpados estuvieran pesados.

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Dormir fue más fácil de lo que pensaba, pero estuve muy activo esa noche. En un punto me desperté agitado, golpeando la cama. No podía entender lo que estaba haciendo. Luego lo averigüe: estaba intentando sacar el oxímetro de mi dedo índice. No se por qué, pero estaba haciendo todo lo posible para arrancar violentamente el maldito aparato.

Cuando desperté del todo y me tranquilicé, hablé con el técnico a través del intercomunicador. Vino e intentó poner nuevamente el oxímetro, pero no pudo. Al parecer lo rompí. Así que me puso uno nuevo. Este tipo de comportamiento es raro en un estudio del sueño bajo observación clínica, y sentí un extraño sentimiento de orgullo mientras volvía a dormir.

Luego supe que quizá recibí un poco de ayuda. Si bien no queda claro si lo practican en el Centro de Medicina del Sueño Will Cornell, el doctor Andrew Westwood, un neurólogo del Centro Médico de la Universidad de Columbia, me compartió un pequeño secreto: "Vemos si están profundamente dormidos. Y cualquier tipo de ruidos a través del intercomunicador puede provocar uno de estos episodios", me dijo Westwood.

No pude confirmar si esto es una práctica regular del doctor Spielman, quien no quiso que lo citara directamente a él ni su staff durante mi estudio y seguimiento. Pero quizás explica por qué me sentí tan atontado la mañana siguiente, mientras me lavaba el pelo por tercera vez intentando remover los últimos pedazos de pasta conductiva. Estaba feliz de haber hecho el estudio, pero no me veía haciéndolo de nuevo en el corto plazo.

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"Usualmente la gente va a dormir a la clínica debido a alguien más", dice Westwood. "No es su motivación la que los hace ir, es cuando otras personas están preocupadas por ellos, se han hecho daño o se preocupan que pueda haber algo realmente mal en ellos".

Pero incluso en la ciudad que nunca duerme, estos estudios son cada vez más comunes. Westwood dice que ahora son populares: "De vez en cuando ves gente que viene a hacerse un estudio de sueño no porque haya algo malo, sino para asegurarse de que todo esté bien" dice.

Una semana después del estudio nocturno me reuní con el doctor Spielman para ver los resultados. Había buenas noticias: con lo observado había sido posible descartar apnea, ataques nocturnos y trastornos de comportamiento REM.

El estudio mostró que tuve grandes cantidades de sueño de ondas lentas no REM 3, o N3. Durante este sueño N3 de ondas lentas, tuve varios despertares abruptos junto a un rápido ritmo cardiaco, la firma de una parasomnia no REM. El doctor Spielman pudo confirmar que mi sexsomnio, mi sonambulismo y los terrores nocturnos, e incluso cuando intenté romper el oxímetro, pueden estar ligados a estos patrones.

Mientras el doctor Spielman cerraba mi archivo en su computadora, habló del "sexsomnio" como uno de los diagnósticos. Esto no habría podido ser diagnosticado hace cuatro meses, pero ahora sí, en parte porque en la nueva edición del ICSD-3 incluye esta nueva condición. Y si mi diagnóstico de sexsomnio fue sencillo, lo que ocurre en el cerebro durante un episodio no lo es.

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"Durante el sueño, la corteza prefrontal del cerebro está esencialmente desconectada", explica el doctor Michel Cramer Bornemann, investigador en jefe de la Asociación Forense del Sueño, un grupo de doctores y expertos legales en parasomnias.

"La corteza prefrontal es la parte del cerebro que realiza comportamientos complejos como la toma de decisiones y las conductas orientadas a objetivos", me dijo. "En el fondo del cerebro están los generadores centrales de patrones, y estos generadores manejan el comportamiento necesario para la supervivencia".

Estos comportamientos de supervivencia, regulados por loops programados de corriente eléctrica, incluyen impulsos primarios como nuestra respuesta en peleas o durante vuelos, el comer y también la actividad sexual, dice Bornemann, quien agrega que estos generadores de patrones están localizados "muy cerca" de las partes del cerebro que controlan el dormir y el despertar.

"Entonces, si sucede algo que fragmente el sueño", como un ruido en la noche o tu compañero dándote empujones, "sólo faltaría un pequeño error eléctrico desde los centros generadores del dormir / despertar para detonar un generador central de patrones", explica. "Y uno de los resultados puede ser el comportamiento sexualizado".

En otras palabras, cuando un error como éste ocurre, tu corteza prefrontal no hace el trabajo de estar seguro que no hagas nada de lo que te puedes arrepentir y que, de estar despierto, no harías. Esto explica el comportamiento de gente que come o se pone violenta durante episodios de sonambulismo.

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Los mecanismos neurálgicos del sexsomnio pueden ser explicados, al parecer. Pero el tratamiento aún es muy difícil de descifrar.

El tratamiento que el doctor Spielman y yo acordamos fue intentar con Klonopin (clonazepam genérico), una benzodiacepina ansiolítica sedante. El Klonopin es conocido por ser efectivo en tratar parasomnias no REM, como el sexsomnio, en sobre el 70 por ciento de los casos. Lo que no se sabe es cómo exactamente.

El Klonopin funciona activando ácido gamma-aminobutírico (GABA), el neurotransmisor de tu cerebro encargado de tranquilizarte. La droga se adhiere al receptor GABA-A dentro del cerebro, incrementando la sedación y la hipnosis. La teoría es que con un alto nivel de sedación no serás perturbado por lo que suceda durante la noche, y es menos probable que se produzca un despertar abrupto que detone episodios de sexsomnio.

Si acaso el Klonopin altera los caminos del cerebro donde estos errores ocurren, aún está por verse. Pero pese a que la teoría neurológica no está muy clara, los doctores han visto resultados positivos.

"No hace falta decir que aceptamos al Klonopin como una droga muy efectiva en todos los ámbitos", dijo Bornemann.

Según el doctor, Klonopin es el tratamiento más prescrito para el sexsomnio y otras parasomnias no REM. Y pese a que sólo tenemos una forma de medicar a quienes sufren sexsomnio, la forma en que esta condición afecta las relaciones es muy variada.

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"Si es severo o leve no va a notarse mucho en tu comportamiento". dice el doctor Bornemann, "pero sí va a influir en tu pareja. Digamos que sucede una vez al mes. Para alguien sensible, esa vez al mes puede ser muy problemática".

Yo soy afortunado, en el sentido que mis episodios de sexsomnio son leves y no amenazantes. Mi mujer entiende mi condición y la acepta. Pero existe también el otro extremo. Como se pueden imaginar, el sexsomnio puede terminar con problemas en las relaciones, incluso el divorcio. Y peor aun, puede resultar en incidentes de abuso sexual.

Además de la medicación, hacer cambios en tu estilo de vida puede prevenir estos desafortunados eventos. Entre los más importantes están manejar la falta de sueño y el estrés, y también con quién decides compartir la cama.

Pese a que esta condición esta completamente no relacionada con la pedofilia, me han dicho que los padres con sexsomnio deben olvidarse de compartir camas con sus hijos (yo, por ejemplo, no tengo hijos). Lamentablemente algunas personas recibieron este consejo muy tarde.

Hace poco en Ottawa un hombre fue acusado de importunar a su hija, el acusado testificó que padece sexsomnio y no había buscado un diagnóstico formal hasta después del episodio que le valió cargos criminales. Cada caso es diferente en su complejidad, y en éste, dos expertos del sueño —uno de ellos es el doctor Shapiro— dieron testimonios opuestos sobre el papel del alcohol como detonante. El veredicto se espera para el 12 de noviembre.

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De acuerdo al doctor Bornemann, muchos de los juicios criminales en los que él participa y que se relacionan con el sexsomnio, involucran padres y sus hijos. Él y sus colegas de la Asociación Forense del Sueño fueron el primer grupo en ofrecer su experiencia sobre los trastornos del sueño en casos legales. Antes incluso que se formara el grupo, Bornemann, Carlos Schenck y Mark Mahowald fueron contactados por organizaciones legales y fuerzas policiales para dar sus testimonios en casos donde estuviera envuelta algún tipo de parasomnia.

"Un abogado puede ir adonde el asistente legal y decir ‘Encuentra todo lo que puedas en la literatura médica sobre violencia y sueño’, e inevitablemente van a venir en nuestra búsqueda", dice Bornemann.

Como investigador en jefe de la Asociación Forense del Sueño, Bornemann ha investigado más de trescientos casos criminales relacionados, 40 por ciento de los cuales están asociados con abuso sexual. Si juntas estos casos con los relacionados con el efecto adverso de la droga para dormir Ambien, el porcentaje crece.

"Esto no es para decir que siempre estoy trabajando con la defensa. No es poco común que un fiscal me contrate porque les preocupa que el abogado opuesto intente usar un twinkie como argumento de defensa'", dice Bornemann, refiriéndose al término periodístico utilizado en el juicio contra Dan White, acusado de asesinar a Harvey Milk y al alcalde de San Francisco, George Moscone, en 1979. Los abogados de White argumentaron que su alto consumo de Twinkies fue un síntoma de su depresión y "capacidad disminuida" al momento de las muertes. White fue encontrado culpable por homicidio imprudencial en vez de homicidio en primer grado y pasó cinco años en la cárcel antes de salir en libertad condicional el año 1985.

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En su trabajo, Bornemann hace de todo, desde buscar antiguos historiales médicos y otros problemas de sueño, hasta examinar reportes policiales y de testigos. Incluso reconstruye los sucesos en video 3D.

"Basados en eso podemos empezar a construir el proceso del comportamiento y la complejidad del comportamiento", explica. "¿Fue un proceso de muchos pasos? Esto es muy importante porque así podemos comenzar a armar el puzzle".

A partir de aquí, Bornemann evalúa la información forense del sueño y si tiene la firma del sexsomnio o no. Después de investigar y analizar, recomienda al jurado si el comportamiento relacionado con el sexsomnio es "muy probable, probable o poco probable". El jurado es quien toma la decisión.

Bornemann dice que los grandes obstáculos en este tipo de casos están relacionados. El escepticismo de la corte en casos de sexsomnio, se basa en gran parte en creencias que se oponen a la ciencia neurológica. En cada caso legal hay dos componentes importantes para llegar a una condena: mens rea, el termino en latín para la motivación o intención, demostrado por la conciencia; y actus rea, que es la parte de las acciones físicas que se llevaron a cabo.

La defensa legal en un caso de sexsomnio se basa en la asunción que el perpetrador no tuvo intención o motivación a la hora del crimen, debido a la falta de conciencia. Es en este punto crucial donde la ley y la ciencia difieren.

"Para ponerlo de una forma más sencilla: la comunidad legal ve la conciencia como una dicotomía. O estás completamente consciente o no estás consciente", dice Bornemann. "Sucede lo mismo con el sueño: o estás completamente dormido o estás despierto. Es uno o el otro. Pero en la neurociencia reconocemos que la conciencia es un espectro. Y la comunidad legal no lo toma en cuenta".

Lo que ha promovido la aparición de casos de sexsomnio en las cortes es su reciente inclusión en el ICS-3 como condición oficial, una revisión que Bornemann hizo por sí mismo, en su trabajo como jefe de las sección de parasomnia. Antes de esta clasificación, la defensa de un caso de sexsomnio podría ser desechada completamente si un juez la consideraba "insólita".

Este nuevo desarrollo no es sólo un avance en cómo el sexsomnio es visto en la corte. Hacia el futuro promoverá la investigación y su conocimiento. Con la llegada de los récords médicos electrónicos, la posibilidad de recoger datos de una relativamente desconocida nueva condición, como el sexsomnio, puede servir para entender mejor este padecimiento.

Incluso con este esperanzador paso hay mucho por hacer. Por mi parte, sólo puedo decir que he tenido un episodio de terror nocturno desde el estudio. Nada de sexsomnio. Planeo comenzar mi prueba con Klonopin pronto. Dada mi resistencia a utilizar prescripciones médicas por un largo periodo, espero que sea una prueba. El medicamento es un tratamiento, no una cura. Más allá de lo que podamos aprender sobre el sexsomnio en el futuro, cuando apago las luces no esperaré ver nada claro en la oscuridad.

@KlinckStephen

Este artículo fue publicado originalmente en Motherboard, nuestra plataforma de ciencia y tecnología.