FYI.

This story is over 5 years old.

Pase y llore

Pase y llore: Todo mal con la Ley Antimarchas

La llamada Ley de Movilidad no tiene sustento legal, pero podemos estar seguros de que eso no hará que Manera se detenga a la hora de reprimir manifestaciones. Aquí incluimos unos consejos para que siga viéndose bien mientras lo hace.

¿Se acuerdan de esa Ley de Movilidad para el DF que hizo ruido y se aprobó el año pasado? Sí, la misma que incluye entre sus artículos puntos tan brillantes como las prohibiciones de decir insultos o palabras "altisonantes" y de ocupar vialidades principales ("a protestar, al cerro"). También señala la necesidad de avisar a la autoridad 48 horas antes de cualquier manifestación, para ver si da permiso de que se realice. Y ésta, además, debe tener fines "lícitos", cualquier cosa que eso signifique.

Publicidad

El panista José Francisco Sotomayor Chávez, autor de la iniciativa. Foto vía.

Total, que además de ser una colección de maravillas reaccionarias, se trata de una ley que en varios aspectos es inconstitucional. Esto no lo digo gracias a mi destacada experiencia como jurista, sólo estoy repitiendo lo que dos juzgados ya determinaron. Desde el año pasado, lo había hecho una juez del ámbito local, y esta semana se pronunció un juzgado federal. Los dos coinciden en que la ley pasa por encima del derecho a la libre manifestación, un derecho contenido en algo que, aunque muchos no lo crean, aún existe y se llama Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. En concreto, el dictamen del juez federal habla de cómo varios aspectos de esa ley en la práctica están orientados a inhibir la protesta (algo que un mandril podía notar a simple vista; pero siempre es útil que lo determine un juez).

Una larga lista de ciudadanos y organizaciones sociales se han amparado contra la ley y hasta ahora el sistema judicial les ha dado la razón. Pero el GDF se ha decidido a defender su ley y en todos los casos ha apelado. La amenaza es que van a ir hasta la Suprema Corte. Ahora que la agencia de colocaciones de Peña Nieto logró colar a Medina Mora en la SCJN, puede que ésta decida cuidar los intereses de la mascota en que se ha convertido Mancera. Pero va a estar bueno ver cómo le harían para contradecir los argumentos de los juzgados y hacer pasar el contenido de la ley como si estuviera en perfecta armonía con la Constitución.

Publicidad

El camino puede ser largo, porque de la Suprema Corte podrían seguir las instancias internacionales. Pero el hecho es que la llamada Ley Antimarchas ya empezó a hacer agua por todas partes y su aplicación va a implicar cada vez más problemas para el Gobierno del DF, aunque sea tan sólo en el terreno de las apariencias legales.

Las posturas a favor y en contra de esta ley, y de las manifestaciones callejeras de protesta en general, han tenido muchas ocasiones de discutirse. No tengo intención de repasar todos los argumentos (ya escribí alguna vez sobre esa ley, además), pero voy a hablar de un aspecto del tema del que no me había ocupado antes: el principal argumento que se invoca para justificar la existencia de esta ley, y el que siempre se menciona cuando se critica las marchas, es el del entorpecimiento de la circulación vehicular. Se trata, en realidad, prácticamente del único argumento al que se le da cierto peso. Y en especial, se trata de los automóviles particulares, porque en lo que respecta a los coches dedicados al transporte público, la presión es mucho menor. Ese segmento de votantes, la gente que se mueve en coche propio, es el que marca en gran parte el ritmo de la chamba partidista.

Es extraño que se hable de que la ciudad queda "secuestrada" por las manifestaciones callejeras. Si lo piensan, en realidad las ciudades están sitiadas por los coches. Si algo determina el trazo y el uso del espacio público es el automóvil. La prioridad a la hora de organizar el espacio en que la gente va a hacer su vida cotidiana es que los coches circulen tan rápido como sea posible. Y a la luz de lo que pasa en una ciudad como el Defe, eso llega a significar tres centímetros por hora en ciertos momentos. Para todos los que estamos fuera de un coche (una categoría en la que llegamos a estar todos en alguna ocasión, aunque haya a quien le pese), las calles no son vías que nos llevan de un sitio a otro, sino barreras. El sonido de la ciudad, la música de fondo, es un tejido de motores de coches y el olor del espacio público es, sobre todo, el del escape. Etcétera.

Publicidad

De un lado, la ciudadanía circulando con fluidez y orden. Del otro, gente que camina con descaro, en vez de usar el coche como personas civilizadas.

Podrán alegar que mi caso no es representativo, pero igual se los paso al costo, por si les dice algo: vivo a dos cuadras de Reforma. Aunque la propaganda de filiación conservadora quisiera encasillarme en la población que se ve "afectada" por las marchas, lo cierto es que cuando "toman" esa avenida (algo que, tal vez no hace falta decirlo, pasa muy seguido), para mí es como si la rescataran. Con todo y los gritos de las consignas, está mucho más silenciosa y a pesar de que la atraviesen los contingentes, puedo caminar en ella con más libertad que cuando los automovilistas la confunden con una pista de Nascar. Si tengo que hacer un trayecto largo, no me hace falta más que caminar unos cinco minutos. Y de cualquier forma, puedo acabar tomando un taxi que se va a tardar horas en el tránsito. Es decir, como cualquier otro día que no haya marcha. En otras palabras, me parece que las manifestaciones callejeras pueden verse como una reconquista temporal del espacio público.

El caso es que, como decía, la Ley Antimarchas es sólo otra de las torpes estrategias de Mancera y lo que queda del PRD para congraciarse con ese segmento de ciudadanos que quieren seguir llamando a su orientación política como "de izquierda" o "progresista", pero que no renuncian a ver la problemática social a través de una ventana microscópica. Esa gente para la cual el mayor problema de esta ciudad es que ayer me tardé mucho en manejar hasta mi casa por culpa de la marcha. Y claro, hay que ver lo hermoso que es manejar en el De Efe cuando no hay manifestaciones.

Publicidad

Un aspecto de la avenida Tlalpan con tránsito fluido, durante una tarde en la que no ocurrieron marchas ni plantones. Se aprecia claramente cómo en ese momento los conductores gozan de una gran calidad de vida. Foto vía.

Además del intento de mantener las simpatías electorales, esta ley representa una vía para implementar las políticas represivas del gobierno federal, al que en muchos sentidos obedece el local. Y como sabemos, la formación policial de Mancera garantiza que se hará todo lo posible para "desincentivar" las manifestaciones incómodas. Por ejemplo, si se le mete la idea en la cabeza (o si Quique le truena los dedos), a los manifestantes se les saca el mole porque se les saca. Ya vimos todo lo que pasó durante las movilizaciones que hubo los últimos meses del año pasado: el sembradío de provocadores (acerca de los que sobran testimonios) con miras a dar una coartada para los toletazos y la larga lista de detenciones ilegales, documentadas por organizaciones como el Comité Cerezo. Y a pesar de la evidencia de actos arbitrarios, no hubo sanciones para el GDF.

Tanto el gobierno del DF como el de Quique tienen una crisis de credibilidad e imagen pública. El problema es que no tienen la menor disposición de dejar que la sensibilidad social se abra paso en sus aparatos ideológicos y aun así quieren que les tengamos cariño. Así que si quieren mantener las simpatías de la clase media y alta, pero conservar su maquillaje progresista, van las siguientes sugerencias orientadas a la mejor operación de los granaderos y las fuerzas represivas en general:

-Que haya equidad de género en los granaderos. Es decir, que sea igual de probable que el tolete que te abrió el cráneo haya sido manejado por un hombre que por una mujer, que por un transexual, que por un intersexual.

Publicidad

-Que antes de los trancazos, las y los granaderas y granaderos se alimenten con comida vegana y orgánica. En lugar de las quesadillas que ya hemos visto que tragan con fruición durante los minutos que preceden a su noble labor.

La ya famosa foto en la que puede verse cómo nuestros guardianes del orden se nutrían de manera cuestionable antes de que les soltaran la correa durante una manifestación por la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. Foto vía.

-Que tomen clases de carpintería, alfarería, vaciado de resinas o cualquier cosa que les sirva para fabricar de manera artesanal las armas con las que harán guardar el Estado de Derecho (macanas, escudos, balas de goma, etcétera).

-Que sus uniformes sean biodegradables.

-Que todos los perros y demás mascotas que sean llevados por sus dueños a las manifestaciones sean rescatados de sus manos desestabilizadoras por los granaderos y llevados a los mismos albergues a donde se destinaron los animales que ya no forman parte de los circos gracias al Partido Verde.

-Que nuestros h. granaderos lleven puestas playeras que digan "Todos somos Ayotzinapa", "Educación con calidad", "Que regrese Aristegui" o "Internet libre". Así quedaría claro que el gobierno no sólo comprende las causas justas, sino que incluso las comparte, pero que así con manifestaciones no es la forma, chavos.

De paso, hago saber que pongo cualquiera de estas propuestas a disposición del partido político que quiera usarlas como bandera para estas elecciones intermedias. Besos.

Sigue a la única gatita que escribe en VICE:

@infantasinalefa