Una tarde con Tony Hawk y el Cartel de Santa en Azcapotzalco

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Una tarde con Tony Hawk y el Cartel de Santa en Azcapotzalco

Hip hop y patinetas californianas en la Ciudad de México.

Un medio tubo gigante y una bocinas igual o más grandes son el escenario de lo que hace poco más de una década habría sido mi sueño: una tarde con Tony Hawk y sus amigos acompañados de algunos grupos de rock y el Cartel de Santa. Ya pasaron algunos años de que regresaba de la escuela a patinar y jugar videojuegos emulando al creador del legendario 900 o que escuchaba 'Perros' en el coche de algún primo mayor, pero aún así es una combinación que promete una buena noche.

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Aunque llegué a las 7PM a la Arena Ciudad de México, en Azcapotzalco, me perdí a uno de los grupos y aún así el lugar no está lleno aún. Conforme anochece continúa llegando gente: raperos y cholos con gorras, paliacates y playeras del Cartel entregaban su boleto después de jóvenes patinetos, papás radicales con sus hijos en hombros y mamás buena onda que acompañan a sus hijas.

Después de sufrir a una banda de covers, ver patinar a algunos amateurs mexicanos y echar un poquito de desmadre con los Estrambóticos, llegó el momento que esperaba. El patinador de 48 años se sube al medio tubo acompañado de algunos skaters profesionales y dos BMX. Mientras se presentan, hacen algunos trucos de rutina. Un skater de 12 años hace nueve 540 seguidos y un BMX siete flips al hilo. Tony, por su parte, saca algunos de sus mejores trucos del arsenal: nosegrab 360, invert, boneless…

A la media hora del show, Tony Hawk acapara el escenario: está intentando hacer el 900, ese truco que inventó en los X-Games de 1999 y con el que se consagró como el mejor. Después de unos intentos fallidos, el host pide ruido para motivar a Tony. Él se empieza a ver frustrado mientras la gente sigue gritando y sus amigos hacen trucos cada vez más complejos. Intento tras intento, cada vez parece más cerca de lograrlo. Pero ya no son los noventa y tampoco hay mucho tiempo. Se hace noche y mucha gente vino solamente a ver al Cartel de Santa. Tony finalmente se despide y el público lo aclama por igual; una leyenda no depende del espectáculo de una noche, y los increíbles skaters que trajo y a los miles que inspira día con día son un legado más difícil de lograr que el 900.

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Se apagan las luces y aparece Estilo Santa. Mientras ponen unos tracks acompañados con un acordeón, los raperos en el público se amontonan al frente y de primera instancia pareciera que todos los niños skaters se fueron cuando terminó Tony Hawk, pero no. Me adentro en la gente y entre grupos de raperos veo a algunos niños con sus gorras planas, moviendo la cabeza de arriba para abajo y con una mano al aire.

Unas canciones después aparece Millonario, otro miembro del Cartel y de Casa Babilonia que ha ganado notoriedad en el grupo desde la salida de Dharius. Se acerca la media noche y el público se empieza a aburrir. Cada vez se prenden más porros y la gente baila menos. Nadie canta y algunos empiezan a platicar. Incluso empiezo a sospechar que esta es una nueva modalidad del Cartel de Santa en la que solo algunos de sus miembros se presentan.

Cerca de las 12 se vuelven a apagar las luces y aparece MC Babo con Mono. Por fin va a empezar el Cartel y el público lo sabe. Si antes parecía que los raperos estaban apretados al frente, ahora el público parece la mitad de grande pero el doble de apretado. También me doy cuenta que —ahora sí— casi no hay niños. El ambiente se puso de alguna manera más pesado, como si solo hasta esta hora pudieran sonar las canciones del grupo de Santa Catarina: 'Todas mueren por mí', 'Extasis', 'Hey si me ven', 'La pelotona' y otros de sus antiguos éxitos se combinan con 'Los mensajes del Whatsapp', 'Si te vienen a contar' y otras rolas de su último disco para enajenar al público un rato y terminar la noche de patinetas y rap.

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Aunque Tony Hawk no logró su famoso 900 y el Cartel está lejos de ser lo que alguna vez representó, la verdad es que yo tampoco regreso a patinar ni me encierro en mi cuarto a escuchar al Babo cuando estoy enojado. Ya pasaron más de diez años de eso. Ahora hay otros skaters haciendo trucos cada vez más locos y mi gusto por el rap va más allá del Cartel, pero lo que vi esta tarde fue a dos grandes talentos de sus disciplinas, con una perseverancia y una dedicación que hacen que sus fanáticos todavía los sigamos 15 años después de su gloria, y que decenas de niños sigan idolatrando a una de las leyendas más grandes del skate esperando algún día estar al frente de otra tarde radical con patinetas y música.