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Cultură

Un acertijo

En Vice tenemos el privilegio de publicar este cuento inédito de Stanisław Lem.

El autor polaco Stanisław Lem es quizá el escritor más aclamados de ciencia ficción entre los guardianes más exigentes y hardcore del género. Solaris, su famosa novela publicada en 1961, gira en torno a la exploración científica de un planeta cubierto de agua y culmina cuando los investigadores se dan cuenta que Solaris tiene conciencia, los está estudiando, y de alguna forma logra manifestar frente a ellos representaciones físicas de sus recuerdos más oscuros.

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Lo que muchos no saben sobre Solaris es que su publicación original en inglés (i.e., la que tienen casi todos los angloparlantes en sus libreros) es una traducción de la versión en francés, la cual fue traducida del texto original en polaco. Cualquiera que sepa algo sobre las traducciones literarias sabe que ésta es una gran forma de destruir las frases cuidadosamente pensadas por el autor y, todavía peor, el significado del texto.

El año pasado, para marcar el 50 aniversario del libro, Lem Estate solicitó a Bill Johnson, un reconocido traductor, que hiciera una traducción directa del polaco al inglés de Solaris, lo que permitió a los angloparlantes disfrutar por primera vez la experiencia que el autor tenía en mente.

Bill tuvo la gentileza de proporcionarnos “A Puzzle” (Un Acertijo), una historia corta de Lem que había permanecido sin publicarse en inglés, hasta ahora. Aquí, tenemos el privilegio de publicar este cuento en español por primera vez. La historia trata de un doctor cibernético de imanes, teología robótica, “cerebros de gelatina”, y muchas otras cosas esotéricas e interesantes. 

El Padre Zinctus, Doctor de Magnetismo, estaba sentado en su celda y –rechinando porque había omitido, deliberadamente, aplicarse aceite con fines de automortificación– estaba estudiando un comentario de Chlorofantus Omnicki, poniendo especial atención en su conocido Libro Seis. Sobre la creación de los robots. Justo acababa de llegar al final del versículo sobre la programación del universo y estudiaba detenidamente las páginas con ilustraciones de colores brillantes que revelaban cómo el Señor, luego de desarrollar un cariño especial por el hierro entre los metales, le dio vida con su aliento, cuando el Padre Chlorinian entró de puntas a la celda y se paró discretamente junto a la ventana, intentando no molestar al eminente teólogo mientras filosofaba.

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—¿Qué pasa, Chlorinian, amigo mío?— preguntó el Padre Zinctus luego de un momento, levantando sus ojos cristalinos del tomo.

—Señor y padre mío—dijo el otro—le traigo un libro recientemente prohibido por la Santa Oficina, un trabajo engendrado por los susurros de Satán y escrito por el terrible Lapidor de Marmageddon, conocido como el Halogenita. Contiene descripciones de los sórdidos experimentos que llevó acabo en un intento por refutar la fe verdadera.

Colocó frente al Padre Zinctus un volumen delgado, que tenía ya los sellos necesarios, según los requerimientos de la Santa Oficina.

El viejo se limpió la frente. Cayó un poco de óxido sobre las páginas del libro, el cual tomó rápidamente entre sus manos con las palabras:

—¡No es terrible, no es terrible, mi buen Chlorinian, simplemente desafortunado por haberse salido del camino!

Mientras hablaba, volteaba las páginas. Analizando los títulos de los distintos capítulos: “Sobre las criaturas suaves y pálidas”; “Sobre los productos lácteos que pueden pensar”; “Sobre el génesis de la razón desde la máquina irrazonable”. Después soltó una breve y benévola sonrisa, y dijo:

—Escucha, Chlorinian. Tú y la Santa Oficina, por la cual tengo un gran respeto, ven las cosas desde el punto de vista equivocado. ¿Qué es esto realmente? Pura palabrería soñada con una tapa de rueda, tonterías, leyendas falsas que se reviven por enésima vez. Todo está basado en los Hombres de Gelatina, quienes supuestamente nos inventaron en su momento con alambres y tornillos… Estos seres apachurrables, aplastables o de carne y hueso, como los llaman los otros Apocrypha.

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—¡En lugar del Todopoderoso!—suspiró el Padre Chlorinian mientras se estremecía.

—Hacer anatema de todo a izquierda, derecha y centro, no sirve de nada—continuó el Padre Zinctus, con alegría. —Al final, ¿no es mejor tomar la postura del Padre Etheric de los Phasotrons, quien hace tres décadas dijo que éste no era un problema teológico sino uno de historia natural?

—Pero, Padre Zinctus—respondió el Padre Chlorinian, casi atascándose—está prohibido predicar esa doctrina ex cátedra, y la única razón por la que no la condenamos fue por la gran piedad de su autor, quien…

—Tranquilo, querido Chlorinian—dijo el Padre Zinctus. —Es algo bueno que no haya sido condenada, porque no es mala en lo absoluto. Etheric dijo que incluso si aceptamos la existencia de los seres suaves que en algún punto supuestamente nos crearon en sus talleres, y después se aniquilaron, eso no descarta los orígenes sobrenaturales del espíritu. Después de todo, por la voluntad del Señor Todopoderoso, esos paladinos se convirtieron en el instrumento de la creación verdadera, lo que implica que Él les asignó la tarea de construir a un pueblo de acero, el cual después de la Última Evaluación cantarían canciones de agradecimiento para Él. Aunque estoy de acuerdo que una posición alterna que rechace de forma categórica dicha posibilidad raya en la peor de las herejías, pues va en contra de las Escrituras negarle su poder absoluto. ¿Qué tienes que decir al respecto?

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—El asunto es, Padre Zinctus, que Cyborax, Doctor de la Santa Teología, ha demostrado cómo los estudios bien fundamentados de Tourmaline el Palidólogo, en los que se basa el Padre Etheric, contienen no sólo argumentos que insultan la razón, sino también blasfemias contra la fe. Su libro dice que esos habitantes producían a sus descendientes no con diseños estandarizados, consultando a los ingenieros reproductivos, la única forma natural, con el ensamblaje de partes prefabricadas; sino en la ausencia de cualquier tipo de entrenamiento o documentación, maquinaria y sin planeación alguna. ¿Cómo es posible tener progenie no diseñada? Si al menos se tratara de algo ilícito, un diseño no aprobado por la oficina pertinente del Departamento de Producción Demográfica, lo entendería. ¿Pero sin documentación alguna?

—Debo confesar que es extraño, ¿pero dónde está la blasfemia en ello?

—Perdóneme, Reverendo Padre, pero a mí también me sorprende que no la vea… Si pudieran stante pede, expromptu; sin más, sin preparación alguna, hacer lo que para nosotros implica estudios avanzados, la formación de consejos, y computaciones especializadas, entonces cada uno tendría que haber poseído una competencia reproductiva de forma directa, igual al conocimiento de todos nuestros cibernéticos, doctores, ¡y quizá incluso nuestros profesores de informática! ¿Puede eso ser cierto? ¿Cómo es posible que el más insignificante de estos chiquilicuatros pueda producir a su descendencia sin pensarlo dos veces? ¿Cómo puede saber lo que hay que hacer? Eso implicaría que la alternativa para obtener una educación superior sería producir descendencia sin experiencia alguna, de un solo intento, con un par de empujones; apenas puedo expresar dicha idea. Porque eso le daría a esos seres el poder de la creationis ex nihilo, de hacer algo de la nada, y por lo mismo, la habilidad para hacer milagros, una prerrogativa exclusiva del Señor.

—Dices que somos genios de la concepción o hacedores de milagros—dijo el Padre Zinctus. —Sin embargo el Palidólogo Dialysian escribe que aunque no creaban a sus descendientes con un consejo educado ni a través de discusiones, tampoco lo hacían solos, sino en parejas. ¡Es ahí donde percibo su especialización profesional! Esa idea es corroborada por las palabras que hemos recuperado de las páginas de libros quemados, en los que uno de ellos habla de tener “afecto” o “sentimientos” por otro; semper duo faciebant collegium multiplicationis, siempre se multiplicaban en un consejo de dos, ¿lo ves? Buscaban el aislamiento para consultar entre ellos, trabajar en su plan, y hacer los cálculos necesarios. No cabe duda que discutían sobre la conceptualización, porque sin el trabajo conceptual adecuado, la concepción es imposible, como la palabra lo indica, mi buen Chlorinian. Deben haber colaborado antes de comenzar a unir los microcomponentes, no pudo ser de otra manera. Crear a un ser pensante, rígido o suave, no es un juego.

—Permítame decirle lo que espero nunca ver—dijo el Padre Chlorinian con una voz temblorosa. —Sus ideas, Reverendo Padre, ¡han tomado un camino peligroso! Después me dirá que los descendientes se pueden producir, no en la mesa de diseño, luego de probar prototipos en el laboratorio, con la más alta concentración de espíritu posible, sino en la cama, sin prototipos ni entrenamiento, de manera aleatoria, en la oscuridad, y de manera involuntaria… le ruego y le advierto que éstas no son sólo patrañas innecesarias, ¡son incitaciones de Satanás! Recapacite, Padre…

—¿Realmente crees que se tomaría todas esas molestias—respondió el viejo obstinado. —Olvida los puntos más oscuros de la producción de niños. Acércate y te diré un secreto que te reconfortará… Ayer descubrí que tres quimisticianos del Instituto Coloidal construyeron, con gelatina, agua y algo más (queso, me parece), una especie de pudín que llaman Cerebro de Gelatina, que no sólo puede realizar operaciones de algebra avanzada, sino que puede jugar ajedrez; incluso derrotó al director del instituto. Como puedes ver, no tiene caso insistir en que ningún pensamiento puede surgir de una sustancia gelatinosa; ¡sin embargo, ésta es, la tan inflexible posición de la Santa Oficina!

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