Iván tiene 65 años, está jubilado, separado y vive en el barrio de Gracia de Barcelona. En su vida diaria combina la vida de un jubilado con ser un Hombre Perro. Tiene dos hijos y tres nietos, cuida de su madre de 94 años durante el día y cuando cae la noche se zambulle en la vida nocturna de los bares del Raval.De joven empezó a adentrarse en el mundo BDSM como camarógrafo para una productora llamada Sadomaso Producciones. También estaba en contacto con la revista Sadomaso de Barcelona. Estaba casado con dos hijos y compaginaba el porno con su trabajo de técnico de calefacción y de fotógrafo de arquitectura.
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A finales de los años 90, acudió por primera vez al Freak Festival de Balaguer, el festival de la contracultura, la cultura basura y las series B y Z. Allí fue donde actuó por primera vez como Hombre Perro. Inspirado por sus años en contacto con prácticas sexuales poco normativas, sintió que el papel iba bien con él y decidió interpretarlo de vez en cuando.
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Para Iván ser un Hombre Perro es una liberación, una fantasía, es un juego que él escoge y en el que él decide cuando empieza y cuando termina. Es una mezcla de morbo y una provocación, una diversión con la que observa la reacciona de la gente al verlo en cuatro patas y desnudo. Su espectáculo consiste en desnudarse, atarse una correa al cuello, llevar un plato de agua de perro (que muchas veces le llenan con cerveza) y pedirle al público que lo pasee y lo trate como un perro de verdad.A partir del primer Freak Festival, Iván continuó haciendo de Hombre Perro esporádicamente para fiestas, conciertos y sesiones de micrófono abierto. No ha sido sino hasta hace tres años que lo ha hecho más asiduamente en salas de Barcelona como Estraperlo, Sidecar, Magic y en fiestas y festivales como el Antikaraoke, el Porno Pogo Punk y la Muestra Marrana. También ha actuado en locales como Madame Jasmine o La Maceta.
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