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Un experto nos explica qué pasaría si Trump pierde y no acepta el resultado

Si está dispuesto a gastar en abogados y si tiene los bolsillos suficientemente llenos de dinero para poder costear esta acción legal, entonces veremos muchos obstáculos.

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En el último debate presidencial del miércoles, Donald Trump le dijo al moderador Chris Wallace que no necesariamente tiene que aceptar la derrota si es que eso sucede. "Te dejaré en suspenso ¿ok?", le contestó y en este instante millones de periodistas comenzaron a escribir sus notas sobre el debate.

Como Wallace le dijo a Trump, perder con estilo y respetar los resultados de las elecciones es una larga tradición en Estados Unidos. Los perdedores siempre hacen ruido sobre lo importante que es el proceso a pesar de que sufran una derrota controversial o que la votación haya estado muy cerrada, tal como la del ex vicepresidente Al Gore, o como Dick Tuck, quien luego de perder para ser senador de California en 1966 bromeó "Los votantes han hablado, esos bastardos".

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¿Alguien se ha rehusado a aceptar la derrota, o qué pasaría si alguien lo hiciera? Para responder esto llamé a James McCann quien es politólogo en la Universidad de Purdue y se especializa en discursos y políticas comparadas.

VICE: ¿Alguna vez algún candidato presidencial no admitió la derrota?
James McCann: El discurso de aceptación siempre se da, pero ahí hay varias opciones para el candidato en cómo lo quiere dar. Una forma sería como la de Al Gore. Aunque suceda lo más extraño o poco confiable, muestras un poco de espíritu ciudadano y reconoces la importancia de la democracia y demás cosas, aún cuando hayan habido irregularidades o cosas muy extrañas durante la elección y la cuenta de votos. Para otros, el discurso les sirve para posicionarlos ante una futura disputa, así que cuando dices "Sí, reconozco que perdí pero la lucha sigue en pie. Nuestras ideas no se perdieron. Tendremos otro día para brillar". Ese tipo de cosas son algo comprensible. Las personas que están dentro de la vida pública son trepadores, en su gran mayoría y siempre están pensando en el siguiente paso que darán.

Pero Trump no es un trepador en ese sentido. Él nunca ha estado al frente de una oficina pública.
En el caso de Trump no sé cuál vaya a ser su siguiente paso. No tiene el mismo incentivo. Puede decir que esto es su debut y despedida y que nunca se va a volver a postular para presidente pero a lo mejor quiere tener otra actividad profesional como crear un nuevo canal de noticias que le haga la competencia a Fox News, y ahí es cuando podremos ver que tiene un incentivo para ser insolente.

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¿Qué pasa si él no acepta la derrota o peor aún, dice que las elecciones estuvieron amañadas?
Digamos que él reclama que hubo fraude o irregularidades en la votación o que hackearon, hubo espionaje o la gente manipuló las urnas. Si ese es su argumento entonces tiene que buscar pruebas que lo confirmen. No puedes decir eso nada más porque sí. Tienes que tener evidencia si te vas a quejar.

Yo digo que este es un hombre que ha observado las elecciones y que está familiarizado con el sistema de Estados Unidos y sabe que estaría muy difícil que haya fraude en unas elecciones de esta magnitud. Nuestro sistema está muy fragmentado. Tenemos este principio de federalismo donde ves la administración de las elecciones de una forma muy local. Eso no quita que pueda haber errores. Un votante, por ejemplo, podría haberse equivocado cuando depositó la boleta o que tachara la casilla del candidato que le cae mal. Pero es muy difícil imaginar que haya un fraude a nivel del sistema.

¿Podría Trump demandar a la Comisión de Asistencia Electoral? ¿Eso detendría el proceso?
Él podría litigarla y dependiendo de qué tan fuertes sean los cargos se destinaría a un tribunal para que se encargue de eso. Si él quiere hacerlo y está dispuesto a gastar en abogados y si tiene los bolsillos suficientemente llenos de dinero para poder costear esta acción legal, entonces veremos muchos desafíos. Pero al final del día necesitas tener evidencia. Él está comenzando a litigar esto en la opinión pública en estos momentos. Está tratando de convencer a todos que el mundo está en su contra, en especial los medios masivos de comunicación. Eso es algo que obviamente no puedes convertir en un caso legal; es sólo una queja.

Pero no hay ninguna perturbación que yo pueda anticipar. Hay un camino que Trump puede usar si quiere pelear sobre irregularidades con la selección de votantes electorales o si quiere elegir ciertos resultados para pelear. Todo depende en cómo se de la votación.

Yo en verdad dudo que en el caso de que Trump no acepte la derrota cause algún disturbio. Lo que puede hacer es desestabilizar un poco las cosas. Ya hemos sido testigos de sus ataques durante toda su campaña así que es posible que en el peor de los casos Trump reclame que el sistema fue manipulado, que le robaron y aliente a la gente a ser violenta pero hay una ley que lo detendría. Yo no tengo duda que las autoridades responderían a cualquiera de sus alegaciones o a cualquier disturbio que ocurriera.

Entonces ¿aceptar la derrota es un gesto simbólico?
Pienso que un gesto simbólico es importante. Es como cuando un jugador de la NFL no se levanta durante el himno nacional —eso tiene un significado, puede conducir a una información importante sobre la opinión que tengan y que le da a la gente de qué hablar—. El consentimiento del perdedor en la política es algo grande.

Pongámoslo de esta forma: Si fueras un politólogo que está evaluando la calidad de la democracia en estas nuevas formas que hay, uno de los indicadores en los que más interesado estarías sería si los perdedores permanecen derrotados o si militan fuera de las instituciones formales. Si te fijas en lo que pasa después, este sería un indicador de que la democracia se está convirtiendo en otra cosa —autoritarismo o algo malo—. Hay una parte ceremonial en las elecciones, lo que es muy importante en términos de mantener al sistema democrático porque al final del día debe de haber una fuente de confianza y de buena fe para que las cosas malas no trasciendan, se queden ahí, en el pasado.