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VICE Sports

Un viernes 13 en el Mundial

El día de mi primer partido en el Mundial terminé hasta con los calzones mojados.

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La protagonista del juego entre México y Camerún, y del viernes 13 en general, sin duda fue la maldita lluvia. Cuando llegué a la ciudad de Natal, en Brasil, tres días antes del primer juego del TRI, nadie me advirtió que el delicioso calor que disfrutaba en la llamada “Cidade do Sol”, podía desaparecer de un día a otro y darle paso a 12 horas de lluvia incontrolable que me mojaron hasta los calzones. Quizá para muchos aficionados que les tocó ver el partido en la comodidad de su sala u oficina, la lluvia en la sede mundialista les importaba menos que un juego entre los equipos Niki Volos vs. Kerkyra de la segunda división griega. Probablemente se divirtieron hasta con los memes sobre el encuentro, ya que el regreso del sayayín Miguel Herrera fue deleitable, además de que muchos cumplieron sus sueños al ver las playeras mojadas de las brasileñas.

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La neta es que mi realidad fue otra. Más allá de descubrir que hay árbitros más malos que el ChiquiMarco en el mundo o hablar de la bendita victoria de la Seleccion Mexicana (Ojo que digo bendita porque seguro muchos federativos no solo durmieron en paz, si no que hasta una buena peda se pusieron) me sorprendió ver como las gotas le cambiaron el sentido a lo que tenía pensado sería mi gran primera aventura como periodista/aficionada en Brasil 2014.

Para empezar, si los mexicanos de por sí son la afición más cansadora de este certamen con su "¡Brasil va a probar el chile nacional!" y un loop interminable del "Cielito lindo", la lluvia hizo que no les quedara de otra más que ahogarse el triple de lo habitual en un cocktail de cerveza con agua para poder perder aún más el estilo al andar sin playera por todo el estadio. Cabe mencionar que en este ámbito no hubo distinciones, vimos desde los mirreyes que se sentían con el mejor six pack de cuadritos inexistentes, hasta el reflejo de que nuestro país es el segundo más obeso del mundo.

Se nota que al Mundial la gente viene a la fiesta, no hay más.

El sentir las gotas acosarme ya era un estado permanente desde que me quitaron mi pequeño paraguas de emergencia en la entrada. Faltaba poco para salir del recinto, grabar un par de comentarios para la chamba y correr a cualquier vehículo que me sacara de esa alberca. ¡Pero claro! A los encargados del Estadio das Dunas, que se encuentra en medio de la ciudad, se les olvidó quitar de todos los alrededores las grúas, ladrillos y grandes montos de arena, que mezcladas con la lluvia, hicieron un cagadero.

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Mi cangurera poco sirvió de protección para el dinero, celular y hasta la cámara que llevaba para grabar la tan anhelada experiencia. Todo se me cayó al lodo, parecía que me acababa de salir de bañar y llegar a ver el España vs. Holanda en pocos minutos era mi única preocupación. Para acabarla de rematar, la pinche lluvia inundó la ciudad, todos los accesos para llegar a mi hotel estaban cerrados, y como mis compañeros de viaje y yo habíamos rentado coche, terminamos perdidos por 40 minutos en una favela de mi ya no tan querida Natal, que significa Navidad en español (por si les interesa saber).

Insoportable como suelo ser cuando ya no puedo manejar la situación, les dije que ya me daba igual la victoria nacional, ni ganas de enfiestar escurriendo por todos lados. Pero ahora faltaba gas…  ¡Vale verga! —les dije— Ya párense en cualquier lugar para ver el partido y comer en lo que el tráfico desaparece.

No había ni podido desayunar y en el estadio se acabó la comida justo cuando llegué a la caja después de 30 minutos de esperar. El tráfico, peor que el de la Ciudad de México, no nos dejaba encontrar refugio. El primer tiempo de uno de los mejores encuentros en lo que va de este Mundial, España vs. Holanda, ya había terminado y yo como fanática enloquecida quería llorar.

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“Sanduicheria Paulista” logré leer en medio de la todavía lluvia torrencial y fue como encontrar agua en medio de una de esas crudas en las que uno más lo necesita.

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—¿Tiene tele? —me preguntaron mis pobres compañeros, que en ese momento ya sólo querían que guardara el Hulk que llevaba dentro

—¡Parece que sí! ¡Gracias, Dios! —decía yo que ni creo en él.

—¡Cerrado! Abre a las 8 —me contestó un tipo en la puerta

Traté de mantener la calma y explicarle en mi básico portugués que solo quería ver el partido. Al mismo tiempo salió otro garçon, como le dicen en Brasil a los meseros, a recibirnos y no sólo dejarnos pasar, sino también darnos de comer. Hasta el momento sigo segura que fue nuestro look de desahuciados lo que hizo que se compadeciera de nosotros.

—Ahora sí, ¡disfruta el juego Jimena! Nunca había extrañado tanto ver un partido por televisión. Resulta que el mes de junio en la ciudad de Natal, es el tercero con más lluvias de todo el año. Pinche viernes 13…

Sigue a Jimena en Twitter:

@jiimejime