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La Isla de las Serpientes

El veneno de la 'cabeza de lanza dorada' es tan potente que los “biopiratas” que trafican con estos ejemplares pueden ganar hasta 30 mil dólares por una de ellas en el mercado negro.

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La mayor concentración de una de las serpientes más venenosas del mundo se encuentra en una isla a unos 145 kilómetros de la costa de Santos, en Brasil. Este pedazo de tierra inhabitable se conoce como Ilha da Queimada Grande o Isla de las Cobras y es el único lugar del mundo en el que pueden encontrarse cerca de dos mil ejemplares de la víbora cabeza de lanza dorada, de la familia Bothrops insularis.

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Una vez que pisas tierra en la isla, fijando la vista es posible ver una de estas serpientes cada diez o 15 minutos en la parte más baja de la isla. Esta frecuencia aumenta a una por cada cinco metros cuadrados de terreno en otras partes de la isla. Esto significa que, mientras te abres paso por una vegetación que llega a la altura de la cintura, incluso aunque vayas equipado con unas buenas botas, la situación es parecida a caminar por un campo de minas móviles que, en lugar de hacerte volar en pedazos, te paralizan lentamente y licuan tus entrañas. Al menos es lo que estas serpientes hacen a los pájaros con los que se alimentan en las copas de los árboles.

Quizá lo de "licuar las entrañas" sea un tanto exagerado, pero nadie lo sabe con certeza, puesto que nadie ha vivido lo suficiente como para tener tiempo de ingresar en un hospital; por lo menos ninguno de los investigadores que nos acompañaron en nuestro viaje a la Isla de las Serpientes tiene constancia de ningún caso. Como tampoco la tiene la Armada brasileña, que concedió un acceso exclusivo a VICE para que pudiéramos grabar la inspección anual de mantenimiento del faro de la isla —automatizado desde la década de 1920, después de que su guardián se quedara sin comida y desapareciera mientras recogía plátanos en una pequeña plantación cercana a la orilla. Cuenta la leyenda que tanto él como todos los miembros del equipo de rescate murieron solos, uno a uno, mientras buscaban al resto de sus compañeros.

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La víbora cabeza de lanza dorada es una especie muy particular y su veneno es tan potente que los "biopiratas" que trafican con estos ejemplares pueden llegar a ganar hasta 30 mil dólares por una de ellas en el mercado negro. Estos precios pueden ser superiores en función de la procedencia del rico excéntrico que la compre o, incluso se rumora, según la demanda del mercado negro de la biofarmacia en su afán por obtener alguna patente.

¿Estamos ante una de las descripciones más delirantes de un documental? La respuesta es sí. Por eso el editor en jefe de VICE, Rocco Castoro y el jefe de producción, Jackson Fager, tenían que ir y curiosear. A su regreso dijeron cosas como estas:

"Ha sido como una película de David Lynch vista a través de los ojos de Satán. La anti-Galápagos. Darwin a la inversa".

"Está separada de tierra firme y quizá ahí haya enterrado algún tesoro pirata, según cuentan los pescadores de la zona. Aunque también nos dijeron que la isla estaba poblada por alienígenas, así que todo vale. Es un pedazo de tierra quemada. El sitio al que enviaría a vivir a mis peores enemigos, y de hecho espero llegar a un acuerdo con el gobierno de Brasil para un negocio del estilo. Pero cuando acabe el Mundial, claro".

"Lo que te puedo decir es que hay unos jodidos escalones de piedra tallados en la cara de un acantilado y que suben hasta arriba. El problema es que no puedes atracar cerca. También existe la posibilidad de usar el veneno para elaborar un fármaco contra el cáncer o contra la edad. Quizá podría salvar a la humanidad. En fin. No me habrían salvado el culo".

"Por la noche hay langostas azules y muchísimas de esas cucarachas de aspecto prehistórico por el suelo, que no puedes evitar pisar con un crujido cuando caminas. Ese sitio es un infierno. Si nadie va allí es por algo. No vayas nunca".

"Dicho esto, por cierto, un rodaje genial. Y también lo fue el buceo".