Celebridades en 2020
Imagen: Joel Benjamin
Actualidad

Este año las celebridades perdieron su brillo

Sin mucho qué hacer, las celebridades han sacado a relucir lo peor de ellas en cada oportunidad durante 2020. De igual forma, hemos estado más que dispuestos a ponerlas en su lugar con un rigor inusitado.
JB
ilustración de Joel Benjamin
LC
traducido por Laura Castro

El fin de año siempre trae consigo un momento para la reflexión melancólica, y en 2020 esto es más cierto que nunca.

Ha sido un año al que todos deseamos dejar atrás. Y con él se van una serie de reliquias de una “época anterior”: los apretones de manos, los buffets de sírvase todo lo que pueda comer y las reverencias casi religiosas a los ricos y famosos.

Antes de la pandemia, el fanatismo era algo que alentamos activamente como sociedad. Las filiaciones a grupos de fanáticos acérrimos como Rihanna’s Navy, BTS’ ARMY o el tener una taza kitsch para café de Jeff Goldblum fueron alguna vez algo tan integral para tu identidad como tu programa de televisión favorito. Tal vez incluso anclaste a tu perfil de Twitter aquella breve interacción que tuviste con una de tus celebridades favoritas. Pero durante la mayor parte de este año, ha quedado bastante claro que el verdadero virus han sido los famosos.

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Cuando Gal Gadot reunió a celebridades como Sarah Silverman y Mark Ruffalo para participar en una versión para Instagram de "Imagine" de John Lennon en marzo, resultó algo tan petulantemente meloso, tan zalamero que hizo que Glee pareciera Skins y nos dejó un mal sabor de boca durante meses. Presumiblemente, la intención había sido unir a todos durante los primeros días del Coronavirus, pero causó un doble daño: los espectadores estaban ardientemente furiosos, primero, ante el pésimo oído (literal y figuradamente) del video en sí, y, segundo, ante los amigos y familiares que lo compartieron con una honestidad sin ironías.

Lo mismo sucedió con la ahora infame invitación al desnudo para votar que absolutamente nadie pidió (nuevamente, con Sarah Silverman y Mark Ruffalo, quienes se han ganado su lugar como los primeros condenados por el inevitable levantamiento civil). Esta invitación al voto no fue solo un ejemplo artero del enorme abismo que hay entre las prioridades de las celebridades y las de la gente común durante una crisis única en la vida (búsqueda de atención vs tratar de no morir); sino que además el que haya llegado tan poco tiempo después de la reacción negativa contra el terrible video de "Imagine", la convirtió en el más claro indicador de la intención real detrás de ese contenido. Estos videos no fueron hechos para calentar los corazones de nosotros los plebeyos, sino para alimentar los egos y los perfiles de las celebridades. Se ganaron todo nuestro odio y, sin embargo, la "diarrea creativa" simplemente siguió fluyendo (no son mis palabras, sino las del actor Chris O'Dowd, quien participó en el video de "Imagine", pero gracias a este comentario se ha ganado nuestro perdón).

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Luego, en respuesta al movimiento Black Lives Matter, salió el bochornoso video “I Take Responsibility” [Yo asumo mi responsabilidad], encabezado por 14 celebridades blancas, incluidos Sarah Paulson, Justin Theroux y Kristen Bell. Actualmente, el video tiene en YouTube una proporción de 74,000 no me gusta por solo 1,000 me gusta. Se debe a esta vergonzosa necesidad de relevancia, a estos repulsivos intentos de acaparar los titulares, que la frase "queremos comernos a los ricos" se sienta incompleta sin las palabras "y famosos" al final.

Empezando por Live Aid y terminando con Comic Relief, los esfuerzos caritativos de las celebridades siempre han sido la manzana de la discordia. Sin embargo, al menos esas campañas anteriores de relaciones públicas incluían el elemento de la recaudación de fondos; mientras que ahora las visitas a enfermos terminales de Make A Wish y la aplicación Cameo han llevado a las celebridades a internalizar verdaderamente su estatus de "gente bonita", convenciéndose así de que sus rostros por sí mismos pueden salvar vidas. Parafraseando las palabras del ex candidato a la presidencia de los Estados Unidos, Kanye West, este año al parecer las celebridades estuvieron convencidas de que su presencia era un regalo.

Esta necesidad de aparecer caóticamente una y otra vez fue ilustrada muy bien por la reincidente Madonna, quien llamó al Coronavirus "el gran igualador" mientras se encontraba sentada en una lujosa bañera llena de pétalos de rosa. Semanas después sacó un video de su hijo adoptivo de origen malauí, David de 14 años, donde él baila "They Don't Care About Us" de Michael Jackson en homenaje a George Floyd, seguido de los hashtags #davidbanda #JusticeforGeorgeFloyd #MichaelJackson.

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Otras condenatorias se produjeron de manera retrospectiva. Con un aumento en el consumo visual nostálgico, las masas recordaron manifestar varias condenatorias que había quedado en el olvido. Tyra Banks enfrentó un ajuste de cuentas tardío cuando resurgieron los clips de su crueldad en America's Next Top Model, la cual incluía alentar a las concursantes a pintarse la cara de negro. Su respuesta fue característicamente irredenta, en el sentido de que no incluyó una disculpa, sino únicamente la aceptación de lo que ella concordó en que fueron "elecciones realmente inadecuadas". Los rumores sobre la mezquindad de Ellen DeGeneres también llegaron a un punto crítico en un hilo de Twitter que se hizo viral, el cual documentaba sus malos tratos hacia las personas, incluidos los miembros de su equipo, a lo largo de los años. No ayudó en absoluto a su caso la insinuación que hizo sobre que pasar la cuarentena en su mansión de $27 millones de dólares era como "estar en la cárcel", lo que representó el último clavo en un ataúd que ella había eludido durante la mayor parte de la última década.

Mientras que algunas celebridades fingieron empatía, otras mostraron niveles dickensianos de indiferencia hacia los confinamientos por COVID en el mundo. Unos días después de que iniciara el confinamiento generalizado, Vanessa Anne Hudgens lamentó que se arruinara su verano debido a la cuarentena, afirmando que las muertes eran "terribles pero ¿inevitables?". La estrella de Real Housewives, Kelly Dodd, afirmó que las muertes que estaban ocurriendo eran "la forma de Dios de reducir el rebaño", mientras que Grayson Perry aseguró que las consecuencias económicas de la pandemia servirían para “deshacerse de lo que ya no sirve". "Creo que en cada aspecto de la vida probablemente hay algunos elementos que es necesario eliminar", le dijo con toda seriedad a la revista Arts Society.

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Estas demostraciones de la absoluta desconexión de las "celebridades, quienes no tienen nada que ver con nosotros," es muy molesta, pero podría decirse que son preferibles a cuando las celebridades se disfrazan de pasajeros del Titanic, diciendo que todos estamos juntos en el mismo barco que se hunde, omitiendo el hecho de que los ricos tienen botes salvavidas.

Junto con la pandemia, la tensión política de 2020 causó que hubiera un menor nivel de tolerancia hacia las torpezas de las celebridades. Entre las menciones notables están la donación de $50 dólares de Virgil Abloh al fondo para las fianzas de los manifestantes del movimiento Black Lives Matters, a pesar de que el monto neto ascendía a los $20 millones de dólares, y la publicación de Kim Kardashian sobre que el festejo de su cumpleaños número 40 en una isla privada y secreta de algún modo fue “un humilde recordatorio de lo privilegiada que es su vida", justo cuando el número de muertos en los estados de su país se acercaba a los 250 000. Los raperos Lil Pump, Lil Wayne, Ice Cube y Waka Flocka Flame por su parte manifestaron su apoyo a Trump, mientras que la ociosidad de la cuarentena llevó a Mick Hucknall a compilar una lista definitiva de las que él considera "las culturas más geniales del planeta Tierra", porque clasificar a los grupos étnicos es algo que históricamente siempre ha sido buena idea. Clasificó en quinto lugar a los “gitanos creadores del flamenco”.

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Sin mucho qué hacer, las celebridades han sacado a relucir lo peor de ellas en cada oportunidad durante 2020. De igual forma, mientras nos sentamos en casa sin nada mejor que hacer, hemos estado más que dispuestos a ponerlas en su lugar con un rigor inusitado.

Pero, ¿qué ha cambiado realmente? Como la mayoría de los aprendizajes derivados de la pandemia (es mejor prevenir que remediar, probablemente no te lavabas las manos tan a fondo como podrías haberlo hecho), la revelación de que la desigualdad abunda y las celebridades son personas horribles no es ni remotamente nueva. Ni siquiera estoy segura de poder argumentar que las celebridades han sido notablemente peores este año. Nuestra ira progresivamente se debe a la falta de algo que hacer, a la falta de un objetivo concreto al cual dirigir esa ira, dado que nuestro enemigo común es un patógeno. Hartos ya de Duolingo y la masa madre, todos necesitábamos un nuevo pasatiempo, y en 2020, este ha sido emitir condenatorias al por mayor.

Sería mejor que utilizáramos este tiempo para reevaluar nuestra relación colectiva con la fama y cuestionar el complejo de salvadores de las celebridades, pues no surgió de la nada, y también para pensar críticamente acerca de por qué nos hemos acostumbrado tanto a recurrir a personas famosas en busca de respuestas: una proceso de pensamiento que podría haber evitado la presidencia de Donald Trump. Pero con 60 000 personas que votaron por Kanye en las elecciones estadounidenses de este año, es posible que todavía nos falte mucho camino por recorrer.  

@yomiadegoke