Antonella Alonso
Fotografía por Mike "Ohrangu" Tang
Sexo

Antonella Alonso: “Una no nace pensando en ser actriz porno”

Luego de tres años en la industria, premios y fama, Antonella Alonso repasa su carrera y opina sobre el porno feminista y la actualidad del sector.

Antonella Alonso va de un lado a otro del apartamento. Si su rostro no transmitiera tranquilidad, pareciera que está atravesando una crisis nerviosa. Pero no. Su vaivén solo se interrumpe durante algunas ocasiones, cuando se asoma por la ventana del lugar. A mi pregunta sobre si no prefiere sentarse, responde que no porque si lo hace –explica– “se muere”: desde hace un puñado de horas, una cirugía condiciona su movilidad. La entrevista será de pie, como su caída al mundo del entretenimiento para adultos bajo el seudónimo de La Sirena 69.

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Aunque hace más de cinco años dejó Venezuela, su tonada, esa que en ocasiones también se filtra a través de sus películas y videos, la delata: sigue siendo muy caraqueña, más allá de que entre frases cuele distintos anglicismos. La diversidad cultural con la que creció, siendo parte de una familia marcada por la migración, hacen que su mente sea flexible y se abra a formas de pensar que en su país podrían ser mal vistas. La serenidad con la que habla sobre sexo, porno, feminidad y placer invitan a pensar que todo le resulta tan próximo como natural.

Antonella Alonso, La Sirena 69, es una de las actrices porno más destacadas de la industria estadounidense y, quizá, la más importante de las figuras provenientes de América Latina. Lo certifican los Óscars del cine para adultos y comunidades como la que reúne en la plataforma PornHub (más de 225 mil suscriptores a su perfil y 170 millones de reproducciones a sus videos), Instagram (más de 2 millones y medios de seguidores) y Twitter (más de 450 mil followers).

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Luego de trabajar en Estados Unidos como mesera, bartender, empleada en tiendas y en publicidad durante 2017, se quedó sin trabajo por el tipo de fotos que subía en sus redes sociales. Sin ingresos, facturas que pagar y esa pulsión hacia lo erótico que aún conserva, el fotógrafo Mike “Ohrangu” Tang le habló sobre la plataforma de un amigo. Se trataba de IsMyGirl, un espacio donde podía ofrecer fotos y generar ingresos. Aceptó la propuesta durante ese año, con algunas reservas. Antes que vergüenza o pena porque la gente se enterara, su miedo pasaba por otro lado, dudando sobre si le llegaría o no el dinero.

Antonella Alonso recibió el dinero una vez, otra vez, luego otra vez, y así hasta pasar un año entero, 2018, viviendo a través de esa plataforma. Esos espacios, a la par de OnlyFans, no tenían el alcance de la actualidad ni ella contaba con la reputación para sacarle provecho a esas posibilidades. Todo cambió cuando, durante el año 2019, apareció la figura del agent, como lo llama. Así comenzó a moldearse la vocación de La Sirena 69: el placer.

Conversamos con ella sobre este y otros temas que circundan su figura y reputación.

Vice: Ese es el primer paso, el agent.

Antonella Alonso:
Sí. Alguien que sepa sobre las productoras, que sepa qué te conviene y qué no; que sea una buena persona. Como en todas las industrias, en el porno hay gente buena y gente mala. A quienes trabajan en este mundo nos suelen poner como ‘los peores’, cuando siento que hay otras industrias mejor aceptadas por la sociedad, como el fashion, en la que siento que es peor. También hay que aclarar que yo comencé en este mundo siendo una adulta. Yo no tenía 18 años, como muchas niñas que empiezan a esa edad y se dejan llevar por cualquier loco. Otra cosa es que nunca quise firmar un contrato con una agencia. El porno es controversial y, si de la noche a la mañana yo quiero dejar de hacerlo, no quiero estar atada a algo. Por eso yo recomiendo que no se firme ningún contrato, a menos que sea con una supermega productora que te esté ofreciendo muy buena plata. Pero cuando estás empezando nadie te va a ofrecer tanto dinero porque nadie te conoce. 

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¿Cómo fue ese vínculo laboral con tu agente?

Él me fue buscando escenas y yo le decía qué quería y qué no. En un principio, yo no grababa con hombres sino con mujeres, nada más. Esta persona me ayudó. Luego lo dejé, me fui con quien es considerado el mejor agent de Los Ángeles, sin contrato ni nada. Estuvimos trabajando como siete u ocho meses. Pero lo dejé porque era muy controlador. Entonces, volví con mi antiguo agente. Tengo mucha más libertad. Estoy muy agradecida de haber trabajado con el otro. Pero siento que son el tipo de personas con quien tienes que trabajar durante un momento indicado, darte a conocer y bye.

En una entrevista, Erika Lust, comentó que a ella le gustaba crear una especie de atmósfera entre los actores, que se conocieran, no solo cuidar el tema estético. ¿Qué opinas sobre esa propuesta?

Yo no he trabajado con ella, pero he escuchado malos comentarios. Yo no he querido trabajar en Europa porque siento que no hay reglas y no te respetan como te respetan en Estados Unidos. Yo a ella la amaba y mi sueño era hacer una película con ella porque me parece increíble el trabajo que hace.

Más allá de ella, ¿qué opinas de esta línea de trabajo, atenta a la estética, a cuidar el rol que la mujer tiene dentro de las producciones?

Está bien que exista el porno feminista. Pero también siento que está mal visto que la mujer sea la sumisa. No tiene nada de malo que la mujer también tenga ese lado porque también hay un nicho de personas a las que les gusta eso. Si tú quieres ser sumisa, está bien. La gente tiene que entender que el porno es una fantasía, al igual que una película de vaqueros. Cuando dicen: “No, porque el porno está representando un machismo…”. Bueno, entiendo. Si te vas muy deep, no lo veas y ya. Pero, por ejemplo, está Tushy, Vixen, Blacked, que no son productoras de porno feminista y manejan muy bien la imagen: la fotografía es increíble y graban con cámaras de cine, como Erika Lust. No estaría bueno que el porno que no está enfocado en la mujer desaparezca. El porno feminista es un nicho más que todo para las mujeres, que van a querer verlo. Pero también debe seguir el porno tradicional porque, la verdad, si ese porno se elimina se deja de hacer dinero.

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En ese cuidado de la imagen está la idea de que el porno es cine para adultos, aunque aún haya quien le atribuya distintos prejuicios.

Así como una persona va a una oficina porque es abogada, yo voy a un set de grabación. Soy actriz, es un trabajo legal, pago taxes. A mí me pagan en cheques, no en cash. La gente, más que todo en Latinoamérica, no lo entiende. En Estados Unidos, sobre todo en L.A., es bastante normal. Otro tipo de cultura. No sé cuán cerca esté la latina de entenderlo.

 “Así como una persona va a una oficina porque es abogada, yo voy a un set de grabación. Soy actriz, es un trabajo legal, pago taxes”.

Llegaste a comentar que los primeros contactos que tuviste con el sexo venían de frases como “cuidado con una enfermedad”, “cuidado vas a quedar embarazada”. ¿Fue acercarse al sexo desde el miedo y no desde el placer?

El sexo es placer, pero también es peligro. En ese momento, antes que por tu tabú, yo sentía que mis padres me lo decían porque “mira, si tú quedas embarazada se te jode la vida”. En ese momento, yo era una niña de 14 ó 15 años de edad. No quiero decir que tener bebés sea malo. Sí pienso que debe ser a una edad adecuada y a los 15 años no lo parece. En ese sentido, mi familia nunca me dijo nada por tabú. Mi mamá, más bien, me decía: “Usen condón”, “revisa bien que el pene no tenga nada”. Eran comentarios para protegerme.

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 ¿Cómo has lidiado con el riesgo a las enfermedades?

Yo soy demasiado hipocondríaca. Me da un dolorcito de cabeza y pienso que tengo algo en el cerebro, que me estoy muriendo. Eso ha sido un tema super fuerte. En el caso de Latinoamérica es tabú hablar de una enfermedad y hay demasiadas que “son como una gripe”. Lo que pasa es que la gente no te lo dice y que tampoco te educan. He aprendido a relajarme y entender que, así como un policía está expuesto a las balas, nosotros, actores, estamos expuestos a enfermedades.

Por la manera como hablas de tu trabajo y como has llevado tu carrera, teniendo en cuenta el país de donde vienes, podrías ser vista como algo contracultural.

Yo soy venezolanísima. ¿Qué pasa? Nací en Venezuela, pero mi familia por parte de mamá es de Italia y, por parte de papá, es de Cuba y España. Entonces, mi cultura familiar no es tan típicamente venezolana. Tengo una influencia europea que, quizá, hace que tengan otro tipo de pensamiento distinto al de una familia más tradicional de Venezuela. También he tenido la oportunidad de viajar. Cuando lo haces, se te abre la mente, conoces otras culturas. Si no tienes esas oportunidades, y estás en Latinoamérica, quizá es más difícil comprenderlo.

También ocurre que la distancia te ayuda a mirar con otros ojos tu propia cultura.

Totalmente. Además, cuando empecé a hacer porno, ya tenía tiempo viviendo en Estados Unidos. Creo que en Latinoamérica no me hubiera atrevido a hacerlo; para empezar, creo que no es legal. El lugar donde vivo, en especial ahora que estoy en California, ofrece una libertad increíble para quienes viven ahí. Pienso que eso influye. A lo mejor, le dices a una persona que nunca ha salido de Venezuela “ponte a hacer porno” y es como “¡wow!”. Parece una locura. Cuando empiezas a conocer otro mundo, la cosa es diferente. 

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En tu caso, parece un trayecto bastante natural.

Una no nace pensando en ser actriz porno. Una tiene demasiadas inseguridades en la vida como para pensar en grabarse teniendo sexo. Sin embargo, en mi caso, fue pasando y ya, sin que se forzara nada. Fue demasiado natural.

Haces mucho énfasis en la importancia de haber llegado como adulta

Mi consejo es que, si quieren hacer carrera en el porno, tienen que estar claros en que eso va a marcar sus vidas para siempre, que deben sacrificar muchas cosas. No hay vuelta atrás. Mucho menos con el internet. Te tiene que importar cero lo que piense la sociedad. Por eso digo que tienes que tener un poco de madurez. Creo que, a lo mejor, a los 18 años no sabes mucho sobre qué quieres y qué no. Sé que eso es relativo, porque hay gente que tiene 35 años y no sabe qué quiere con su vida. Pero sí creo que es bueno empezar a hacer porno con más edad, para que tengas mayor conciencia de lo que haces. No hay nada malo en eso, pero, para la gran mayoría de la sociedad, está mal. Tienes que meterte en la cabeza que lo que piensen de ti no es tu problema. Pero, capaz para eso, tienes que tener un poquito de madurez.

¿Se puede utilizar la palabra “empoderamiento” cuando se piensa en tu carrera o cómo lo ves?

Más que empoderamiento, creo que es confianza y amor propio. Para hacer esto, debes estar bien segura de ti misma y amarte demasiado. Como la sociedad lo ve tan mal, es fuerte y, al final, solo te tienes a ti misma en esta carrera. No tengo un trabajo común, no soy odontóloga, por ejemplo, y se me va a hacer fácil encontrar con quien estar, tener una pareja, lo que sea. En esta carrera, es difícil que la gente entienda eso. 

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Durante tu adolescencia, tuviste tendencia al sobrepeso. ¿Eso influyó en tu noción de belleza?

Siempre fui muy rebelde con el peso. Por parte de la familia de mi papá, hay bastante obesidad, es algo genético. Soy de familia cubano-italiana, ¡imagínate! Pero me sentía identificada con lo que pasaba con mi cuerpo porque mi familia era así. Ellos insistían en que me cuidara. Pero no fui una gorda “infeliz” sino que no me importaba. Como a los 23 ó 24 años, dije: “quiero cambiar”. ¿Qué ocurrió en ese momento? Mi hermana mayor se iba a casar y yo pensaba en el vestido. Yo cambié mi imagen porque mi hermana se iba a casar y me quería ver bien. No fue un proceso que sufrí.

En 2018, murieron varias actrices. August Ames, Shyla Stylez, Olivia Nova. Fueron muertes en extrañas circunstancias. ¿Cuán sensible está la industria en ese sentido? ¿Hay más protección?

En ese momento no estaba en la industria. Así que no puedo hablar de los casos con propiedad. Sé que August Ames se suicidó por una cosa muy heavy en Twitter. Ella, hasta donde sé, también sufría de depresión. Entonces, si tienes esta enfermedad y aparte te caen por redes, no debe ser nada fácil. Eso estuvo mal. Vivimos en un mundo tan sensible que ahora, más siendo una figura pública, tienes que cuidar demasiado cada palabra. Lamentablemente. Yo no he tenido malas experiencias en ese sentido. Cuando no quiero hacer algo, lo digo. No es no. Tampoco doy explicaciones de por qué no quise. Me lo guardo para mí y ya. Si no te sientes cómoda con algo es necesario hablar; quizá no de forma pública, pero hablarlo.

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Ustedes tienen una suerte de paradoja en relación con las redes sociales. Plataformas como OnlyFans son un aliado. Pero, a su vez, tienen que cuidarse, quizá más que otras personas, del tipo de exposición. ¿Cómo influye esto en la industria?

Nosotras no necesitamos a las productoras, son ellas las que nos necesitan a nosotras. Cuando eres muy nueva o nuevo, necesitas a la productora para que te dé fama. Pero, una vez que ya tienes esa reputación, con tener internet, un teléfono o una cámara, tener una plataforma, grabarte y montarlo, ahí está. No es como en los ochenta o noventa, cuando la gente necesitaba de las productoras sí o sí. La industria ha cambiado a favor de los actores. Yo, por ejemplo, no sé si habría podido hacer porno en los noventa. Ahora, con la tecnología, es increíble el trabajo que puede hacerse y está más a favor de nosotras, de los actores.

Porque OnlyFans e Instagram, por ejemplo, funcionan como contrapeso. Manejan su imagen a gusto y construyen su propia comunidad. Tienen mayor independencia.

Exactamente. Abella Danger ya tiene el mismo following que tiene Brazzers. Es decir, ella tiene una comunidad así de grande como una productora. Entonces, se puede llegar a esos niveles y reconocer que no necesitas de la productora. En cuanto a fans, following, yo estoy prácticamente al nivel de una productora. En cambio, antes, sin internet, sin redes sociales, a punta de VHS… Esa fue una época muy buena para las productoras, cuando pudieron hacer más plata. Ahora no. Deben ingeniárselas de otra manera.

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En tu perfil de Instagram, cuidas mucho el trabajo de la imagen, de la mirada, lo erótico por sobre otras cuestiones. ¿Cómo ves esa frontera entre lo erótico y lo pornográfico?

En lo erótico, no es necesario que estés en cuatro sino que puedes tener una cara sensual, sexy. Sé que una cosa es lo porno, que quizá se puede ver como algo “vulgar”. Pero ambos me encantan. Hay una faceta de mi que es super porno, que me gusta y se puede ver más en Twitter o PornHub. Es cool. Soy eso. Soy una actriz porno. Sin embargo, también tengo esa parte más erótica.

Ahí te sientes como pez en el agua.

Porque soy así. En el porno, muchas veces, he tenido críticas, como: “tienes que actuar más”. Mi reacción es: “No, no voy a actuar más porque así no es como lo siento”. Eso es lo cool del porno: puedes ser tú, sin tener que estar actuando tanto. Eres libre. Estás en una cama y esa es la manera como tú eres. A veces sí tienes que actuar, por cosas que te diga el director o lo que sea. Sé que esa naturalidad, que haga mis escenas como yo quiera, también le gusta a mis fans. Hay ocasiones en las que ni siquiera actúo. Aunque, obviamente, hay par de detalles: estás frente a una cámara, tienes que posar más, moverte de otra manera. Fuera de cámara no soy así. Pero trato de que esté esa esencia y no verme como las gringas, demasiado fake. Muchas veces a las productoras no les gusta y te piden que exageres. Entonces me toca. Pero trato de ser lo más natural posible.

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 ¿Cómo ha evolucionado tu noción de placer a través de los años?

La gente suele verlo como que “ay, ya nada te da placer”. No lo pienso así. Una cosa es cuando estoy en las cámaras y otra cuando estoy fuera de ellas. Sigo sintiendo placer en mi vida cotidiana. Obvio, llega un punto en el que quizá sí, ya lo has hecho todo o visto todo. Pero, cuando se trata de tu vida personal, siempre es algo nuevo. La gente pensaría que voy a hacer una locura y más bien soy súper cute. Cuando en el porno me ponen a hacer algo distinto, me doy cuenta de que no me sale tan bien. En mi vida privada sí puedo tener las riendas un poco más. Pero sigo siendo un poco sweet. En el porno siempre soy la sumisa.

¿Qué pasa? Que tengo cuerpo de mujer pero “tengo cara de bebé”. Entonces, siempre me quieren poner de milf pero me ponen un megamaquillaje porque no tengo cara de milf. Sí me ha pasado que, siendo siempre la sumisa, he reconocido que me gusta serlo. En el porno, los directores y las productoras se han dado cuenta para qué proyectos llamarme o no. Nadie me va a llamar para uno en el que me van a amarrar y me van a caer a cachetadas. No va a pasar. Ellos saben que estoy por el lado más erótico, con un sexo mucho más chill. Quizá, dentro de un par de años, esté experimentando. Me siento cómoda con lo que hago.

¿Qué valor crees que tiene la comunicación en las parejas?

La gente no comunica lo que quiere y le gusta. Las personas no comunican porque, en general, entienden que el sexo sigue siendo tabú. Quizá esto no tiene que ver mucho con el tema, pero se me vino a la mente: siento que, de por vida, si la mujer tiene sexo con demasiados hombres, es una perra. Pero si el hombre tiene sexo con demasiadas mujeres, lo aplauden y lo felicitan. En ese sentido, quizá no se consiga equidad. Hay cierta equidad en que una mujer puede ser Presidenta. Pero no hemos llegado al punto en el que la mujer se pueda coger en una noche a tres tipos y que la aplaudan. Pero, si lo hace el hombre, eso está perfecto. Entonces, en las relaciones, las personas no se comunican las cosas. Enfocándome en el tema del sexo, hay reservas al momento de comentar cuando le gusta de una manera u otra. ¿Por qué? Más bien se lo tienes que decir porque es tu pareja, tu novio, tu fuckbody, se lo tienes que comunicar. Tienes que comunicarle cómo te gusta que te toquen, si te gusta que te jalen el pelo, pero a la gente le da como cierto tabú, temor, miedo, pensando en qué pensará la otra persona.

“La gente no comunica lo que quiere y le gusta. Las personas no comunican porque, en general, entienden que el sexo sigue siendo tabú”.

En el caso de la mujer, a propósito de esto que decías, están las dos etiquetas: la que es puta y la que es frígida, aunque no necesariamente pueden ser así.

Siento, también, que hay muchas mujeres que tienen una doble vida. Eso ocurre porque les da miedo y temor al qué dirán. Quizá la ves así toda seria, pero se está cogiendo a siete tipos, algo que no tiene nada de malo pero ella piensa que está mal.

Un pensamiento que surge a través del machismo. Pensando que “ella no tiene derecho al placer”.

El machismo y la religión. Mi familia es cero religiosa. Estudié en un colegio laico y thanks. Creo que eso me ha ayudado bastante. En mi caso, la religión nunca ha estado tan presente en mi vida.

Sueles decir que tu trabajo es como el de un atleta, que tienes que cuidarte, tener disciplina. Ellos suelen pensar en el retiro luego de los 35 años. Siguiendo esa comparación, ¿cómo piensas el día que se apague la cámara?

Espero seguir en las cámaras, pero de otra manera. Quiero actuar de forma tradicional. Amo las cámaras. Así que no quiero que se apaguen. Sé que ocurrirá a nivel sexual porque no quiero verme a los 40 años haciendo un anal. A esa edad, dentro de este trabajo, creo que tu cuerpo ya está diciendo ‘basta’. No lo pienso con tristeza ni nada por el estilo. Creo que siempre seguiré en el mundo del entretenimiento, pero evolucionando de otra manera. He pensado en estudiar para ser educadora sexual. Sexóloga no puedo ser porque primero tendría que estudiar psicología y, la verdad, a estas alturas no creo que me ponga a hacerlo. Pero sí quiero estudiar para ser educadora sexual. Me gustaría ser como una clase de terapista, ayudando a las personas con respecto al sexo, un área en el que pocas veces hay ayuda así como en otras. Siento que tengo la experiencia a nivel de práctica, pero también quiero la teoría.