Música

¿La pandemia trastornó tu gusto musical? No eres el único

¿De repente solo escuchas canciones de Grateful Dead? ¿O la música que te gustaba en el instituto? Hablamos con una terapeuta musical sobre este fenómeno.
JT
Chicago, US
HF
ilustración de Hunter French
Ilustración por​ Hunter French
Ilustración por Hunter French

Cuando se decretó el confinamiento en Illinois, donde vivo, pensé que tendría más tiempo para poder descubrir nuevas canciones o artistas, rellenar lagunas o empaparme de la obra de músicos icónicos. Pensé que quizás por fin tendría tiempo para entender por qué a tantos amigos les gusta Phish o para escuchar más mezclas de NTS Radio. No obstante, sin tener en cuenta los nuevos lanzamientos que he tenido que escuchar por trabajo, me he pasado el tiempo libre viendo películas o en las nubes. Desde marzo, la música que escucho es extremadamente heterogénea —la semana pasada, me obsesioné con la música jazz de Bill Evans y el nuevo LP de Feel Foxes, pero hoy no me apetecía escuchar nada— y parece ser que no soy el único.

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Tras llevar a cabo una encuesta en mi cuenta de Twitter en la que preguntaba a la gente si su gusto musical había cambiado desde marzo, recibí un montón de respuestas. Algunos habían descubierto el metal y el hardcore; otros se sumergieron en el relajante mundillo del jazz, la música clásica y ambiental; unos pocos dijeron que solo escuchaban las canciones que les gustaban de pequeños y algunos aseguraban que no escuchaban nada. Por ejemplo, TJ Kluebhan me dijo que “yo solía ser rockero y metalero y ahora solo escucho jazz y música ambiental” y Jessica Collins aseguraba que “ahora escucho música sin parar. Creo que es una forma de ahogar los pensamientos o de evitar que entre en un bucle muy oscuro”. Más de una decena de personas me dijeron que se habían obsesionado con Grateful Dead. Una antigua editora de metal de Noisey nos dijo que había dejado de escuchar metal por completo y solo escuchaba bluegrass y Bruce Springteen. Aunque las respuestas variaban en género, atmósfera y frecuencia, todos dijeron que habían experimentado algún tipo de cambio en su gusto musical este año.

Estas respuestas fisiológicas son la base del trabajo que Pouranfar lleva a cabo en los hospitales como terapeuta musical, tratando a pacientes con síntomas como el estrés, la ansiedad, el dolor físico, la falta de sueño, alzhéimer y otros problemas a través de intervenciones de música en directo y sesiones de relajación guiadas. “La terapia musical es una práctica con una eficiencia demostrada. Yo no vengo a entretener a la gente”, nos dijo Pouranfar. “No se puede mezclar la musicoterapia con utilizar la música de forma terapéutica, que es algo completamente diferente. Oigo a mucha gente decir: ‘La música es mi terapia’, lo cual es fantástico, pero eso no es musicoterapia con un terapeuta certificado”.

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Aun así, Pouranfar nos dijo que la forma en que la gente escucha música y la respuesta emocional y física que experimenta es importante. “Sé que la velocidad y el volumen de la música y de ciertos géneros generan varias respuestas en la gente y el ritmo cardiaco y la respiración cambian”, explica Pouranfar.

El escritor y músico Keegan Bradford me dijo: “He vuelto a correr otra vez a causa del confinamiento, porque me vuelvo loco en casa y escucho música hardcore”. Si te ha pasado como a Bradford, hay una razón. “La música y el ejercicio van de la mano y sabemos que el ejercicio produce endorfinas, igual que la música”, decía Pouranfar.

Aunque muchas de las respuestas eran de gente que empezó a escuchar más música ruidosa, agresiva o rápida durante la pandemia, también había quienes habían pasado a escuchar música instrumental relajante, ambiental o jazz. “Es importante escuchar música que se adapte a nuestro estado anímico en tiempo, ritmo,  frecuencia, volumen y letra”, decía Pouranfar. “A veces, la gente más ansiosa escucha música relajante intencionadamente, pero solo les provoca más ansiedad. Es porque ese estilo de música no coincide con su estado anímico en ese momento”. Pouranfar nos dijo que lo mejor es encontrar canciones que reflejen directamente cómo te sientes y después cambiar poco a poco de música para mejorar tu estado físico y mental.

La forma en la que escuchamos música es personal y depende de lo que estemos haciendo y de cómo nos sintamos. Un informe reciente de Spotify mostraba que las listas de reproducción temáticas para trabajar desde casa habían aumentado un 1400 por ciento desde marzo y las listas de canciones para hacer repostería habían crecido un 120 por ciento. La música sirve de entretenimiento en el trabajo y en los atascos. Un usuario de Twitter, Sam Faulkner, trabaja en una tienda de libros y nos dijo que, desde que empezó la pandemia, no tiene a nadie a quien atender. “Puedo ponerme los auriculares todo el día porque principalmente proceso pedidos y empaqueto. Es la primera vez en la vida que he aprendido a disfrutar y apreciar el metal (especialmente el trash) para cobrar fuerzas en días especialmente tediosos”.

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Pouranfar me recordó que la música puede desencadenar recuerdos negativos, pero también algunos buenos que no son fáciles de recordar en este momento. “Si estás triste no puedes ir a conciertos o festivales a causa de la covid-19. Quizás incluso no escuchas a tus grupos favoritos porque te provocan tristeza” decía Pouranfar. “Puede ser un bloqueo para alguna gente y es importante reconocerlo, pero ¿qué podemos hacer? ¿Sirve de algo dejar de escuchar música o es mejor volver a dejarnos llevar por ella?”.

Aunque mis hábitos musicales han sido muy inconsistentes en los últimos meses, me da envidia la gente que, durante este tiempo, ha descubierto nuevos géneros, nuevos artistas o canciones y aquella que es capaz de volver a sus canciones favoritas de la infancia. Según Pouranfar, este tipo de música puede ser positiva y catártica. “La música activa el lóbulo temporal, que está al cargo de la memoria, el lenguaje y el oído”, explicaba. “En los pacientes con alzhéimer, puedes activar esa parte del cerebro con música que solían escuchar y conseguir que estén presentes, canten y sonrían. La nostalgia es muy poderosa”.

La forma en la que escuchamos música en 2020 es de alguna manera un reflejo de cómo lidiamos con un año muy turbulento. ¿Comemos solo cosas que sabemos que nos gustan? ¿Aprovechamos este tiempo para probar cosas nuevas? ¿Relajarnos con canciones instrumentales o desahogarnos con melodías violentas? Sea como sea, es una forma más de respuesta a un tiempo muy difícil. “Aunque suceden cosas terribles en el mundo con la covid-19, las injusticias sociales y las elecciones; seguimos teniendo ese sentimiento innato de querer ser felices y la forma en la que nos relacionamos con la música es un reflejo de ello”.