¿Qué le están haciendo las drogas recreativas a nuestra salud mental?
Ilustración: Nick Scott | VICE

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¿Qué le están haciendo las drogas recreativas a nuestra salud mental?

Las drogas y las enfermedades mentales se unen en una danza compleja que los científicos comienzan a descifrar.
Max Daly
London, GB

Este artículo se publicó originalmente en VICE.com

Las drogas pueden joderte el cerebro. Por eso las consume la gente. Te tumban, te elevan y te lanzan a un lado y a otro. Ya sea un relajante porro de marihuana después del trabajo, unos tragos el viernes noche, una pepa para rematar una noche de discotecas o una raya que te transporte a un mundo espacial alienígena, las sustancias psicotrópicas ofrecen a los ciudadanos de la Tierra una salida temporal a sus vidas cotidianas.

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Millones de personas lo hacen. Pero para aquellos que no se sienten bien consigo mismos, la oferta de un manto de narcóticos, la necesidad de escapar, de enloquecerse o perder la cabeza, puede ser más fuerte. Por desgracia, este santuario químicamente habilitado puede empeorar la salud mental de la gente.

La prueba de la doble conexión entre las drogas y la salud mental está expuesta en las revistas científicas. También la tenemos delante de nuestras narices. Muchos de nosotros tenemos amigos que han sufrido problemas mentales por el consumo de drogas, legales o ilegales. No obstante, si quieres saber la verdad sobre la relación entre las drogas y la salud mental, tienes que caminar por un sendero cuidadosamente trazado, cercado por las contradictorias rocas de las idioteces que se escriben sobre este tema.

El papá de esa máxima que reza: las-drogas-te-vuelven-loco es Harry J. Anslinger, Comisionado de Narcóticos de Estados Unidos en los años 30 y feroz detractor del cannabis. Anslinger advertía a la gente: "Fumas marihuana durante un mes y lo que una vez fue tu cerebro no será más que un almacén de horribles espectros". Puede parecer una broma, pero este tipo de cantaletas ha ayudado a construir el modelo de gran parte de lo que ha salido en los periódicos más leídos del Reino Unido sobre este tema durante la última década. Pero cuidado, algunos fans que se han autodenominado como el lobby pro-cannabis, que proclaman que toda la hierba es completamente inofensiva, no viven tampoco en el mundo real.

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Pero la correlación está ahí. Las cifras oficiales muestran que alrededor de un tercio de los enfermos mentales diagnosticados han consumido drogas durante el año anterior —el triple de la media nacional. Tres cuartos de aquellos que acuden a los servicios de tratamiento de drogas han sufrido algún trastorno psiquiátrico durante el último año.


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Las drogas y las enfermedades mentales están entrelazadas en un complejo baile que los expertos no han hecho más que empezar a descifrar. El estigma que ha rodeado ambas cuestiones durante tanto tiempo ha hecho que la investigación sobre cómo interactúan y cómo una puede llevar a la otra tenga que remitirse a la experiencias vividas en la infancia.

Rachel recuerda ser infeliz desde que su familia se fracturó cuando ella tenía tres años. Lo escribió en su diario tras sus primeras experiencias con la ketamina, a la edad de 14 años. "Había desatado toda una nueva inteligencia dentro de mí, pasé de ser una solitaria colegiala frustrada a una princesa de cuento de hadas". Ya con 30 años, dice que aunque la medicación ha aliviado su depresión, ha alterado su vida esencialmente. "Mi cabeza no era capaz de mantenerse en silencio y la medicación me calmó. Ya no estaba tan enfadada ni tan triste. Salía, trabajaba, jugaba, vivía y era feliz. Pero mi cerebro aún estaba desarrollándose. Para mí, la vida sin medicación es algo aburrido y sin brillo —nada iguala las cumbres a las que me llevaba la medicación al pasar de niña a adulta.

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Mucha investigación sobre las drogas como causa o acelerador de las enfermedades mentales se ha centrado en el cannabis, porque es la droga ilegal más consumida. Aunque millones de consumidores de esta droga no se verán afectados por la misma, se ha demostrado que hay ciertos grupos más propensos que otros a desarrollar problemas de salud mental.

Algunos ya renqueaban antes de dar la primera fumada. Los consumidores de cannabis que tienen antecedentes de depresión o esquizofrenia en su familia corren mayor riesgo de que la droga desencadene en ellos estas enfermedades que aquellos que no consumen. Los investigadores creen que hay un gen, el AKT1, que hace a la gente que consume cannabis mucho más susceptible a desarrollar psicosis que a aquellos que no tienen el AKT1.

Los estudios muestran que los jóvenes que empiezan a fumar cannabis antes de los 15 años son cuatro veces más propensos a desarrollar enfermedades psicóticas que los que no consumen. Esto se debe a que el cerebro aún se está desarrollando durante los años de la adolescencia. Como postula el Real Colegio de Psiquiatría, "se está llevando a cabo un proceso masivo de purga neuronal, una especie de limpieza en el revoltijo de circuitos enmarañados para que funcionen de forma más eficiente. Cualquier experiencia o sustancia que afecte a este proceso tiene el potencial para producir efectos psicológicos a largo plazo".


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La depresión es uno de los posibles resultados. Un estudio realizado en 1.600 niños australianos de edades entre 14 y 15 años conducido durante siete años concluyó que aquellos que consumen cannabis a diario eran cinco veces más propensos a la depresión y a la ansiedad cuando el estudio llegó a su término. Aunque no hay pruebas suficientes que indiquen que es más probable que los adolescentes diagnosticados con depresión consuman cannabis, hay un gran número de evidencias que indican que los adolescentes que afrontan altos niveles de estrés son más propensos al consumo problemático de cannabis.

Entre toda la hiperventilación de los medios exagerando el poder y el peligro de la poderosísima hierba "skunk", que domina ahora el mercado británico —hay un periódico que asegura que "solo una fumada puede causar esquizofrenia—, esta droga está creando problemas. Un estudio del Kings College de Londres realizado entre 780 personas del hospital Maudsley al sur de la ciudad concluyó que, comparados con aquellos que jamás han probado el cannabis, en los consumidores de cannabis skunk se veía cinco veces aumentado el riesgo de psicosis.

Insight, un servicio de apoyo para jóvenes de entre 11 y 24 años con problemas de drogas, ha avanzado más kilómetros en este camino que el Maudsley. Uno de los trabajadores del proyecto, Anthony Stewart, está observando un aumento del número de adolescentes, principalmente delincuentes juveniles, que buscan ayuda con síntomas como paranoia o ansiedad provocados por "una adicción a las variedades súper fuertes de cannabis".

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"Consumen variedades como Amnesia, LSD y Sour Diesel, y las fuman a diario. Incluso la música que escuchan habla de drogarse con skunk. Uno de los chicos cree que le mandan mensajes subliminales por medio de la publicidad de la televisión. Va a haber un gran aumento de las enfermedades mentales entre los jóvenes por culpa de la skunk".

Los efectos psicológicos a corto plazo de las drogas pueden ser potentes y acumulativos. Una juerga con mucho alcohol puede deprimir el sistema nervioso y hacer que las personas se sientan deprimidas. Cuanto más bebes, más te deprimes. Los consumidores de estimulantes de fin de semana como el éxtasis o la cocaína sufren el "colapso de media semana", una caída del ánimo provocada al sobrestimular o "freír" los receptores del cerebro. Cuanto más consumes, más se sobrestimula el cerebro y más frágil va a ser tu estado mental. Esto lleva a que la gente piense demasiado las cosas, dando significado a cosas que no existen y creando sospechas infundadas. Para tratar a estas personas, hacen falta medicinas —esto es, más drogas— apretándose así los nudos del enredo.

No es de extrañar que los organizadores del Festival de Glastonbury hayan contado con enfermeros psiquiátricos de guardia desde hace tres décadas. Todos los años, hay asistentes al festival que se encuentran mal mentalmente y tienen que pasarse dos o tres días recuperándose en una unidad psiquiátrica. De vez en cuando, a alguno hay que ingresarlo.

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El Dr. Niall Campbell, psiquiatra consultor del Hospital Priory de Roehampton al suroriente de Londres, ha visto desfilar ante sí una larga fila de personas mentalmente marcadas por el consumo de drogas. A veces, los efectos pueden ser temporales, pero no menos alarmantes. Uno de los adolescentes a los que trató el Dr. Campbell estaba tan aterrorizado por una imagen recurrente de El Grito de Edvard Munch (después de mordisquear unas raíces de setas alucinógenas) que cada vez que cerraba los ojos sufría un trastorno de estrés postraumático. El chico casi tiene que aplazar sus estudios universitarios a consecuencia de esto, pero las visiones cesaron con el tiempo. Pero, para inquietud de otros, esos efectos pueden, como dice el Dr. Campbell, "activarse" indefinidamente.

"He estado tratando a un tipo durante 12 años. Iba al colegio de mi hijo y fumaba muchísimo desde muy temprana edad. Me lo mandaron cuando lo expulsaron del colegio porque sus notas habían empeorado a causa de la marihuana", cuenta. "Su problema era que, en su cabeza, todo el mundo, desde un tractorista ucraniano hasta un hombre de negocios del Kalahari, sabía lo que ocurría en su cabeza". El paciente dejó de fumar hace 12 años, tomó medicación para dejarlo, fue a la universidad y ahora trabaja en el negocio de su padre. "Todos los de la fábrica de China que visita por negocios saben lo que está pensando. No puede mantener una relación con una mujer porque ella sabe lo que está pensando. Está atrapado en un estado de paranoia y lo estará siempre y eso le asusta".

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La inmensa mayoría de los consumidores de drogas, incluso si alguna vez les ha pegado un mal viaje o han sufrido efectos psiquiátricos a corto plazo, no sufren enfermedades mentales crónicas por haber tomado drogas. Sin embargo, la adicción —una forma diagnosticada de enfermedad mental— a menudo puede ser precursora de más problemas psiquiátricos.

Le pregunté a Liz Hughes, una enfermera de salud mental que escribe para el blog Mental Elf y es también profesora de salud mental en la Universidad de Huddersfield, qué factores pueden provocar que una persona que consume drogas moderadamente se sienta inclinada hacia el tipo de consumo que puede conducir a una enfermedad mental. "Imagínate un cubo lleno de estrés", dice. "Si ese cubo ya está casi lleno, puede que con una predisposición genética a la adicción y un historial de acoso escolar, al añadir drogas, se desborde. Pero hay gente que empezará con el cubo vacío y podrá consumir muchas drogas antes de verse perjudicado".

Dice que si el consumo de droga está afectando a la funcionalidad de tu día a día, por ejemplo si eres incapaz de trabajar, comer, dormir o hacer vida social con normalidad, esto podría indicar el comienzo del desarrollo de una enfermedad mental. "Es muy difícil lidiar con una enfermedad mental una vez aparece", dice Hughes. "Cuando empieza, ya es muy difícil librarse de ella, así que es mejor prevenirla".

Psicodélicos como el LSD, la mezcalina o la psilocibina (el principio activo de las setas alucinógenas) se ha asociado a las crisis emocionales desde los 60. Sin embargo, un estudio publicado en marzo en la revista científica Nature concluyó que la gente que consumía esas drogas no corría más riesgo de desarrollar problemas de salud mental como esquizofrenia, psicosis, depresión, desórdenes de ansiedad o intentos de suicidio.

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Las drogas estimulantes, como la cocaína o la mefedrona, se asocian con la diversión y con darse en la cabeza, pero cada vez se están tomando más como lo hacían las generaciones pasadas: como un medio de escapismo negativo para deshacerse de los sentimientos que la gente no quiere.


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El Dr. Owen Bowden Jones dirige la clínica de desintoxicación CNWL Club Drug Clinic, un servicio para personas que consumen las nuevas sustancias psicoactivas (NSP) y las llamadas "drogas de clubes". No obstante, ha visto a mucha gente con altos niveles de depresión, ansiedad, estrés postraumático y psicosis debido al consumo de drogas. El problema que más está aumentando es el de la mefedrona.

"Con la mefedrona, me encuentro con gente con psicosis temporales —paranoia, manía persecutoria y alucinaciones auditivas. La psicosis por mefedrona es ya más común en nuestra clínica que la psicosis por crack. Si estás constantemente acelerando el sistema de recompensa del cerebro con una droga estimulante como la mefedrona, todos los transmisores de sensación de bienestar como la dopamina se van agotando, y acabas con una percepción crónica de la vida deprimente y monótona. Una forma de cambiar esto es tomar más mefedrona, lo que constituye el riesgo de desarrollar un círculo vicioso.

En noviembre, el Mental Health Trust (fundación de salud mental) de Londres, anunció que las NSP habían provocado una ocupación tan alta de camas en la unidad psiquiátrica que algunos pacientes tuvieron que ser derivados a Somerset para su tratamiento. Mientras, los cannabinoides sintéticos como Spice o Mamba Negra están creando estragos en los servicios relacionados con la drogadicción y las cárceles del Reino Unido. Los reclusos han empezado a importar sustitutos del cannabis —que son más potentes que el cannabis normal— entre rejas porque los tests antidrogas no los detectan. Pero algunos han tenido que recibir ayuda psiquiátrica a causa de estas drogas.

Spiceophrenia, un estudio sobre los cannabinoides sintéticos publicado en la revista Human Psychopharmacology en 2012, concluyó: "Los cannabinoides sintéticos puede desencadenar la aparición de psicosis agudas en individuos vulnerables y el empeoramiento de los episodios psicóticos en pacientes con un historial psiquiátrico previo".

A pesar del peligro, las drogas tienen el poder de mejorar las funciones cognitivas, como la memoria y la concentración, y de tratar enfermedades mentales como la depresión, el estrés postraumático y la ansiedad en pacientes de cáncer. Antes de que la MDMA se usara como droga recreativa, cientos de psicólogos estadounidenses la usaban en los setenta como apoyo a las psicoterapias y a las terapias de conversación. Estudios médicos sobre los efectos positivos del MDMA muestran que la sustancia puede usarse como tratamiento para la ansiedad y el TEPT.

La forma en que cada persona se ve afectada mentalmente por el consumo de drogas es, al final, cuestión de cada uno. Como dice el Dr. Bowden-Jones, "la gente toma drogas para experimentar sensaciones que no perciben en sus vidas o para librarse de aquellas que no quieren sentir". Hay quien se automedica, pero ese es un juego peligroso: el antídoto podría ser el veneno.

Hasta cierto punto, el quid de la cuestión es la capacidad innata de cada uno para tolerar una sustancia determinada. Todo se determina en qué drogas afectarán a qué personas y de qué formas. Y lo que es más importante: dicha respuesta individual está ligada a la razón por la que empezaron a drogarse. "Yo le preguntaría a la gente qué esperan obtener de tomar drogas", dice Liz Hughes. "Si intentan escapar de algo o enmascarar sentimientos negativos, ahí ya tenemos una bandera roja. Porque más que ser un alivio temporal, la droga puede agravar un problema subyacente.

Si estás preocupado por tu salud mental o la de alguien que conoces, visita la página de Mental Health America.

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