Fotos: un día en la vida de una mariachi

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Fotos: un día en la vida de una mariachi

La tradición mexicana del mariachi siempre había sido dominada por los hombres, pero los tiempos están cambiando.

Las bandas de mariachi han sido dominadas por los hombres desde principios del siglo 19. Pero poco a poco, las mujeres comienzan a infiltrarse en esta escena machista y las cosas ya están cambiado. Una de esas mujeres es Nancy Velasco, una mujer mariachi de Ecatepec, un municipio del estado de México que es conocido por su alto índice de femicidio.

Nancy ha trabajado como mariachi durante 18 años, como solista y con su Mariachi Quetzal. La mayoría de los días de la semana viajan a la Ciudad de México para entretener a las multitudes y ganar algo de dinero. Nos unimos a ella un lunes para observar cómo es un día en su vida.

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Nancy se prepara para el trabajo, se lava los dientes, se maquilla y se pone su traje de mariachi. A su hijo Fernando le gusta jugar con sus pinceles de maquillaje y espejos. Su pareja de cinco años, Teo, hoy se quedará en su casa con él. "Sí, nos enfrentamos a la discriminación por ser lesbianas", dice Nancy. "En la guardería de Fernando, algunas personas no aceptan que tiene dos madres".

"Definitivamente hay discriminación contra las mujeres en el mariachi", dice Nancy. "Somos una minoría: un sábado en la Plaza Garibaldi hay quizás 500 hombres y cuatro mujeres, hay muchos hombres que no entienden, o no creen que se debería permitir que las mujeres trabajen".

Pasamos por la vía del tren La Bestia, que viaja por la frontera de Estados Unidos y normalmente es al que saltan los ciudadanos mexicanos que intentan entrar a los Estados Unidos en busca de trabajo. "Cuando mi madre vivía en Estados Unidos, una vez terminé en un centro de detención juvenil en la frontera", dice Nancy. "Las autoridades pensaron que yo era un coyote [un contrabandista de personas]. Por supuesto que no lo era, sólo estaba tratando de ir a visitar a mi madre".

Dios me dio esta voz. No puedo hacer nada más.

Se mantuvo un mes en el centro, donde pocos guardias u otros prisioneros hablaban español, y se le negó la comunicación con su familia, que no tenía conocimiento de su paradero. Mientras que en el centro, Nancy cantaba para los otros internos allí.

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Un mes después, de repente las autoridades la liberaron. Era temprano en la mañana y no tenía dinero ni mapa. "Nada más que la ropa en mi mochila, en Nogales [en la frontera norte], que es un lugar muy peligroso". Pero encontró su camino a casa, "y ahora canto, Dios me dio esta voz, no puedo hacer nada más".

Lo primero que tiene que hacer hoy es ir a su clase de trompeta. Está en su segundo año de estudio para ser trompetista, un programa de cuatro años, ya que se les paga mejor en todos los géneros de la actuación musical.

Nancy se reúne con sus compañeros de banda en la Plaza y toman el camión al restaurante en el que se van a presentar. Hay otras tres mujeres en su banda: Ana, Karen y Lili. "Hablando de mujeres que son excelentes músicos y con niños", dice Nancy mientras nos presenta a Karen. –Esta es increíble, y tiene tres.

La voz de Nancy ulula y su guitarra se estremece mientras lidera su banda de mariachi tocan canciones como Qué buena suerte y Paloma negra. Se mueven por el restaurante y aceptan las peticiones de los comensales. Tocan su última canción: El mariachi loco, para el personal de cocina.

Al igual que muchas mujeres artistas que están forjando su camino en un territorio dominado por hombres, muchas veces le faltan el respeto al trabajo de Nancy. "A veces la gente dice o asume que no tengo trabajo, no aceptan que este es mi trabajo, pero es mi trabajo, es mi profesión, me preparé, me sigo preparando y un trabajo requiere de mucha preparación".

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"Cobro un mínimo de 50 pesos por tocar una canción, y aún así a veces la gente dice que es demasiado caro. ¡Por favor, lo siento, pero este es mi trabajo!"