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Las restricciones al contrabando fronterizo de un medicamento están afectando a los usuarios de opioides en México

Desde el comienzo del brote de coronavirus, los estrictos controles en la frontera con Estados Unidos han detenido el contrabando hacia México de un medicamento esencial para salvar vidas.
Consumidor de heroína en México
Un consumidor de heroína preparándose para inyectarse en Ciudad Juárez, cerca de la frontera entre Estados Unidos y México. Foto: Richard Ellis / Alamy Stock Photo

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

El viaje de Juan solía ser fácil.

Cruzaba la frontera de Tijuana a San Diego para recoger paquetes de naloxona, un medicamento útil para salvar vidas capaz de revertir las sobredosis de opioides, cuyo uso está muy restringido en México. Juan solía transportar de contrabando la sustancia por el puente en una bolsa y se la entregaba a los consumidores de drogas que conoce, con la esperanza de salvar vidas; en las ciudades fronterizas de México, el mortal narcótico fentanilo aparece cada vez más en el suministro local de heroína.

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Sin embargo, las restricciones de viaje impuestas desde marzo a causa del COVID-19 en la frontera entre Estados Unidos y México solo permiten viajes esenciales, lo cual ha impedido que Juan y otros traficantes de naloxona realicen estos cruces vitales, pero ilícitos, durante cuatro meses. Como resultado, la naloxona —conocida con el nombre de su marca Narcan en Estados Unidos— se ha convertido en un producto escaso en las ciudades fronterizas de México. Cada vez más consumidores de drogas están muriendo en consecuencia.

"Desde que empezó la cuarentena hemos visto un aumento en las sobredosis fatales, porque es más difícil conseguir naloxona", dijo Juan, cuyo nombre ha sido cambiado para proteger su identidad. "En estos momentos está en San Diego y no podemos cruzar. No hay nadie que pueda traerla y no tenemos nada".

En Mexicali, una ciudad fronteriza a dos horas en auto de Tijuana, la naloxona también es escasa. "Hemos regalado la mayor parte de nuestro suministro en los últimos meses porque estamos lidiando con muchas sobredosis", dijo una fuente que trabaja en la reducción de daños.

Debido a la crisis de opioides y al aumento de las sobredosis relacionadas con el fentanilo, la naloxona se distribuye ampliamente en Estados Unidos. Pero en México, el medicamento está restringido por el gobierno, es costoso y requiere una receta médica. Solo está disponible en hospitales para pacientes hospitalizados. Pocas ambulancias lo tienen y ninguno de los centros de tratamiento de adicciones financiados por el gobierno o clínicas privadas de rehabilitación pueden comprarlo legalmente.

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Gady Zabicky, jefe de la Comisión Nacional contra las Adicciones (CONADIC) de México, dijo que los recursos sanitarios del gobierno se han desviado a la crisis de COVID-19, pero que está trabajando para cambiar las leyes y políticas federales que restringen el uso y la distribución de naloxona. "Antes de que tengamos una oleada de muertes por fentanilo, tenemos que estar preparados", dijo.

Pero la ola ya se está formando. El fentanilo apareció por primera vez en el suministro de drogas de México el año pasado, principalmente como heroína blanca en polvo conocida como "China White" en ciudades fronterizas como Tijuana y Mexicali. Pero se está detectando cada vez más en la heroína de alquitrán negro en esas ciudades, dijeron los consumidores y los trabajadores del área de reducción de daños a VICE News.

El problema se ha exacerbado como consecuencia de las restricciones fronterizas relacionadas con el COVID-19. "Muchas drogas se quedan aquí ahora", dijo Juan. La designación de los viajes como "esenciales" ha reducido la cantidad de automóviles que pueden cruzar la frontera. Los vehículos privados son el principal método de contrabando para los cárteles que transportan drogas a Estados Unidos desde México, así que parte de la heroína destinada al país norteamericano ha terminado en territorio mexicano, creando un exceso de oferta y un aumento en el consumo de drogas.

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Además, el fentanilo ya no es solo un problema en las ciudades fronterizas.

Rubén Diazconti, que trabaja en una clínica en la Ciudad de México especializada en la prevención de VIH y en la reducción de daños para consumidores de drogas intravenosas, mostró a VICE News las pruebas reactivas que había aplicado a la heroína en junio y que dieron positivo por fentanilo. "La heroína con la que realicé las pruebas era China White, la cual es muy común aquí en México", dijo Diazconti, quien no cuenta con naloxona en su clínica.

Sin naloxona, los usuarios que sufren sobredosis están sujetos a formas de reanimación más improvisadas e ineficaces: bofetadas en la cara, inyecciones de sal o heridas o quemaduras en las plantas de los pies.

"Compartimos toda la naloxona que podemos con los consumidores de drogas en México. Pero debido a que el gobierno mexicano no ha aprobado su uso, es difícil obtenerla", dijo Gilberto Pérez, de la Alianza de Colaboradores Fronterizos, una organización sin fines de lucro en El Paso, Estados Unidos, al otro lado de la frontera con Ciudad Juárez.

En comparación con la crisis de opioides que sigue azotando Estados Unidos —las sobredosis relacionadas con fentanilo mataron a más de 37.000 personas en 2019—, el problema de México es aún relativamente ligero. Pero su escala exacta es desconocida debido a la falta de datos oficiales. La información existente pinta una imagen borrosa.

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En 2017, 422 personas recibieron atención médica de emergencia por consumo de opioides en México. Esto casi se duplicó en 2019 a 721 casos, según datos de la CONADIC. El país reportó 181 sobredosis de opioides en 2017 y 242 durante 2019. Quienes estudian la información relacionada con drogas creen que estas cifras minimizan la magnitud del problema. Además, las muertes por sobredosis de drogas rara vez se registran correctamente, lo que puede ocultar señales de una agudización del problema de opioides en México.

"Cuando las personas mueren por sobredosis, no siempre nos enteramos, ya que se registra como una insuficiencia cardíaca o respiratoria, o incluso un golpe de calor", dijo Nadia Robles Soto, quien supervisa los programas contra adicciones en todo el país para la CONADIC. “A menudo hay escasez de pruebas de laboratorio para verificar si la muerte se debió a una sobredosis. En los departamentos forenses hay una falta alarmante de recursos, y esto no nos da claridad”.

Las cifras de sobredosis por opioides presentadas por el gobierno no distinguen entre sus diferentes tipos, como la heroína y el fentanilo. Pero el aumento en las cifras oficiales de muertes por consumo de drogas coincide con el incremento de la producción ilícita de fentanilo en México por parte de los poderosos cárteles del país. En territorio mexicano, los grandes decomisos de fentanilo —tanto en polvo como en píldoras— continúan y han aumentado en la frontera entre ambos países.

Zabicky espera que la distribución de naloxona sea generalizada en México antes que termine el periodo actual de gobierno, en cuatro años. Pero podría no ser lo suficientemente pronto, dijo Angelica Ospina-Escobar, presidenta de la Red de Reducción de Daños de México, Redumex.

“Estamos hablando de vidas humanas que se pierden a diario como consecuencia de la falta de acceso a este medicamento, debido a una regulación excesiva. Necesitamos una respuesta rápida a esta emergencia".