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Todas las fotografías cortesía del artista. 

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arte

Plácido Merino: el mexicano que hizo retratos en la morgue

Después de cuatro meses de producción con visitas al Instituto Nacional de Ciencias Forenses terminó pintando retratos de su familia muerta.

Artículo publicado por VICE México.

Hace dos años platicamos con el artista mexicano Plácido Merino sobre su exposición Sombras, en la que después de meses de charlas psicológicas con mujeres sobre sus miedos, ambiciones y bagajes inconscientes, expuso cuadros que buscaban retratar lo que sus propias palabras declararan. Ahora, con poderosos trazos que asombran técnicamente, Plácido regresa con Morgue.

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Es un proyecto visual íntimo que, de alguna manera, logra hablar de una manera universal sobre cómo cualquiera genera una afrenta sobre su propia mortalidad y la de sus seres queridos. La calidad estética y la profundidad conceptual de Plácido, dentro de un mar de inocuidades artísticas, resalta con perfecta justicia.

Platicamos con Plácido para conocer más sobre el concepto que maneja la inmersión que hizo en el mundo de los muertos, a través del Instituto Nacional de Ciencias Forenses donde llevó a cabo una investigación tanto estética como psicológica. Puedes leerla y ver una selección de los cuadros que presentará a partir del próximo 21 de febrero en la Galería de Arte Málaga, en la CDMX, abajo.


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Durante la entrevista Plácido me contó que esta cabeza es de su padre.

VICE: ¿Cómo fue la transformación de hacer “retratos psicológicos” a muertos con Morgue?
Plácido Merino: Comienza a partir de una investigación que yo hice. Esto es, ¿cómo el artista debe generar el acercamiento al modelo? Esa es la base de todo. En la primera parte, Sombras se trató de una aproximación a partir del discurso del mismo modelo, de entender su parte “oscura”, inspirado parcialmente en el concepto de "sombras" de Gustav Jung. Pero digamos que sobre las bases, la pregunta es: ¿Qué datos puede tomar el artista, del discurso del modelo, para poderlo pintar mejor? No es lo mismo si yo veo una foto tuya y te pinto, a que te conozca, sepa qué te preocupa, tus demonios internos, etcétera. Mi apuesta, por supuesto, es que el dibujo que pinte después de conocerte va a tener más peso que un mero retrato; no sé en qué radica ese peso, pero es una hipótesis. Sobre esa línea estuve trabajando. Ahora, con Morgue, cuando empecé a ir al INCIFO a trabajar con los cuerpos, pues se juntaron experiencias de todo tipo, en primera porque nunca había tenido una aproximación así con la muerte y, también, la aproximación no podía ser igual que en Sombras, es decir, que el modelo me contara sobre su historia.

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¿Y entonces cómo te acercabas al modelo? ¿Como un cuerpo o un sujeto?
Lo que empecé a entender en el INCIFO fue ver al modelo, pues, como sólo un cuerpo. Como si se tratara de una clase de anatomía. La cosa fue que en automático me di cuenta que era imposible no asignarles una identidad a estos cuerpos que veía. Veía una persona y empezaba a decir, “se parece a mi hermana”, “podría ser un primo”, “¿qué historia tuvo esta persona antes de morir?”. Me conflictuaba mucho que llegaban los cuerpos y nadie sabía quienes eran. Existe una hipótesis de cómo y cuándo se murió, los datos formales, físicos, del cuerpo pero nada más; estos son los datos típicos que tiene que saber un pintor para dibujar. Al final, ¿qué pasa? Yo me di cuenta que para poderlos representar, para convertirlos en sujeto, tenía que generar una identidad a partir de mi propia historia. El discurso se lo terminaba asignando por necesidad, de manera automática. Eso sí, desde el comienzo de mis visitas, cuando tuve este acercamiento de la noche a la mañana a la muerte, en cierta medida podría decir que fue traumático. Al final, no es lo mismo ver un cuerpo en descomposición que uno ya arreglado para un velorio, que ya no tenga ojos, hayan tonos verdes y morados y ese tipo de cosas que no se presentan con un recién fallecido. Ese primer golpe fue muy fuerte.

Conforme me fui acostumbrando, las siguientes veces ya podía reconocer de manera más lógica los cuerpos sin que sintiera que estaba en una película de terror. Tenía un enfrentamiento mucho más humano al ver a alguien fallecido por heridas de bala o mutilado pero que aún conservara las características propias de un cuerpo humano con vida. Lo que hice fue entender los cuerpos, analizarlos, y luego ya regresaba al estudio para poder retratarlos a partir de la memoria. Yo no podía ni tenía permiso de pintar, dibujar, tomar fotos, sino que solamente tenía permitido tomar apuntes en audio.

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Cuéntame del proceso para poder entrar al INCIFO para una investigación artística.
Me acerqué con el antiguo director del INCIFO, le conté del proyecto, y él me presentó a otra persona con la que podría hablar. Debes de imaginar que no cualquiera puede entrar nada más porque sí a estas instalaciones. Si no eres un médico es prácticamente imposible, pero como yo tenía ya este proyecto, un análisis que hice a partir de las sesiones psicológicas en Sombras, tal cual se presentó como una investigación al cuerpo per se sin identidad. Yo nunca trabajé con cuerpos que tuvieran identidad, de hecho, sino que eran cuerpos que iban directo a la fosa. Cuerpos que no tenían reconocimiento alguno, y así esto me enfrentó a un cuerpo que, de verdad, estaba completamente muerto. Sin historia ni trasfondo más allá de lo directo de su muerte, nadie sabe quién fue.

Entonces empiezo a trabajar en estas aproximaciones a los cuerpos, porque precisamente la exposición está dividida en dos, en las aproximaciones y en las interpretaciones. Una cosa es cómo me acerco al cuerpo y otra diferente es lo que yo interpreto de él, a partir de lo que vi. Siempre mi enfoque ha sido hacer pintura honesta, que sea lo más brutalmente real de manera que sea posible, tanto en mi pensamiento como en mi técnica. Haciendo las interpretaciones me di cuenta que las caras que yo les ponías a esos cuerpos, al final, en realidad era mi familia, mi interpretación. Les veía ciertas características similares y de una manera u otra los terminé pintando a ellos también. Nadie de mi familia nuclear ha muerto, por lo que fue un choque particularmente fuerte. Esto se convierte en una segunda fase de la serie, una en la que puedes ver a mi familia muerta. De hecho, la portada del cartel es mi papá.

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Es algo muy interesante porque también hablé con psicólogos sobre lo simbólico que es matar a tu familia. Pero ojo, no estoy matando a mi familia, estoy pintándola muerta que es completamente diferente.

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¿Y no te viste tentado a ponerte a ti dentro de tu familia muerta?
Por supuesto. De hecho tengo un par de autorretratos como parte de la serie. Es inevitable pensar hasta qué punto estás, cuando dejas de estar, en qué momento eres identidad, sujeto, carne o sólo un número. En qué momento legalmente te mueres y en qué momento tienes identidad. La identidad, entonces, no corresponde directamente al sujeto, no muere con él, sino que puede ser a partir de parentescos familiares o cosas similares. Al final a estos cuerpos, por ejemplo, les di una identidad que corresponde directamente a mí. No les di una identidad creada, sino una que yo concebí a partir de mis identidades, historias y mis personas y ya les puedo dar un rostro.

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¿De dónde surge la necesidad de ir a la morgue para hacer la serie?
El lazo que comunica ver a un modelo sin identidad frente a un artista, que es el concepto y base de Morgue, son los cuerpos, pero aquí no invito a ver sangre y desmembrados. Yo invito a través de esto a los demás artistas a hacer un proceso similar con sus obras, una familiarización extrema con lo que estás pintando. No puedes pintar un desierto sin vivir el calor sofocante que éste supone. Sé que hay artistas que se enfocan más en lo técnico y no le dan tanto peso al concepto, pero yo creo que la forma precede al fondo y el fondo a la forma, por eso para mí es importante, si vas a pintar un desierto, que entiendas qué es un desierto, vibres qué es. Tenía que entender cómo funciona el cuerpo, la gente, el modelo.

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¿Qué sigue después de esta serie?
Esto es parte de unas cinco exposiciones que tengo pensadas. Ahorita esto es sobre cómo el artista se involucra con el modelo, pero luego viene cómo el espectador puede interpretar algo. La primera parte es cómo se consiguen los datos de un modelo, la segunda, ésta, es sobre cómo interpretarlos y luego le sigue ¿qué pasa con el espectador? Todo se convierte en un teléfono descompuesto sobre todos los tipos de espectador, modelos y el mismo artista.

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¿Cómo te afectó como artista o personalmente hacer algo tan visceral como Morgue?
Me afectó profundamente. Hay un cambio, sin duda alguna, pero aún no siento que puedo dimensionar tal cual el efecto que ha tenido sobre mí. Lo que sí te puedo decir es que con el proceso que conllevó hacer Morgue mi ansiedad ha aumentado considerablemente. No es que sea una ansiedad sobre imaginar a mi familia muerta o por el estilo, pero sí algo interno que me ha movido muchísimo. Puede ser que esto haya afectado incluso la producción misma de las obras, tanto en mi aproximación como en la finalización de ellas. De alguna manera, detoné un trabajo que me prendió un switch de una ansiedad indómita muy difícil de comprender. No sé qué me devuelva mi paz, pero definitivamente tengo mucha tensión.

Esta exposición es exponerme de una manera muy brutal y muy directa. Aquí, en este proyecto, no sé si el que se está muriendo o se está matando soy yo. No mi familia ni los muertos que vi en el INCIFO sino yo mismo en choque con mi mortalidad. Fue un trabajo muy intenso para entenderme a mí, a mi familia y plantearme la posibilidad de perder mi identidad o, si en cualquier caso, la tengo. Todo es una búsqueda de identidad constante.

Con todo esto, lo que yo la verdad sí quiero es que el espectador salga sorprendido, para bien o para mal. Que no espere algo obvio, sino que la sorpresa venga dentro de ellos mismos y que encuentren un frenesí reflexivo a partir de la serie.


Si quieres conocer más sobre Plácido Merino y su producción, síguelo en Instagram, Facebook y visita su sitio. A partir del próximo 21 de febrero, todas sus obras de Morgue estarán disponibles en Galería Málaga.

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