Artículo publicado por VICE México.
La imagen acústica de un table dance la define un DJ. Un chamán que mediante melodías invoca a la lujuria de una muchedumbre que, con billete en mano, busca poseer por un instante la geografía corporal de las mujeres y hombres que bailan sobre el escenario. Platicamos con Máscara* (como pidió ser nombrado) sobre el trabajo que ha desarrollado durante 16 años y con el cual ha puesto a bailar a más de mil personas en todo México, desde Cancún hasta Tijuana.
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VICE: ¿Cómo te convertiste en DJ de table dance?
Máscara: Soy de Sonora. Allá fui mesero desde los 16 años en antros y congales. Al poco tiempo comencé a trabajar en un bar de prostitutas, también como mesero. Un día puse unas canciones y poco a poco me fui quedando con la consola; también fui dominando el timbre empalagoso y sensual que hacemos todo los DJs de table con la voz. Este ambiente me gustó y le he seguido. He trabajado en Cancún, Culiacán, Los Cabos, Tijuana, Hermosillo y Mexicali. Además de poner canciones, debo manipular las luces, estar al pendiente de que el internet no se vaya y organizar las carpetas para tener lista la música de cada bailarina. Antes de que hubiera computadoras era un desmadre el uso de los discos compactos porque se rayaban o rompían.
¿Cómo te llevas con las chicas?
Mi cabina es un confesionario al que vienen todas las chicas a contarme sobre sus amores, penas y hasta sus infecciones vaginales. Soy una especie de consejero. Cuando hay fiestas, mis amigos siempre quieren que lleve a las chicas del trabajo como si fueran objetos que puedo mover de un lugar a otro, pero no es así, ellas tienen una vida que es muy aparte de este ambiente.
¿Qué tipo de consejos das desde tu púlpito musical?
Las debutantes, por ejemplo, vienen muy nerviosas a decirme qué canciones quieren que les programe para subir al escenario: dos canciones movidas para bailar en el tubo y una para desnudarse. Me encargo de animarlas y les digo que este un trabajo como cualquier otro. Algunas vomitan por los nervios o quieren llorar, como si fuera el primer día de clases, y más cuando el lugar está lleno de tipos alcoholizados que gritan y gruñen.
Hace unos meses una chica de 19 años debutó. Subió a bailar y sólo un cliente le puso un billete de 50 pesos en el calzón. El segundo día un cliente la llevó a la habitación. Al final llegó llorando diciéndome que esto no era para ella. Nunca volvió.
¿Cuáles son las canciones que más programas para que las chicas bailen y se desnuden?
Las que están de moda. Este año, para bailar, casi todas optaron por reguetón: Daddy Yankee o Cártel de Santa. Para quitarse la ropa, la más pedida ha sido “Soy peor”, de Bad Bunny. Lo más culero que he tenido que programarle a una chica es “Chacarrón”, de El Chombo. “Despacito”, de Luis Fonsi, la odio. También el género trap.
Años atrás las canciones que más pedían para desnudarse eran “Always” y “Como yo nadie te ha amado”, de Bon Jovi; “Crazy” de Aerosmith, “November rain”, de Guns and Roses y “Wind of change” de Scorpions. Las chicas de más de 35 años pueden pedir “Ten cuidado con el corazón”, de Alejandra Guzmán, y “No me enseñaste”, de Thalía. Cuando trabajé en Tijuana algunos narcos me pedían narcocorridos o sus propios corridos y eso sí estaba cabrón; la música es sonido pero también peligro. En este mes navideño vienen más hombres porque traen ahorros y aguinaldo. Piden más bailes privados, más sexo-servicio y ponen más billetes en las tangas, por lo tanto, las chicas pueden ganar más dinero. La canción que sigo programando porque no ha pasado de moda es la “Hotel California”, Eagles.
¿Qué pasa si dos chicas escogen la misma canción?
Desde mi cabina soy testigo de todo lo que pasa sobre el escenario, por ejemplo, sí llegan a haber peleas entre las bailarinas por la música. Ellas no pagan derechos de autor, así que las canciones pueden ser de la chica que la pida, pero aún así he visto a algunas que se han agarrado a golpes. Me tocó que una de las chicas tenía pleito con otra porque bailaba su canción, “Ininterrottamente”, de Gigi D’Agostino. Durante una pasarela —parte del show en que suben las chicas a desfilar en la pista— esta chica lanzó un golpe en la boca a la que supuestamente le había robado la canción y como usaba brackets, todo se volvió un desmadre de sangre. A mí me aventó un botellazo y después de eso, el gerente prohibió que se tocara esa canción.
¿Qué puedes platicar de los accidentes sobre el escenario?
Cuando trabajaba en Hermosillo, Sonora, había una chica a la que le decían Bruja. Pasó al escenario para hacer su show, que consistía en subirse a la parte más alta del tubo y quedar sostenida por una sola pierna y con la cabeza apuntando al piso. Con el cuello de un envase de cerveza se masturbaba mientras giraba poco a poco. Esa noche estaba borracha y los reflejos no le ayudaron. Cuando dio un giro el envase golpeó el tubo y se rompió. Se bajó chorreando sangre y tuvieron que llamar a los paramédicos porque se provocó un desgarre vaginal.
En otra ocasión una bailarina de las más hermosas del lugar estaba en su etapa final de participación. Un cliente se acercó a ella y le puso un billete en la entrepierna. Ella, en agradecimiento, se descubrió la vagina y él comenzó a chuparla tan apasionadamente que con el filo de sus dientes le arrancó un pedazo de clítoris. Salió bastante sangre. Creo que el cliente se emocionó por estar entre tanto público y aplausos. Un guardia de seguridad se la llevó cargando al camerino.
¿Cuáles han sido de los momentos de mayor diversión y extrañeza?
Estuve trabajando en la frontera con Arizona. Cuando los gringos vienen a México, sienten que están en un parque de diversiones y quieren experimentar de todo. Trabajaba en un table dance que en el segundo piso tenía un hotel; ahí vivía por temporadas. Una noche subí a mi habitación a buscar mis audífonos y vi que el cuarto de al lado, de mi amiga, tenía la puerta semi abierta. Me metí a saludarla y la vi desnuda y a gatas mirándome fijamente. Sobre sus nalgas dos gringos se habían hecho rayas de cocaína y las inhalaban. Me saludaron y uno de ellos me preguntó: “Amigo, ¿quieres?” Sí quise pero era mi amiga y me sentí incómodo por inhalar de sus nalgas, pero todo estuvo bien.
En otra ocasión en un cuarto del hotel hubo un after. Cuando desperté quedábamos tres personas. Yo en una cama y dos compañeras de trabajo dormidas en otra, pero una de ellas estaba desnuda y tenía metida una bengala ya quemada en el culo. Pensé que las cosas estaban mal y me volví a dormir.
¿Es posible el amor entre los compañeros que trabajan en un table dance?
La relaciones están prohibidas, pero siempre hay forma de que la gerencia no se dé cuenta. Uno de mis amigos, que también es DJ, se casó con una chica del ambiente. Tuvieron una hija, ella ya tenía dos más, pero las cosas no funcionaron por celos de él. Yo no podría relacionarme sentimentalmente con alguna, a menos que tuviera estómago de acero. Imagínate mirar a tu pareja irse con un cliente a una habitación a coger por dinero y luego llegar a casa y cogértela tú.
Una chica casada entró a trabajar. Su marido no sabía que se desnudaba y una noche vi que llegó; se quedó parado viéndola desnudarse, con la cara descompuesta. Al finalizar el baile ella, que ya lo había mirado, bajó del escenario y salió al estacionamiento a buscarlo. Los guardias me platicaron que el tipo estaba vuelto loco. Ambos se fueron. Supe que en casa él le dio una golpiza. Ella ya no regresó a trabajar. Otro caso similar tuvo un desenlace distinto. Llegó el marido de una chica que estaba saliendo de un privado con un cliente; ella le había dicho que nomás era mesera y que en ocasiones se tomaba una copa con los clientes. El marido la miró y no hizo una escena sino que se fue con una chica a una habitación. Cuando salió, quien estaba vuelta loca de celos era la chica.
¿Cómo te tratan los dealers que visitan el table dance?
Los dealers quieren tenerme de su lado para que les ponga sus canciones favoritas, por eso me regalaban cocaína. Hablo en pasado porque trato de ya no hacerlo, pero duré un año inhalando cocaína todos los días. Era excitante meterme unas rayas y mezclar música. Una noche que tenía 15 días sin parar me atasqué dos líneas gruesas como brazos de bebé y tuve una sobredosis. Recuerdo que comenzaba “Titanium”, de David Guetta, cuando caí de espaldas adentro de la cabina.
Desperté 15 días después e ingresé a un centro de rehabilitación para desintoxicarme. Dejé de aceptar regalitos; toqué fondo, estuvo culero, era muy atascado. Hay colegas que se ponen muy locos con la coca y no atienden lo que se les dice el gerente; si el ambiente está muy apagado el gerente les pide que pongan música con más desmadre pero no lo hacen porque traen su propio ambiente por la droga.
¿En qué momento te jubilas de esto?
En este trabajo no te retiras de vejez porque antes las desveladas te chingan el cuerpo. Un gerente de un table dance donde trabajé unos años acaba de fallecer. Dicen que fue una mezcla de cansancio, estrés, coraje y mal comer. En este momento estoy estudiando el cuarto semestre de la licenciatura en derecho, aunque no sé si inmediatamente me pondré a litigar. Tengo mi sueldo y aparte cada una de las chica me debe dar 20 pesos diarios de propina por ponerles sus rolas; esto de la propina es así en todos los tables de México que he trabajado. En Cancún trabajé con la argentina Sabrina Sabrok y en Mexicali con la actriz porno Mía Marín y también me dieron mi propina.