Música

11 festivales a los que valió la pena ir este año

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Este artículo se publicó originalmente en THUMP EUA.

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Piel pelada por las quemaduras del sol. Zumbido en los oídos. Sinusitis. No es un secreto que una gran porción de los festivales musicales te pueden dejar bien madreado. Por suerte, a lo largo del 2016, más y más promotores soñaron eventos para activar tus sentidos en formas más comedidas y pensadas, favoreciendo programaciones más eclécticas y espacios no tradicionales en lugar del hedonismo desinhibido de los grandes escenarios del EDM.

Alrededor del mundo, el público tuvo la oportunidad de vivir el techno clásico en su lugar de origen, drum and bass en un glaciar en movimiento, sonidos experimentales entre antiguas torres mineras, y una fiesta completamente acuática alrededor de un lago. A continuación, y en orden alfabético, presentamos 11 de los eventos que ofrecieron algo inesperado este año e hicieron que realmente valiera la pena ir a festivales. –David Garber

1. Fascinoma Festival – Atlixco, Puebla, Mexico

Fotografía: Facebook.

La primera edición del Fascinoma, en México, demostró que los festivales todavía pueden enfocarse completamente en la música. La modesta escapada de dos días tuvo lugar en un resort en Atlixco, Puebla –una pequeña ciudad a tres horas de Ciudad de México– y dividió su programación entre dos escenarios y un par de bares regados. La comida estuvo disponible en el restaurant del propio resort, así que no debías enfrentarte al peligro de escoger entre 20 food trucks diferentes y quedarte en la ruina.

Esa simplicidad hizo que la música fuera más fácil de disfrutar, ya que no había nada que te distrajera del cartel diverso del Fascinoma, lleno de estrellas internacionales –entre ellos, Mala, Gaslamp Killer, Palms Trax, Kode 9, Larry Heard– y talentos locales, como Siete Catorce y White Visitation. En otras palabras, eras libre de perderte en la música, en vez de en el terreno gigantesco. –Valeria Anzaldo

2. It’s Not U It’s Me’s Power Plant Series – Toronto, Canada

Fotografía: Aaron Wynia.

Debido a su temprana hora de cierre de bares, opciones insuficientes de transporte público, precios exorbitantes de bienes raíces y las regulaciones prohibitivas de zonificación, la ciudad de Toronto hace que sea difícil organizar un festival de electrónica no corporativo y bien curado. Es por eso que el colectivo de base It’s Not U It’s Me tiene nuestro respeto por navegar los dolores de cabeza burocráticos y sacar adelante su primera serie de verano en Power Plant, una espaciosa galería de arte contemporáneo de tres pisos con vista al litoral de la ciudad.

Aunque puede que los organizadores se hayan inspirado en eventos similares en el MoMA PS1, en Nueva York, y en el Instituto de Arte Contemporáneo de Londres, el cartel fue incomparable, con talentos locales e internacionales como los pioneros del Detroit techno Claude Young, Rick Wilhite y DJ Stingray, el productor radicado en Berlín, Avalon Emerson, la estrella en ascenso de Discwoman, Volvox, y Christina Sealey, de Orphx. Con su orden de “primero la seguridad” y su cuidadosa atención a los detalles, como el setup del sonido y la disposición de la locación, parece ser exactamente lo que necesita la “ciudad de la música”. Ojalá se convierta en una tradición anual. –Max Mertens

3. Lightning in a Bottle – Bradley, California

Fotografía: Jamie Rosenberg.

Burning Man ha parido un espectro completo de festivales transformacionales polvorientos en la Costa Oeste –una escena definida por su estética de “hazlo tú mismo”, house y techno excitante y una aceptación ferviente de –a falta de una mejor expresión– la mierda hippie.

Llevada a cabo en un embalse seco en California central, Lightning in a Bottle es uno de los eventos más comentados en esta escena, y su decimosexta edición fue su más grande hasta la fecha. A lo largo de los años, el festival ha servido como una especie de plataforma de lanzamiento para las ideas del colectivo de artistas Do LaB sobre la conexión humana y sostenibilidad medioambiental. Al juntar la música, el arte, la conversación, el teatro inmersivo y un montón de iniciativas de reciclaje y conservación del agua, LiB se ha establecido como una fuerza enormemente positiva en la escena de festivales de la Costa Oeste.

El set centrado en vinilos de Jamie xx en el escenario principal fue impecable, aunque fue interrumpido momentáneamente por un psiconauta desnudo que trató de subirse en el escenario en medio de la actuación con una erección. Pero LiB se trata sobre mucho más que solo el cartel. Me senté dentro del llamado Witch’s Den por una hora entera, oliendo jarrones de materia vegetal y lamiendo elíxires, y espiando una conversación en espiral en el área educativa de The Village sobre la fluidez de género. Aunque algunos se han quejado de la expansión del festival hacia el relativo mainstream –algunos lo han catalogado el “Coachella de la Escena Transformacional”– no se puede discutir con 25000 personas que se reúnen para expresarse a sí mismas. –Ross Gardiner

4. Melt! Festival – Gräfenhainichen, Germany

Fotografía:STAR-MEDIA.

Es difícil ganarle a la magia de estos tres días de fin de semana en Ferropolis. Ubicado en medio de la “Ciudad del hierro” –un museo al aire libre dedicado a la historia de la minería de hierro del pueblo– solo la locación es suficiente para hacerte suspirar de asombro: un patio de aspecto distópico lleno de tentáculos de metal gigantes que alguna vez desenterraron metales preciosos de la tierra, justo al lado de un lago artificial.

En años recientes, el evento se ha reinventado de cierta forma, brindándole nuevos escenarios a los asistentes y expandiendo su ya diverso cartel. Este año, Melt! pareció haber invertido más en figuras únicas de la escena que en grandes actos principales, trayendo a todo el mundo, desde la diva del hot dog inflable, Peaches, a los artistas de techno melódico Kollektiv Turmstrasse, al colectivo queer Yo!Sissy. Pero también se mantuvo fiel a sus queridas tradiciones, tales como el escenario Sleepless Floor, de libre entrada y con música continua. Nunca olvidaremos las grúas gigantescas cerniéndose sobre todos nosotros mientras bailábamos en la península hasta el amanecer. –Thomas Vorreyer

5. Moogfest – Durham, North Carolina

Fotografía: Graham Morrison, cortesía de Moogfest.

Muchos meses antes del Moogfest de este año, la legislatura de Carolina del Norte aprobó la llamada “House Bill 2”, un proyecto de ley que ordenaba a todas las personas transgénero usar los baños públicos del sexo indicado en sus certificados de nacimiento, y autorizaba al Estado a sobreponerse a cualquier ley local que protegiera los derechos LGBTQ. Los organizadores del festival de Durham emitieron una declaración oponiéndose al proyecto de ley: “Esta ley discriminatoria no solo va en contra de los principios básicos de igualdad, equidad y justicia”, decía. “Es una ofensa directa a nuestra misión de principios”.

La programación del Moogfest 2016 resaltó su compromiso a la diversidad e inclusividad. Entre presentaciones de pioneros de la electrónica como Gary Numan, Laurie Anderson y The Orb, y jóvenes practicantes como The Black Madonna, Grimes y Oneohtrix Point Never, hubo discursos de apertura y discusiones en paneles que celebraron las raíces y el futuro del medio, incluyendo bloques de programación sobre el afrofuturismo y el ciberfeminismo. Desde el set íntimo de Grouper en el majestuoso teatro Carolina de la ciudad, al doblete en una iglesia con Julianna Barwick y Julia Holter, a Sunn O))) en un escenario al aire libre, castigando a los desafortunados que olvidaron usar tapones, el Moogfest 2016 fue una prueba viviente de que los festivales pueden coexistir con las ciudades. –Max Mertens

6. Movement – Detroit, Michigan

Fotografía: Lyndon French.

Todos saben que las verdaderas fiestas que se hicieron durante este festival en Detroit ocurrieron en la madrugada, pero el hecho de haber sido una celebración en todos los rincones de la pista de baile en el lugar de nacimiento de uno de sus géneros más fructíferos hace que Movement sea una apuesta que no se puede perder. En los últimos años, los organizadores detrás del festival han tenido una visión más expansiva de lo que puede ser la música electrónica, reclutando en esta ocasión –por supuesto– a íconos del techno como Carl Craig y Kevin Saunderson, así como a estrellas del Jersey club como Sliink, y artistas que empujan los límites del future-disco como The Black Madonna y Honey Soundsystem.

Personalmente, uno de los momentos más memorables de ese sudoroso fin de semana del Día de los Caídos fue el bloque de programación del domingo, en donde OWSLA, el sello de Skrillex, se apoderó de un escenario que se sentía como un estacionamiento oscuro. REZZ tocó ambientes oscuros llenos de bajos, antes de que Josh Pan se lanzara un set que retumbó en los pechos, y luego Mija subió al escenario para rendir tributo a la historia de la ciudad con algunas bombas e acid techno. Más tarde este año, Mija terminó embarcándose en una gira llamada “FK A GENGE”, que también es una descripción bastante apta de los valores de Movement. –Colin Joyce

7. Secret Solstice – Reykjavik, Iceland

Fotografía: Michael James Murray.

El momento en el que realmente supimos que estábamos sobre una roca volcánica a unos 300 kilómetros del estrecho glacial de Groenlandia fue cuando nuestro bus fiestero/motonieve se descompuso al lado de un glaciar que parecía de Interstellar, dentro del cual estaban tocando el productor inglés Artwork y Droog, de Los Ángeles. Este tipo de experiencias –sobrecogidas por la audacia de los promotores, y a la merced de los elementos– fueron distintivos del festival Secret Solstice, en Islandia.

Encabezado por Radiohead, Die Antwoord, Deftones y Goldie, y apoyados por una lista de actos de house y techno como Jamie Jones, Skream, Apollonia y Visionquest, el festival con capacidad para 17000 personas en el centro de Reykjavik tuvo su tercera edición en junio, durante el solsticio de verano. Echar la fiesta bajo luz de día continua durante 72 horas seguidas fue una experiencia desorientadora, y ciertamente no ayudaron las abundantes cajas de lager Viking disponibles. Pero la energía rebosante de los locales nórdicos alimentados por energía solar fue suficiente para sobrellevar cualquier locura circadiana.

Secret Solstice rompió con la idea agotada de que un “festival destino” necesita hacerse en un lugar caliente y soleado. Además de las raves glaciares, los organizadores organizaron el primer concierto en el mundo en un volcán activo, y trajeron a Kerri Chandler y a su piano a la alberca natural calentada por geiser más antigua de Islandia. Es mucha distancia por recorrer para ir a una fiesta, pero realmente no hay nada como Secret Solstice. –Ross Gardiner

8. Simple Things – Bristol, UK

Fotografía: Max Foster.

Simple Things no se parece a ningún otro festival británico en el calendario. Ocurre en un lugar en la ciudad en vez de en el campo, durante el mes gris de octubre en vez de durante la ola de calor del verano, y sólo dura un día. Lo más resaltante, de verdad, es la programación. Con artistas tan salvajemente dispares en su programación como Powell y Kano, el crew de Teklife y Charlotte Church, el festival de Bristol es una clase magistral no sólo en cómo hacer shows increíbles, sino también en engendrar identidad a través de curaduría. El festival ofrece un ambiente totalmente humilde, pero además no teme darse el gusto de incluir cosas totalmente extravagantes –por ejemplo, una presentación de Kaitlyn Aurelia Smith en un planetario.

No parece para nada irracional decir que la lista de actos del festival no volverá a juntarse en ningún otro contexto –es decir, Simple Things es una propuesta única solo por cómo mezcla de forma precisa lo contemplativo y de avanzada con el hedonismo descamisado actual. Y, ¿cuál es el sentido de tener hasta el más esotérico de los carteles si nadie se divierte? Aquí es donde Simple Things se separa del montón, llenando los locales y las calles laterales de la ciudad con energía que dura hasta mucho después de terminado su acto final. –Angus Harrison

9. Symbiosis Gathering – Oakdale, California

Fotografía: Symbiosis Gathering.

“Sí, pero, ¿tiene un lago?”. Symbiosis Gathering sería uno de los mejores festivales de Estados Unidos incluso sin todas las cuencas de agua, pero su ventaja geográfica lo llevó directamente al trono. Es imposible quitarle importancia a lo revitalizante que es levantarte del piso hirviente de tu tienda, agotado el domingo, y salpicarte en un cuerpo de agua de verdad, al ritmo de música house robusta.

Symbiosis se lleva a cabo en Oakdale, California, apenas un par de semanas después de The Burn, cuando la mayoría de la gente que va a festivales está mentalmente preparada y físicamente dócil, con sus cuerpos cubiertos con polvo de playa y sus brazos abiertos a la gente desconocida. Esta energía acogedora flota entre todas las distracciones que ofrece el festival: las instalaciones de arte, el yoga y espacios de aprendizaje, y, por supuesto, las pistas de baile. FKA Twigs y RL Grime fueron los cabezas de cartel del escenario principal este año, mientras que Claude VonStroke, Lee Foss, Seth Troxler, Justin Martin y el crew Desert Hearts remataron los sonidos underground.

Así como con Lightning in a Bottle, la verdadera diversión que podías tener en Symbiosis era subirte a las esculturas y tener pláticas absurdas con gente que frecuenta Burning Man. El próximo año, Symbiosis abandonará su hogar en Oakdale y se mudará a Oregón para el eclipse total de sol, haciendo equipo con once festivales transformacionales de diferentes partes del mundo –incluyendo el Envision, de Costa Rica, y Rainbow Serpent y Bass Coast, de Australia– para lo que probablemente será uno de los momentos más destacados del 2017. –Ross Gardiner

10. Trip Metal Festival – Detroit, Michigan

El mismo fin de semana en el que Movement descendió sobre el centro de Detroit, los raros de Wolf Eyes organizaron su propio festival, a la distancia de un viaje corto en coche. Tomando su nombre de un meme surrealista propagado en gran medida por el miembro de la banda John Olson, el evento ofreció una suerte de teoría unificadora de música para freaks. Los experimentalistas del medio oeste compartieron tarima con el precursor de los sintes modulares Morton Subotnick y el futurista techno Hieroglyphic Being, quien a su vez colaboró con la agrupación de jazz astral Sun Ra Arkestra. Los géneros fueron destruidos, se abrieron los ojos cósmicos, y un juggalo se metió en una pelea. Como lo prometió una valla única en toda la ciudad –el único mercadeo real del evento además de una página de Facebook– la entrada a los shows en el local de Mexicantown, El Club, costó $0. Así que se sintió como un fin de semana libre, y así lo fue, literalmente. –Colin Joyce

11. Tropico – Acapulco, Mexico

Fotografía: via Youtube.

El Trópico, llevado a cabo este diciembre, fue una excursión por las playas de Acapulco que duró una semana, repleta de palmeras, piñas coladas e iguanas a montones. Brian Wilson, de The Beach Boys, tocando el clásico Pet Sounds; Bonobo tocando su próximo álbum, Migration; y Todd Terje, fueron el centro de atención, mientras que DJs en ascenso del underground mexicano –como Moon Runner, Salón Acapulco y Daniel Maloso– completaron el cartel. La fiesta recorría desde enclaves frondosos a fiestas de alberca a la media noche, a sets al amanecer junto a la playa, a lo largo de 72 horas seguidas. Trópico resultó ser más intenso de lo que parecía razonable para un festival con capacidad para 4500 personas, pero cuando ya no podías aguantar más la rave, podías simplemente irte a la playa y descansar. –Jemayel Khawaja