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Cómo es recuperarte de un intento de suicidio

"La depresión es la nube que bloquea el sol por un rato, pero tú eres el cielo. No te vas a quedar en ese punto. El huracán se volverá una brisa. Se lo debes a tu futuro yo".

Ilustración por Nick Scott

"Es muy poco probable que alguna vez vuelva a estar en el fondo", dijo Jaabir sonriéndome desde el otro lado de la mesa. "Me asaltaron la semana pasada. Me tiraron de la bici y me caí en una zanja. Se llevaron todas mis cosas. Me acabo de recuperar físicamente, pero aún estoy un poco mal mentalmente. Pero como en toda mi vida lidié con las experiencias más dolorosas, siento que puedo con eso".

En junio de 2014, Jaabir, de 28 años, estaba a muchos metros de altura, dispuesto a acabar con su vida. "Todo se había vuelto demasiado", dijo. Un capellán que andaba en el área lo encontró y, después de hablarle durante media hora, logró que Jaabir se bajara. Fue un momento crucial. "Si hubiera sabido que había gente con la que podía hablar y que me quería ayudar", dijo Jaabir, "no habría tenido por qué haber estado allá arriba".

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Jaabir y yo estamos abajo, en un café cerca de su trabajo en el centro de Londres. Han pasado ocho meses desde que estuvo a punto de terminar con su vida. Él es divertido, carismático y habla con elocuencia sobre su experiencia y es entusiasta al hablar del estigma y el miedo que rodea a aquellos que han tenido enfermedades mentales y que han intentado suicidarse.

"Al principio yo no hablaba de mi enfermedad porque me daba miedo", dijo. "En este país generalmente no hablamos de las emociones y eso nos está matando. Me daba mucha pena al principio. Pensé que me hacía menos hombre. Sólo después me di cuenta de que tenía una red de apoyo a mi alrededor".

Si sientes que tu cabeza es invadida por una tormenta invisible, pero te sientes obligado a callar para no quebrantar el balance de la sociedad, no lo hagas, dijo Jaabir. Las reacciones de la gente frecuentemente sorprenden. "La reacción de la gente es algo que preocupa mucho cuando te abres. Decirle a tu mamá o a tu mejor amigo que quisiste suicidarte no es fácil. Pero el primer paso en mi recuperación fue abrirme".

El estigma que rodea a las enfermedades mentales puede aferrarse a pensamientos negativos como sanguijuela, creando así una relación destructiva y simbiótica. "Alejaba a todos", dijo Jaabir. "No creía que nadie entendería, así que me hacía el valiente. Pero no hay de qué apenarse. Estar mal no es tu culpa. Deja que la gente lo sepa. Acéptate a ti mismo".

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Claro que el miedo de que la gente no te entienda puede hacer que sea muy difícil que te abras y te conectes con alguien más. "El momento en el que supe que había algo mal fue cuando estaba muy triste en mi camino de ida y vuelta del trabajo", continúa Jaabir. "Empecé a llorar en el metro. No lo podía controlar. Pero en lugar de pedir ayuda, me alejé de todos. A todos los amigos que estaban preocupados por mí les dije que estaba bien".

Cuando al fin empezó a hablar de sus problemas, Jaabir dice que la gente reaccionó de una forma que "realmente lo conmovió". "Al conectarte con la gente sacas cosas que antes eran muy internas", dijo, lo que ayudó a "detener" el ciclo de pensamientos negativos. "La gente es más compasiva de lo que crees. Estuve mucho más cerca de mi familia y amigos de lo que nunca había estado". Desde que Jaabir habló de sus problemas mentales, la gente cercana a Jaabir también ha hablado de los suyos, algo que, según él, "nunca habrían hecho en el pasado".

Los problemas mentales no son una epidemia, pero sí son una parte intrínseca de los humanos. Son tan comunes como los moretones. "Creo que debemos entender que sólo porque algo sea invisible no significa que no sea real", dijo Matt Haig, autor de varios libros. El más reciente de ellos, Reasons to Stay Alive (Razones para seguir vivo) explora en detalle su propia lucha contra una enfermedad mental que empezó con una crisis nerviosa a los 24 años cuando estaba en Ibiza con su novia.

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El estigma que rodea a las enfermedades mentales puede aferrarse a pensamientos negativos como sanguijuela, creando así una relación destructiva y simbiótica.

"Sentí algo que nunca había sentido. Suena melodramático, pero no creo que nadie haya sentido lo mismo. Fue un pánico intenso combinado con una desesperación eterna. No veía escapatoria. Tal vez la única habría sido el suicidio, pues sentía que era la única forma de escapar –como al saltar de un edificio en llamas. Pero lo único más grande que la depresión es el tiempo", dijo. "La depresión me decía que no llegaría a los 25. Ahora tengo 39".

Como reportó VICE anteriormente, cincuenta por ciento de las enfermedades que los menores de 65 años dijeron tener están relacionadas a la salud mental, pero sólo un cuarto de los casos reciben ayuda. Noventa por ciento de aquellos que intentan suicidarse sufren de algún problema mental, diagnosticado o no.

En Gran Bretaña, 4,400 personas se suicidan al año, pero más de 40,000 intentan suicidarse. En promedio, esto significa que alguien en ese país intenta quitarse la vida cada 12 minutos. Son más las personas menores de 35 años que mueren por suicidio que las que mueren en accidentes automovilísticos. De las muertes en hombres entre 20 y 34 años, el suicidio conforma una cuarta parte. En 2012, 600 mil personas expresaron pensamientos suicidas a los Samaritanos, una asociación británica que ayuda a gente con problemas mentales. En 2014, las cifras de la Oficina de Estadísticas Nacionales de Reino Unido mostraron que nueve por ciento de los jóvenes que buscan empleo de entre 16 y 25 años estaban de acuerdo con el enunciado: "No tengo nada por lo que vivir". Treinta y dos por ciento habían contemplado el suicidio.

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Pero a pesar de la prevalencia de la gente que quiere hablar de enfermedades mentales, aún existe un cierto miedo, como si aceptar que tenemos un órgano lleno de sentimientos en el cráneo pudiera abrir una especie de portal hacia el abismo y volvernos locos. Claro que esto es pura mierda.

"El cerebro es una parte del cuerpo y deberíamos verla como tal", dijo Haig. "La depresión y la ansiedad tienen muchos síntomas del cuello para abajo, así como muchas enfermedades físicas tienen efectos en la mente. Debemos hablar de la salud mental de la misma forma en que hablamos de la salud física". Nadie, dice, está "Cien por ciento física o mentalmente saludable".

La opinión pública generalmente trata a las enfermedades mentales con un mazo. Cuando, por ejemplo, el ex futbolista Clarke Carlisle intentó suicidarse en diciembre pasado, la gente que no lo conocía lo llamó egoísta. Lo único egoísta en un intento de suicidio es la gente que lo llama egoísta. Lo único que hacen es crear un círculo vicioso de culpa, que se acumula al autodesprecio que algunas personas con enfermedades mentales sienten. Esto puede reforzar su deseo de quedarse callados.

"Las personas deprimidas no le temen a la muerte menos que los demás y tampoco son más egoístas, es sólo que el dolor con el que viven es demasiado", me dijo Haig. "El suicidio siempre es algo que se puede prevenir con la debida ayuda". En febrero Carlisle tuvo una valiente y conmovedora entrevista con Absolute Radio en la que describió su propio "autoodio", pero también la "esperanza" que tenía por recuperarse.

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"Cuando decidí terminar con mi vida casi no sabía lo que estaba haciendo. Estaba en piloto automático", dice Jaabir. "Me sentía como alguien más. Por más que intentaba, no podía encontrarme a mí mismo. Había muchas ideas y pensamientos negativos pasando por mi cabeza todo el tiempo: lo inútil que era en mi trabajo, que estaría solo para siempre. Todo se me juntó.

"En mi mente quería que el dolor terminara y no quería que evitaran que lo hiciera. Pensé que estaba haciendo lo correcto. Lo tenía planeado y manejé por un buen rato para lograrlo, pero como que no estaba consciente de lo que estaba haciendo. Fue sólo hasta que me hablaron los capellanes que salí del trance. Sólo entonces pensé: '¿Qué hago aquí?'"

"La depresión y la ansiedad tienen muchos síntomas del cuello para abajo, así como muchas enfermedades tienen efectos en la mente. Debemos hablar de la salud mental de la misma forma en que hablamos de la salud física. Nadie está cien por ciento física o mentalmente saludable". —Matt Haig

Los problemas mentales pueden empezar en cualquier momento y no manifestarse por completo hasta muchos años después. "Cuando tenía 12 años, mi padre murió y en ese entonces me bulleaban mucho", dijo Jaabir. "Me sentía enajenado. Era muy duro conmigo mismo y sentía que tenía muchas fallas. Me culpaba por ser bulleado y llevé ese autoodio conmigo durante toda mi vida. Pensé que era normal, que todos se sentían así. Todos se odian a sí mismos, ¿no?".

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Pero la depresión no tiene que ser "por algo", dice Haig. Las causas son numerosas, variadas, específicas, históricas, reaccionarias, opacas, oblicuas, únicas y –sobre todo– individuales.

La Encuesta Confidencial Nacional Sobre el Suicidio y Homicidio en Personas con Enfermedades Mentales reveló que en 2014, 18 por ciento de los suicidios en Reino Unido entre 2010 y 2012 ocurrieron en pacientes que habían sido dados de alta dos semanas antes o menos. Los diagnósticos y el tratamiento no lo pueden todo, particularmente cuando el tratamiento se lleva a cabo en medio de una crisis nacional y tan horrible como la de Gran Bretaña. Pero el tratamiento adecuado y el apoyo en la recuperación es un imperativo.

Después de volver a casa, Jaabir recibió una mezcla de tratamientos tanto por parte del gobierno como privados. Dos meses después estaba de vuelta en el trabajo. "Los primeros meses fueron bastante difíciles", dijo. "Se me hacía difícil encontrar placer en las cosas que antes disfrutaba. El tenis ya no me interesaba. La tele me aburría. Tenía mucho sueño y estaba ansioso. Me enojaba mucho con mi familia y amigos. Pero ellos se quedaron conmigo y yo con ellos, y todo empezó a cambiar lento pero seguro".

Jaabir empezó terapias en Mind, una asociación británica que ayuda a la gente con problemas mentales, que le permitieron "descargarse" de sus "pensamientos negativos" e "identificar los patrones" que lo llevaron a "los lugares oscuros". "Mi terapia fue una mezcla de terapia cognitivo conductual, psicoterapia y orientación" explicó. "Fue bastante efectiva. Hubo muchas técnicas de visualización: hacía dibujos de experiencias dolorosas. En verdad me abrió los ojos".

Al final de nuestra conversación, Jaabir hizo una pausa para pensar. Fue un momento interesante en el que ambos estábamos en silencio y reflexionábamos sobre nuestra propia relación con la salud mental. "Cuando pienso en mi vida", eventualmente dijo, "pienso que pude haberme dado cuenta mucho antes. Pienso: apégate a los hechos. No eres inútil. No hay evidencia para que lo pienses. El 99 por ciento del tiempo esos pensamientos están injustificados. Simplemente deseo haberme dado cuenta antes de que había gente como yo que me podía ayudar".

Posteriormente hablé con Haig. "Creo que lo importante es reconocer que tú no eres los pensamientos negativos que están en tu mente –por más fuertes y reales que parezcan", dice. "La depresión es la nube que bloquea el sol por un rato, pero tú eres el cielo. No te vas a quedar en ese punto. El huracán se volverá una brisa. Se lo debes a tu futuro yo".

@MrDavidWhelan