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no me hallo

La lucha que unió a tapatíos y huicholes

La manifestación de wixaritari más grande en décadas, dejó un triunfo para restituir un gran número de tierras invadidas en Nayarit y Jalisco y un avance en el apoyo entre tapatíos y pueblos indígenas.

La posesión de tierras siempre ha sido una fuente de conflictos. Desde el hermano desheredado que rompe con su familia hasta batallas épicas en las que Game of Thrones se queda pendejo. ¿Por qué? Porque para la mayoría de nosotros las propiedades significan una sola cosa: riqueza.

Pero esta semana, medio millar de wixaritari —huicholes, pues— recorrieron más de diez horas para llegar a Guadalajara y cuestionar un sistema que ha convertido todo, desde un gatito hasta los ríos más caudalosos, en un gigante y reluciente signo de pesos. Y también vinieron a obligar a las autoridades mexicanas a hacer su chamba. Ya quisiéramos, ¿no?

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Desde hace varias décadas, los wixaritari sufren de invasiones a su territorio desde diferentes frentes, en este caso fue por parte de empresarios ganaderos que están explotando algo que consiguieron a través de la corrupción de nuestro país. Cansados, los wixaritari decidieron hacer una de las movilizaciones contemporáneas más grandes realizadas por parte de su pueblo.

Los wixaritari son uno de los pueblos precolombinos que más han resistido desde las épocas de la conquista, y cuentan con uno de los territorios más extensos que incluyen zonas de los estados de Jalisco y Nayarit, y algunas partes de la sierra en Zacatecas y Durango.

La comunidad de San Sebastián Teponahuaxtlán y Tuxpan de Bolaños (Waut+a y Kuruxi Manuwe) se encuentran entre los municipios de Mezquitic y Bolaños (al norte de Jalisco), y La Yesca, en Nayarit. En 1953 se dio la invasión de diez mil hectáreas divididas en 45 propiedades, que ahora son utilizadas por empresarios ganaderos para explotar sus recursos.

En 2007 la comunidad presentó 45 juicios agrarios ante las autoridades federales, después en 2009 la extinta Secretaría de la Reforma Agraria comenzó con trabajos para la restitución de las tierras de los wixaritari y en 2013 se obtuvieron las primeras sentencias favorables, pero el gobierno se ha negado a cumplirlas, por lo que los wixaritari decidieron actuar.

El 20 de agosto llegaron a  la ciudad, con una marcha pacífica cientos de pobladores de San Sebastián y Tuxpan fueron a Palacio de Gobierno y luego se dividieron para realizar un plantón en dos puntos: la delegación de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano y el Tribunal Unitario Agrario 16, para exigir la restitución de sus territorios. En principio lograron una resolución para recuperar sus tierras que se hará válida el 8 de septiembre próximo, fecha hasta la que tienen los invasores para dejar esos terrenos.

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Durante su estancia, cientos de tapatíos se volcaron a los plantones para donar comida y ropa a los manifestantes, que necesitaban el apoyo para continuar su lucha.

La presión de la comunidad wixárika y de muchos tapatíos, logró que se instalaran mesas de seguimiento con las autoridades tradicionales de San Sebastián y Tuxpan, y se dio un plazo para que el el ocho de septiembre sus tierras estén de vuelta.

Platiqué con Ubaldo Valdéz Castañeda, (su nombre wixaritari es Niuweme), secretario del Comisariado de Bienes Comunales de San Sebastián y Tuxpan, para que nos contara cómo es la vida cuando tienes que exigir tus derechos a muchos kilómetros de tu hogar.

VICE: ¿Cómo es vivir en una comunidad que tiene una gran cantidad de hectáreas invadidas?
Niuweme: La comunidad vive bajo un concepto de colectividad, si una parte de la comunidad está siendo invadida el golpe es para todos los comuneros. La vida en este momento está llena de impotencia, de indignación, porque una parte de nuestro territorio sagrado fue invadido por supuestos pequeños propietarios y, desde luego, la exigencia es que el estado mexicano debe de regresarnos las tierras sagradas.

¿Desde cuándo está este problema?
La comunidad de San Sebastián tiene una carpeta de invasiones que data de 1953, ésa es la base para poder emprender litigios en contra de estos supuestos posesionarios. Nosotros nos dimos a la tarea, hace siete años, de interponer las demandas correspondientes.

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¿Por qué esperaron para movilizarse?
El pueblo wixárika se caracteriza por dialogar. Nosotros como pueblo creemos en la gobernabilidad a pesar de que todos los mexicanos en su momento estuvimos sometidos a, como dijera Vargas Llosa, la dictadura perfecta. La justicia está de nuestro lado, no solicitamos algo que es ilegítimo.

Ahora, después de un año que salió la primera sentencia en esa zona a nuestro favor, la comunidad dijo: “Ya basta, no se está haciendo efectivo el estado de derecho y por lo tanto yo me tengo que levantar, tengo que hacer manifestaciones pacíficas”.

Fue lo que se preparó, venir a Guadalajara, alzar la voz con mucha energía pero en son de paz.

¿Cómo se dieron las invasiones?
Se usaron diferentes métodos. Algunos convencieron al vecino o al compadre —en este caso algunos wixaritari que están en esos linderos—, y les pidieron prestadas las tierras para sembrarlas. Ya después se aferraron a no dejarlas, fue todo un proceso.

Otras se dieron de manera forzosa: invadiendo, sacando documentos con algún notario público, desde luego con la complicidad del gobierno que hemos venido denunciando. Si esta gente tiene documentación es porque el gobierno, en su momento, fue cómplice de estos terratenientes, por decirlo así.

Entiendo que las usan para sembrar, ¿esta explotación les afecta en su entorno?
Esa es una zona muy fértil y es por ello que no han querido soltarlas, en esa zona se da mucho el pastoreo, son zonas de cultivo muy fértiles, de verdad.

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Pero ellos hacen talas a grandes extensiones de bosque para poder sembrar su forraje y desde luego el concepto que nosotros tenemos de la madre tierra es diferente: ellos están lucrando con nuestro territorio, están sacando provecho con su ganado y sus cosechas.

Nosotros sembramos maíz no para venderlo, es para la sustentabilidad; si yo tengo dos o tres cabezas de ganado es para poder obtener leche, queso, panela, yo no lo necesito para exportar queso a otros estados.

¿Sufren ataques por parte de estos invasores?
Siempre. [Los ganaderos] llegan y golpean a los comuneros de San Sebastián. Ha habido casos más fuertes, que te pudiera contar si pudiéramos tener la oportunidad de charlar en otra ocasión. Conozco un acontecimiento muy lamentable en esa zona, pero necesitaría preguntarles a los familiares para no caer en la falsedad.

Además, siempre tenemos que pasar por ahí. Hay una ruta que nosotros le llamamos de herradura, donde pasamos a pie, pero también hay una carretera por la que forzosamente cruzas la zona invadida cuando tienes que viajar de Tepic a San Sebastián. Nosotros como autoridades tomamos las precauciones, tratamos de evitar pasar por ahí, porque se siente el clima de miedo.

¿En Guadalajara cómo se sintieron?
Estamos con sentimientos encontrados. La burguesía rural nos ha atropellado y tenemos esa imagen, pero al llegar a Guadalajara nos sorprendimos. Hubo quienes soltaron lágrimas por cómo la gente se solidarizó con este movimiento.

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Yo en lo personal pudiera decir que cambió tal vez mi forma de pensar, de percibir a quien no es indígena, y no sé cómo esté en este momento la gente de la comunidad. Los tapatíos nos recibieron bien, no tengo palabras ni cómo describirlo, estamos muy agradecidos.

Esperamos volver a Guadalajara pero ya no en un tono de manifestación sino en un acto de convivio, que sería muy grato, para que los tapatíos conozcan la diversidad cultural que tiene nuestro estado.

Algunos pueden pensar que somos el traspatio de la ciudad, pero con esta convivencia que tuvimos en estos dos días como que se empiezan a dar cuenta que los pueblos originarios estamos aquí, que estamos en la zona norte, somos wixaritari, tenemos nuestro propio idioma, nuestra propia gastronomía. Es grato que la gente tapatía conozca de nosotros también.

A lo mejor nosotros conocemos más de ustedes por la cuestión de las escuelas, por la televisión, pero posiblemente ustedes no conozcan mucho de nosotros y es ahí donde todavía hay esa desconexión. Yo soy positivo de que en el futuro podamos establecer un punto de equilibrio y diálogo para poder convivir como jaliscienses, como mexicanos, como ciudadanos.

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@abragelonne