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Cultură

Federico Jiménez Losantos es una de mis personas favoritas

Cada mañana nos regala un monólogo lleno de misantropía neoliberal que, muy en el fondo, nos hace falta escuchar.

Desgraciadamente, la única persona que le cae bien en el mundo es Esperanza Aguirre. Imagen vía

Suena un pasodoble. De repente, una voz cálida y viril anuncia "Es la mañana de Federico" y acto seguido empieza la ofensiva. Aunque suele empezar hablando del tiempo, el tema es lo de menos, Federico Jiménez Losantos, como su tocayo alemán, Nietzsche, es dinamita y se pasa el siguiente minuto y medio cagándose en este invierno primaveral que llevamos un par de meses arrastrando. Porque Federico es un tío al que no le gusta que haga calor en febrero, es un tío al que le gustan que las cosas sean como tienen que ser, un tío al que le gusta el orden. "El tiempo está tan soso, tan raro y tan tonto, como la vida política".

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Sin que te des cuenta ya ha empezado a soltar mierda y solo lleva medio minuto de programa y antes de que puedas hacer nada te encuentras completamente atrapado en medio de su diatriba infernal, un monólogo de tres horas a medio camino entre la prosa poética y su propio dialecto, el losantiano, que es una suerte de slang cargado de ira: "Mariano es un pecio, Mariano flota, Mariano es un ser orgánico, pero de origen vegetal", "Se creía que Felipe iba a ser como Campechano I [Juan Carlos I], que se dedicaba a sonreír a las cámaras como un bobo", "Las dos niñas asesinas, Cospedal y Soraya Sáenz de la Guillotina y de La Sexta, Sorasexta", "Todos juntos en unión defendiendo la bandera de la santa defunción, porque todos al barranco", "Eso es una piara, no es un partido". Si alguien pensaba que lo de decir que le pegaría un tiro a los líderes de Podemos si pudiese era excesivo, es que nunca ha escuchado uno de sus programas hasta el final.

Desde que lo largaron de la COPE (que le echasen de la radio de la Conferencia Episcopal por ser demasiado conservador es ya un logro en sí mismo), Losantos se ha convertido en nuestro particular Equipo A (o Rambo, según se mire): la guerra ha acabado y los suyos le han dejado de lado por ser demasiado incómodo, ya nadie le denuncia y ni sus enemigos más acérrimos se acuerdan, pero para Federico la guerra sigue. Y seguirá hasta que se muera porque es una guerra contra todo y contra todos alimentada por un odio interior que le corroe las entrañas. No hay cuartel. En la primera guerra carlista, Ramón Cabrera fue capaz de aguantar un año entero luchando completamente solo en el Maestrazgo de Teruel, Losantos, ya lleva siete.

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Tampoco pretendo hacer una apología del personaje, el tipo se ha ganado con creces la gran mayoría de cosas que se han dicho de él. Su programa (y prácticamente todo lo que lleva su firma) huele a odio y a Brummel. Además, me da la sensación de que la mayoría de sus críticas a la situación actual no nacen de un desencanto genuino con todo lo que está pasando, sino del resentimiento por haber sido apartado por los suyos. Aun así, eso no es lo importante, ya sabemos que el tío es lo que es y como se suele decir, de donde no hay no se puede sacar. Pero, siguiendo con las frases hechas (qué jodido es tener que escribir a base de frases hechas, ¿no?), "al César lo que es del César" y a Losantos, siendo sinceros, hay algo que reconecerle.

Minuto 08:35: "SHHHHHHHHHHHHHHHHARK"

En una época en la que los medios de comunicación trabajan por y para los políticos (paseándolos por los platós de televisión, inflando las encuestas o incluso moviendo los hilos detrás de unos u otros) y por lo tanto no te puedes creer a nadie, está bien que exista un demente que se dedique a cagarse en la madre de todos nosotros una vez al día. A veces nos hace falta reconocer que no somos perfectos, que normalmente tragamos con mierda y con gilipolleces de todo tipo por una especie de fe ciega que nos obliga a creer que todo lo que hacen o dicen los políticos con los que nos sentimos más identificados está envuelto en un halo de santidad que lo convierte en un acto objetivamente bueno; ya sea aceptar que lo de Carolina Bescansa llevando al Congreso a su hijo fue una pantomima para salir en la tele por encima de cualquier otra cosa (utilizar lo de la crianza de apego como argumento para el espectáculo es una excusa bastante pobre, sobre todo cuando todo el mundo te ha visto dándole tu hijo a la niñera) o que Ciudadanos se está ahogando en su propia inactividad y el PSOE está haciendo el ridículo con todo este lío entre los "barones" y Sánchez, por no hablar de la amnesia selectiva que parece que afecte a la cúpula del Partido Popular cada vez que salta un caso de corrupción.

Pienses lo que pienses, votes a quien votes, está bien que de vez en cuando alguien te recuerde que tus representantes políticos son unos auténticos gilipollas a los que solo les importa chupar del bote, salir en la tele y tocar poder.

Él no está atado a nadie (bueno, quizás a Esperanza Aguirre) y como decían Kortatu, "odio a todo el mundo estoy lleno de mezquindad y rezo para que llegue una guerra nuclear", está totalmente quemado, se ha recorrido todo el espectro político enterito y está hasta las mismísimas pelotas de todo el mundo, no le gusta nadie y a nadie le gusta él, ¿así que para qué callarse nada? Da igual que tenga o no razón en sus argumentos, lo que importa es que en este mundo de hipócritas, él se cree lo que dice, aunque lo que diga sea una auténtica memez. Y no hay que olvidar que ha sido durante años el favorito de los taxistas de España, eso tiene que valer para algo.

Además, desde un punto de vista exclusivamente materialista, ha conseguido hacerse un programa perfectamente a su medida, producido por él mismo, que es capaz de competir con los grandes medios, que ha conseguido sus propios anunciantes, su público fiel y sus propios medios de difusión, todo basado única y exclusivamente en él y en su odiosa personalidad (o mejor dicho, en su personaje), se ha capitalizado a sí mismo. Se ha convertido en dinero.

Puede que el tipo os repugne (a mí, sinceramente, me da bastante rabia a pesar de todo), que seáis incapaces de escucharlo sin vomitar y que creáis que el 90% de las palabras que salen de su boca atentan directamente contra vuestra dignidad, pero al fin y al cabo, alguien tiene que decir lo de "el emperador está desnudo". Quizás no es él el más indicado, pero es el que hay.