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Cultură

​¿Cómo es que tu padre sea un sanguinario dictador?

Puede que tu padre no sea una maravilla, pero al menos no es un puto loco.
Imagen vía Flick home_of_chaos

Puede que tu padre fuera adicto al trabajo. Puede que fuera alcohólico. A lo mejor nunca estaba cuando lo necesitabas. Pero, oye, al menos no era dictador. El Día del Padre puede ser un momento difícil para niños con padres complicados, pero es importante recordar que no estás solo. Al fin y al cabo, tienes algo de tu parte: tu papá no es Abdala Bucaram, el expresidente de Ecuador también conocido como "el loco".

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Aunque la progenie de muchos dictadores disfruta de un nivel de vida bastante superior al de sus ciudadanos, también son propensos a heredar la culpa por las fechorías de sus padres. En el tumultuoso mundo de las políticas dictatoriales, pueden acabar muy mal rápidamente. Aunque hace un tiempo ya del Día del Padre, en VICE hemos querido echar un vistazo a algunos de las parejas de dictadores padre e hijo de nuestra historia reciente.

Hafez y Bashar al-Assad

Fotografía de Tony Wheeler/Getty Images

El "desgarbado soltero y portento de la informática" Bashar al-Assad se había labrado una vida tranquila en Londres trabajando de oftalmólogo cuando el accidente de tráfico que mató a su hermano Bassel le obligó a volver a Siria y aprender todo lo referente a la dictadura de su padre, Hafez. Hafez al-Assad había estado demasiado ocupado gobernando Siria con mano de hierro desde 1970 como para pasar mucho tiempo con sus hijos. Bassel le dijo una vez al biógrafo de su padre: "Veíamos a Padre en casa, pero estaba tan ocupado que podían pasar tres días sin que nos dirigiéramos una palabra". Pero gracias a la tarea de transformar a su introvertido hijo en un árbitro creíble del poder absoluto, Bashar acaparó la atención absoluta de su padre: el viejo Assad metió a su hijo a la fuerza en la academia militar siria y buscó su consejo en temas de política interior y exterior. Bashar asumió la presidencia a la muerte de su padre en el año 2000, y algunos diplomáticos orientales han afirmado que el viejo Assad le inculcó a su hijo la disposición a librarse de posibles rivales y su poco apego al compromiso.

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Desde 2011, Bashar —que, si no fuera por la niebla de aquel día en Damasco, seguiría practicando la cirugía ocular— se ha dedicado a silenciar el levantamiento popular que se ha extendido rápidamente hasta convertirse en una auténtica guerra civil con bombas de barril y gas de cloro. Y parece que al hijo de Bashar podría bastarle con una revisión de personalidad menor que la de su padre, si es que el régimen de Assad sobrevive a Bashar: A los 11 años, Hafez Assad escribió un grandilocuente post en Facebook sobre las perspectivas de la intervención militar del ejército estadounidense contra el régimen: "Tengo uuuunas ganas de que ataquen… porque quiero que cometan el gran error de empezar algo a lo que no sabrán ponerle fin. [Estados Unidos no] conoce nuestra tierra como nosotros, nadie la conoce, la victoria al final será nuestra, y no importa el tiempo que tardemos. Siria por siempre jamás. [emoticonos con símbolos de la paz]".

Jean-Bédel y Jean-Serge Bokassa

Uno de los dictadores más rococós de la memoria moderna, Jean-Bédel Bokassa, se autoproclamó Emperador Bokassa I del increíblemente pobre Imperio Centroafricano (ahora República Centroafricana) en 1977. En homenaje a su héroe, Napoleón, Bokassa se montó una ceremonia de coronación con una corona de dos millones de dólares, enormes fuentes de caviar y un trono de oro en forma de águila. Como Presidente, había aterrorizado el país durante los 11 años anteriores, exigiendo que les cortaran las orejas y las manos a los ladrones, echando a sus enemigos literalmente a los cocodrilos y, en uno de sus últimos grandes alardes de fortaleza, disparando a los escolares a los que no les gustaban los uniformes del colegio, confeccionados por la empresa de su esposa.

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Sus hijos tuvieron más suerte: Su hijo Jean-Serge fue enviado a un internado suizo hasta que los franceses derrocaron a Bokassa en 1979. "Como hijo, tengo muchos buenos recuerdos", contó Jean-Serge a la BBC. "[Jean-Bédel] era muy cariñoso. Le encantaban los niños. Y por eso tuvo como 50". A los otros hijos de Jean-Bédel (61 en realidad) no les va tan bien como a Jean-Serge, que es ahora Ministro de Juventud, Deportes, Arte y Cultura de la República Centroafricana. Cuatro años después de la muerte de Jean-Bédel, muchos "vivían en la pobreza" en los terrenos medio en ruinas de su palacio, donde los franceses asestaron un golpe y acribillaron a balazos la habitación en la que supuestamente dormía rodeado de pilas de diamantes. "Somos muy pobres. El palacio es todo lo que nos queda" declaró uno de los nietos de Jean-Bédel a The Guardian en el año 2000.

Abdala Bucaram y Abdala Bucaram Junior

El Presidente ecuatoriano Abdala Bucaram no solo lucía un inconfundible y descarado bigote a lo Hitler sino que además profesaba gran admiración por el führer, uno de los "más brillantes genios políticos de la humanidad", según él. Durante su breve reinado, de agosto de 1996 a febrero de 1997, Bucaram se mantuvo muy ocupado: fomentó sus habilidades líricas versionando en español el Rock de la Cárcel subido a un escenario y rodeado de mujeres vestidas de animadoras de los Cowboys de Dallas, llamó burro a un ex Presidente y después se disculpó ante los burros, y se hizo cargo de la crisis económica de Ecuador ofreciendo un millón de dólares a un famoso entrenador de futbol para que jugara un solo partido con él. Destituido de su cargo por el Congreso por "incapacidad mental", Bucaram se refugió en Panamá, donde aún se le permite la residencia en condición de refugiado político. A pesar de su apellido infame, su único hijo, del mismo nombre, fue elegido para la Asamblea Nacional de Ecuador en 2009, y aún ocupa su escaño. Pero las cosas no siempre han sido fáciles para el hijo del autodenominado "El Loco": A pesar de su breve mandato, Bucaram padre sobrevivió a un intento de asesinato cuando iba en el coche con su hijo, al que han reprendido recientemente en la Asamblea Nacional por defender con demasiada estridencia el legado de su padre.

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Idi y Hussein Amin

La ejecución, en cálculos aproximados, de más de 300.000 de sus rivales políticos, la expulsión de decenas de miles de ciudadanos indios y paquistaníes, la exigencia a los ciudadanos blancos de pasearle en un trono, el asesinado del arzobispo del país, la colección de cabezas de sus némesis más destacadas en su congelador y el intento fallido de invasión de Tanzania para distraer la atención de su propia gestión, son solo algunas de las atrocidades más barrocas del ex Presidente de Uganda, Idi Amin. Recordado por la mayoría como "un psicópata muy simpático", Idi y su brutalidad fueron protagonistas de la oscarizada película de 2006, "El último rey de Escocia".

Sin embargo, según su hijo Hussein Amin, el gobierno de su padre se malentendió: Hussein llegó al extremo de contactar con The Guardian, 11 años después de la muerte de su padre en el exilio de Arabia Saudí, para refutar el número de muertes que llevaban la impronta de su padre en el obituario del periódico. Otro de sus hijos, Jaffar, declaró para el Daily Mail que a su padre "le encantaba bromear. Una de sus bromas favoritas era perseguir a la gente con una lanza. La gente se quedaba horrorizada al ver a aquella figura enorme acercándose a toda velocidad hacia ellos. Luego les tiraba la lanza a los pies". Hussein escribió también una carta abierta al actual Presidente de Uganda, Yoweri Museveni, exigiéndole la devolución de las propiedades de la familia Amin, que según él se adquirieron antes de que su padre ascendiera al poder, y que el Presidente cumpliera su promesa de mantenerle en una buena posición en el Gobierno. "Desafortunadamente", escribió en la carta de 2013, "desde que anunciaste los progresos mencionados hace unos 10 años, el índice de desarrollo de esta simple cuestión ha sido de cero".

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Muammar y Saif al-Islam Gaddafi

Teniendo en cuenta su doctorado en Democracia y Buen Gobierno por la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres (LSE), la creación y supervisión de la Fundación Internacional Gaddafi para la Caridad y el Desarrollo, y su habilidad para "enfundarse en un traje elegante y charlar educadamente sobre trivialidades en un inglés impecable con la flor y nata de la sociedad y la política británicas", no cabe duda de por qué Gadaffi utilizó a su hijo Saif al-Islam como "imagen pública del régimen en Occidente". Muchos altos cargos del Gobierno creían que Saif era un auténtico reformador y atribuyeron a sus esfuerzos muchos de los avances del país durante la pasada década. Todo eso cambió cuando Muammar —cuyo gobierno fue repugnante, brutal y, desafortunadamente, no precisamente breve— trajo a su hijo de vuelta a casa cuando el levantamiento civil contra él se intensificó en febrero de 2011. Saif apareció en la televisión estatal ese mismo mes, y se le veía irreconociblemente desorientado y combativo, divagando sobre que el régimen "lucharía hasta el último minuto, hasta la última bala". Un antiguo asesor de la LSE declaró a The Guardian: "Ver a Saif dar ese discurso —con ese aspecto exhausto, nervioso y, francamente, terrible— recordaba a Shakespeare y a Freud: Un joven desgarrado por la lucha entre la lealtad a su padre y a su familia y las creencias que había adquirido sobre reforma, democracia y el gobierno de la ley". Buscado por el Tribunal Penal Internacional por su participación en el intento de supresión del levantamiento, Saif ha caído sin embargo en manos de antiguos rebeldes de Zintan, que se niegan a cumplir con las exigencias de extradición del tribunal, así como a devolverlo al Gobierno de Trípoli. Ha asegurado que perdió parte de sus dedos pulgar e índice en un ataque de la OTAN pero muchos en Libia sospechan que se los cortaron los rebeldes, que lo capturaron en represalia a las burlas hacia ellos en su tristemente célebre discurso.

¿A que ahora te apetece darle un abrazo a tu viejo y aburrido padre?

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