Las revolucionarias skaters de La Habana piden paso
Foto de Amberly Alene Ellis

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Las revolucionarias skaters de La Habana piden paso

Las skaters en Cuba no han tenido demasiadas influencias exteriores y esto las ha llevado a crear un estilo único en una isla donde este deporte crece sin la ayuda del gobierno.

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En Cuba no hay ninguna tienda de skate. Por eso es especialmente sorprendente que poco a poco vayan apareciendo fotografías de skaters —sobretodo mujeres— en la isla. La cineasta Amberly Alene Ellis ha estado observando la evolución de la escena femenina en Cuba gracias a René Lecour, director de una organización benéfica llamada Amigo Skate.

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La iniciativa fue su inspiración para contar la historia de las chicas que patinan en Cuba: "lo que me atrajo de estas jóvenes cubanas era la innovación y como lo practican. Los pioneros del skate en los años 80 fabricaron sus tablas con lo que encontraban".

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Amberly se trasladó a La Habana hace dos años para trabajar en un proyecto sobre cineastas en la isla. "Hay muy pocas cineastas en Cuba y, sin quererlo, pasamos del cine al skate". Todo evoluciona lentamente y el skate, al igual que la música y el cine del Oeste, aún permanece en la escena underground.

Patinar sigue siendo un acto de protesta para estas mujeres porque no solo es un deporte abiertamente masculino, sino que está totalmente regulado por el gobierno. "A diferencia del boxeo o el baloncesto, no hay ninguna infraestructura para el skate en la isla. Si el gobierno quisiese montar algo, necesitaríamos permisos pero de momento todo pasa en la calle y va dirigido exclusivamente a los jóvenes. Se busca la libre expresión", explica Amberly.

El skate no está reconocido como un deporte, por lo que financiarlo es una misión casi imposible. Las tablas y otras piezas básicas todavía están embargadas, pero iniciativas como la de Amigo Skate, American charity y Amiga Skate —creada por Anna Robbins y Maya Rodríguez, dos mujeres de Los Ángeles y Baltimorepara promover especialmente la escena femenina—, están ayudando a conseguir material y dinero.

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"El talento de estas jóvenes patinadoras es increíble", enfatiza Amberly, "sin embargo, no pueden participar en competiciones ni aspirar a tener las mismas oportunidades de patrocinio que tenemos en Europa o América. No pueden vivir del skate, que es lo que más les gusta". Como el estilo y las tendencias que dominan el skate en el mundo se han mantenido inaccesibles para ellos, la escena cubana ha creado su propio estilo.

Es imposible saber qué les deparará el futuro a las skaters de La Habana, pero "estas chicas quieren pasar al siguiente nivel y representar con orgullo las skaters de Cuba por el mundo".

Este artículo se publicó originalmente en Amuse