Todos sabemos que no eres una persona completamente responsable. Tus padres lo saben, tus amistades lo saben, tu compañera de escritorio lo sabe y, en especial, tú lo sabes. El lado amable a la situación, no obstante, es que no estás solo. De hecho, hay miles de millones de personas alrededor de todo el mundo que con orgullo y desaliento pueden afirmarlo: dos días antes de la quincena sólo como atún enlatado.
Somos muchos, nos movemos entre las penumbras de la sociedad, pero ahí estamos. Somos hermanos, padres, jefes, tíos, profesores, profesionistas y aquí estamos, sufriendo por no haber segmentado nuestros gastos de manera sabia y concordante con nuestra edad y consumos, llegando con fuerza a un terrible limbo entre el hambre y la disidencia económica. Éstas son historias y testimonios en seis palabras de lo que la irresponsabilidad logra cuando se encarna en forma de individuo.
Rezo a Dios para aprender fotosíntesis. – Marcela, 26Le pido comida y dinero a mamá. – Yussel, 29No salir porque todo es caro. – Carmen, 23Violo la sacralidad de mis ahorros. – Gabriel, 25Que la peda venga a mi. – Patricio, 25
Abro Grindr para chichifear la comida – Adán, 27Dejo el chupe y hago dieta. – Carolina, 25Tanque de gasolina en la reserva. – Vicente, 25Sugar daddies y detox de desayuno. – Clarissa, 26No leer VICE, para ahorrar datos. – Javier, 31Bicicleta, expendio de Bimbo y Pepsi – Ignacio, 26Charanda, red-cola, maruchan y mucha agua - Juan Pablo, 25Violo la sacralidad de mis ahorros – Gabriel, 24
Importe de envase de las caguamas – Regina, 24Frijol, atún, papas y alcohol casero – Sofía, 27
Comulgar diario y ahorrar en comida – Guillermo, 24Café del Seven, delicados, papas, pesero – Montserrat, 23Tiempos de atún y sobriedad forzada. – Octavio, 28Gorrear la peda en comidas familiares. – Santiago, 25Me robo cosas de la oficina. – Isabel, 27Crédito, atún, Netflix, vales de gasolina. – Fernando, 31El resultado indiscutible del consenso reafirma la tesis que incentivó todo el tema: los millenials no tenemos idea de cómo ahorrar —o no queremos hacerlo—. De cualquier manera, todos somos demasiado irresponsables para ser adultos como el mundo nos lo demanda.