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Navidad

Gente nos cuenta su peor regalo de Navidad en seis palabras

"Los polvorones que le regalé, caducados"
regalos de navidad para olvidar
Ilustración de Carla Sánchez

La hipocresía, o la sobredosis de motivación navideña, provoca en esas fechas una gilipollez en nuestro ser que nos obliga a ser consumistas. No es que nadie nos tenga atados por el cuello y nos amenacen de muerte si no compramos, es que si la cagas en un regalo quizás alguien directamente te deshereda.

Esto ha provocado en mí un estrés que se ha vuelto casi crónico y que dura desde una semana antes del 25 hasta pasado reyes. Comprar regalos de navidad es una auténtica mierda cuando no sabes qué regalar al novio de tu hermana, o a tu prima segunda que solo ves una vez al año pero que tiene que tener un regalo porque vendrá a tomar el café y a abrir su regalo como buena gorrona que es.

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Pero visto lo visto he decidido que este año los regalos no me quitarán el sueño. Y es que después de leer lo que nos ha contado la gente sobre el peor regalo que han recibido por Navidad, cualquier cosa que compres, por chorra que sea, será mejor que todos los pingos de este artículo juntos.

Un delantal de propaganda. Mi suegra. Ricardo, 23 años.

“Prueba tu nuevo desodorante”. Amigo invisible. Carlos, 24 años.

Un cepillo que estaba ya usado. Mónica, 30 años.

Hueso para perro. No tengo perro. Michelle, 30 años.

Una caja de tampones. Siempre pido. Sheila, 25 años.

Un marco de fotos sin foto. Franky, 23 años.

Unas bragas de abuela talla XL. Alba, 30 años.

Una bolsa llena de Peta Zetas. Javier, 28 años.

Cajas puestas en cajas modo bucle. Lidia, 22 años.

Los polvorones que le regalé, caducados. Xavi, 32 años.

Un iPhone 10 de juguete. Decepción. Mario, 26 años.

Un jabón para los granos. ¿Indirecta? Andrea, 24 años.

Cada año los mismos putos calcetines. Christian, 29 años.

Caja con galletas. Le faltaba una. Juan, 21 años.

Camiseta de ECDL. Nunca escuché ECDL. Aritz, 24 años.

Saco de olor para el armario. Clara, 31 años.

Me regaló “The ex” para cortar. Ana, 27 años.

Un protector para mi móvil roto. Rafa, 22 años.

Luces de los chinos para árbol. Sofía, 19 años.

Una pajarita de papel recién hecha. Julián, 26 años.

Una caja de bombones. Soy diabética. Ángela, 34 años.

Vale para que yo te entrene. Marcos, 27 años.

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Un link con un vídeo chorra. Gerardo, 30 años.

Una casita de madera en miniatura. Mar, 31 años.

Una mierda de un perro envuelta. Dani, 29 años.

Una sudadera de leopardo del INSIDE. Ana, 27 años.

Una entrada antigua de Pont Aeri. Carlos, 33 años.

Un peine. Me estoy quedando calvo. Ernesto, 31 años.

Una extensión de pene. Mi novia. Lucas, 25 años.

Una agenda del año que acababa. Clara, 24 años.

Un poema cutre con un marco. Aitor, 22 años.

Una manta robada de un avión. Álex, 23 años.

Un carné fake del Partido Popular. Sergio, 30 años.

Un vale descuento para su tienda. Paula, 19 años.

Un macetero sin planta ni nada. Miriam, 31 años.

Me regaló algo que él quería. Silvia, 25 años.

Peluche. No cabía por la puerta. Mario, 27 años.

Una nota y todas mis cosas. Belén, 23 años.

Una Barbie enfermera. Y soy médica. Natalia, 32 años.

Unos jabones aromáticos, de mi profesor. Ari, 24 años.

Dibujos de mierda de mi hija. Pol, 37 años.

Una toalla bordada con mis iniciales. Salva, 29 años.

Un plumero para quitar el polvo. Celia, 31 años.

Un arco. Mi apellido es Cupido. Álex, 33 años.

Un anillo de plástico y luz. Andrea, 25 años.

Un bote de salsa pesto italiana. Antonietta, 30 años.

El libro de la Constitución Española. Juanfra, 27 años.

Lo que quería, versión Low Cost. Marta, 22 años.

Pendientes hechos con chapas de cerveza. Blanca, 21 años.

Manos de plástico. No tienen utilidad. Enrique, 29 años.

Colgante con nombre de mi perro. Laura, 27 años.

Tanga dentro de un papa Noel. Tomás, 34 años.

Un boli roto que perdía tinta. Selena, 26 años.

Mascarilla para hacer el boca boca. Christian, 24 años.

Un triste pack de cuatro cervezas. Lourdes, 28 años.