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Horrores de aeropuerto: gente nos cuenta sus peores historias

Huelgas, overbooking y maletas perdidas.

No hay nada peor que empezar las vacaciones y que te las jodan sin apenas haberlas desvirgado. Es aquella sensación de…”¿por qué? Joder. ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? ¿Qué he hecho mal? Me paso el año currando como una condenada, o no, da igual… pero no me merezco esto".

Es entonces cuando juras solemnemente que no comprarás otro billete low cost en tu vida. Pero siempre caes. Lo vuelves a hacer. Ya no te acuerdas de las largas esperas sentado encima de una pedazo maleta que es más grande que tú, no te acuerdas de que ya tienes las asas marcadas en los glúteos y de que con todo el tiempo que te pasas en el aeropuerto encerrado te estás empezando a sentir hasta cómodo en ese hábitat infrahumano, en el que hace un calor que te torras y ya no tienes nada con lo que distraerte, ni siquiera los horóscopos, porque llevas tanto allí que has tachado todo lo que había en tu lista de cosas por hacer. Los crucigramas, que siempre habías odiado, cobran más sentido que nunca, y eres capaz incluso de hacer mentalmente el sudoku que el chico de al lado sostiene entre sus manos después de estar horas y horas metido en una especie de Gran Hermano que parece no tener fin.

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Por suerte este tipo de pesadillas en un aeropuerto son una minoría. Según datos del bufete de abogados especializados en reclamaciones de vuelos Reclama Ya Tu Dinero, el 81 por ciento de incidencias aéreas son retrasos en los vuelos, el 16 por ciento cancelaciones y overbooking y el 3 por ciento pérdidas de equipaje. Se calcula que cada día hay 30 retrasos reclamables en aeropuertos nacionales con una media de 5.400 pasajeros, 150 pasajeros sufren una incidencia con su equipaje y 500 pasajeros al día ven cancelado su vuelo en España. Cuando además hay huelgas anunciadas, como las de este verano, la cifra aumenta considerablemente.

Pero hay que pensar que SIEMPRE, absolutamente SIEMPRE, hay alguien en el mundo que está peor que tú. Por eso os traemos algunas historias con las que, no solo podemos sentirnos identificados, sino que podemos aliviarnos pensando en las desgracias ajenas.

Desembarco en Ibiza

“El fin de semana pasado estuve seis horas esperando en el aeropuerto de Barcelona para un vuelo que dura 45 minutos. En vez de salir a las nueve de la noche, el vuelo con destino Ibiza salió a las tres de la madrugada. Nos embarcaron y, después de una hora dentro del avión, nos desembarcaron. De vuelta en el aeropuerto esperé más de cinco horas. Como era ya de noche los restaurantes estaban cerrados y no había sitios donde comer ni nada que hacer”, Madalena Maltez

Atrapados en Gatwick

“Somos un grupo de más de 100 personas que estamos atrapadas desde antes de ayer en Londres. A las seis de la tarde del mismo día de la vuelta, nos enviaron un SMS diciendo que el vuelo se cancelaba. En Gatwick nadie sabía nada, nos rechazaban las tarjetas de embarque, nos tuvieron dos horas haciendo cola para intentarnos dar algo de información, había azafatos que ni siquiera eran de la compañía apuntando a mano nuestros nombres para hacer una lista y llevarnos a un hotel. Cuando llegamos al hotel nos dijeron que no habían habitaciones para todos. Fue un auténtico desastre, casi ni habíamos comido. Ahora hemos visto en un cartel que nos pasaran a recoger mañana a las 12 del mediodía, a ver si hay suerte y podemos volver a casa”, Gabriela Pedranti

Maletas perdidas

“Me han perdido las maletas tres veces, pero dos se recuperaron. Hice un interrail sin equipaje porque me perdieron todo en el vuelo de ida de Zaragoza a Budapest. Estuve todo el viaje pidiéndole ropa a los amigos, comprándome cosas y con lentillas usadas durante todo un mes. Todo maravilloso. Me pagaron el peso de lo perdido. Otra vez estuve cinco días en China sin equipaje. Esa vez no me dieron nada a cambio”, Jano Alcázar

Infarto en el avión

“El año pasado estuve de Erasmus, así que cogí mucho el avión para ir y volver a Inglaterra. Cada vez que me montaba en uno, a alguien le pasaba algo. Un día un pasajero se desmayó en pleno vuelo, otro una vez vomitó por todos lados y una vez a una señora le llegó a dar un infarto en el avión. Siempre que pasa algo así cuando aterrizas tienes que esperar un montón sentado en el avión hasta que llegue la ambulancia, atiendan a esa persona y se la lleven. He llegado a perder un montón de trenes ya comprados por estas situaciones”, Marina Martínez

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Traje de boda desaparecido

“Fui a una boda de un familiar a Santa Cruz de Tenerife y perdieron mi maleta con un traje dentro muy bueno, valorado en 1.600 euros. Cuando llegué allí, horas antes de la boda, tuve que buscarme la vida para encontrar otro traje. Me gasté 400 euros por otro nuevo y más sencillo. Nunca me llegaron a entregar la maleta. Por suerte me dieron 1.400 euros de compensación” David Mesa

Tú sí vuelas, tu hija no

“Fuimos a pasar un fin de semana en familia a Menorca y ya de vuelta nos dijeron que había overbooking, a parte de retraso. Nos dijeron que yo podía viajar con las niñas pero que mi pareja tendría que subir en otro avión. Os imagináis el percal: la mayor llorando al otro lado del pasillo y yo con todo el equipaje facturado. Por suerte alguien falló y al final pudo volar con nosotras”, Danae Albanell

Nochebuena incomunicada

“Volvía sola de Chile, donde estudiaba, a Vigo. Era un 23 de diciembre en un vuelo que hacía escala en París. En París había una gran tormenta y cuando ya estábamos en el avión nos dijeron que, debido a la nieve, el avión patinaba y no podía salir. Había ya embarcado la maleta y en la bolsa de mano solo llevaba máscaras de Chile, manoplas con llamas y poco más. Por no llevar no llevaba ni el cargador. Me encontré un 23 de diciembre sola en el aeropuerto Charles de Gaulle, a las dos de la madrugada sin ni siquiera poder llamar a casa. Ante aquella situación me puse a llorar. Por suerte un señor mexicano me dejó su teléfono para llamar a casa. Llegó una brigada militar y nos ofrecieron mantas, calcetines y cepillos de dientes. Después de varios cambios de billetes conseguimos coger un avión a Madrid que llegó el día 24 por la noche. Perdí la Nochebuena con mi familia y hacía más de medio año que no les veía”, Xiana Díaz.