Los adolescentes quieren saber más sobre drogas y alcohol

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Los adolescentes quieren saber más sobre drogas y alcohol

Acompaño a 'Acción Botellón' por las fiestas de Madrid, un proyecto que les cuenta a los menores lo que quieren saber sobre drogas.

Son las siete de la tarde y es sábado. Skaters, ciclistas y padres con carritos de diseño aprovechan las últimas horas de luz en la ribera del Manzanares al tiempo que decenas de adolescentes pillan sitio en las colinas que circundan el río. Llevan bolsas de plástico cargadas de botellas, mezcla y hielos. Suena música de fondo, hay un concierto a pocos metros. Son las fiestas de La Melonera en el barrio de Arganzuela.

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La escena en las inmediaciones del Matadero es la misma que se repite en cada una de las festividades de los barrios de Madrid: familias con niños que se mezclan con ancianos bailando agarraos, jóvenes que prefieren la verbena a la discoteca, adolescentes bebiéndose de estrangis las botellas que han pillado con el DNI de algún colega… Madrid es el pueblo más grande de La Mancha y quien no se lo crea, que se acerque a la Paloma, a San Isidro o a la Melonera.

Algunos de los materiales que reparten desde Acción Botellón

De camino al recinto de conciertos, donde he quedado, me voy fijando en los usos y costumbres de los adolescentes que empiezan a colonizar los alrededores. Me es imposible establecer un patrón. Hay grupos con botellas de tinto o cerveza, otros que discuten quién va a por los hielos para las copas y los hay que hablan y ríen sin botellas de por medio.

De camino al recinto de las fiestas de La Melonera veo a cientos de teenagers cogiendo sitio en las laderas de Madrid Río. Llevan bolsas de plástico cargadas de botellas de alcohol

El caso es que voy a echar la noche con ellos pero haciendo algo muy distinto: hablarles de los peligros del consumo de alcohol y otras drogas. He quedado con los miembros de Acción Botellón, un proyecto del Ayuntamiento de Madrid en el que están implicadas la ONG ABD y Cruz Roja y cuyo objetivo es sensibilizar a la población más joven sobre los riesgos del consumo, a fin de minimizarlos. Llego a la caseta desde la que van a currar esta noche compadeciéndome de ellos: asumo que los chavales no les van a hacer ni puto caso.

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Uno de los chavales que participó en el Pasapalabra de Acción Botellón

A las siete y algo empiezan a llegar los primeros grupos a la carpa. Uno de ellos reconoce a Luis, trabajador de Cruz Roja implicado en el proyecto. "Hombre, tú eres el de las fiestas de Usera, el que nos hizo unas preguntas sobre drogas y tal", le dice uno de los chicos. Tras saludarlos efusivamente, Luis les propone jugar a Pasapalabra con un rosco que tienen en la caseta. Todos los términos están relacionados con la prevención de riesgos del consumo de drogas: la A corresponde a drogas que causan alteraciones profundas en la percepción de la realidad del consumidor (alucinógenos), la E al compuesto químico del alcohol (etanol)… y así hasta la Z.

Los chavales responden muy animados cuando les preguntan por su consumo de alcohol y otras drogas. Se ponen serios solo cuando les explican los riesgos de mezclarlas o de ingerirlas sin control

Los chavales acceden sin pensárselo dos veces. El primero en someterse al Pasapalabra adelanta que lo va a clavar, que es muy listo y que acaba de sacarse la ESO. Uno de sus amigos se ríe y le dice "¿qué dices, chico, si la vas a vender este año por medio gramo?" En efecto, el chico acierta la mayoría. Cuando acaba el rosco, él y todos sus colegas se someten a una encuesta que mide sus conductas de riesgo respecto al alcohol y el resto de drogas. Responden muy animados, pero se ponen serios cuando Luis les explica algo, como los daños colaterales de mezclar varios tipos de alcohol o de combinar alcohol y drogas.

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Me sorprende la iniciativa y las ganas de escuchar y preguntar de los que participan

Uno de ellos confiesa que toma Concerta, un medicamento diagnosticado para el tratamiento del trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Añade que no repara en si lo mezcla o no con alcohol y drogas. Luis le cuenta los peligros de hacerlo: el metilfenidato es un psicofármaco que, si se ingiere con alcohol u otras drogas, puede ampliar o disminuir los efectos tanto de las sustancias como de la propia medicación, con las consecuencias que eso conlleva. El chaval se queda pensativo hasta que se despiden.

Hasta hoy no sabía que beber agua ayuda a no intoxicarse y desconocía el peligro de mezclar bebidas energéticas y etanol

Los grupos de colegas se acercan a la caseta por sí mismos, no hace falta ir a reclutarlos ni darles la chapa para que participen en el proyecto. En lo que durará la jornada, de 7 de la tarde a 1 de la mañana, ninguno de ellos se negará a participar en las actividades y encuestas que les plantearán. Es más, todos mostrarán un interés extraordinario del que asumo que: a) necesitan una información que probablemente nadie les ha dado hasta ahora y b) cuando se les habla de igual a igual, sin moralinas de por medio, toman buena nota de las advertencias.

Para mi sorpresa, descubro que muchos chavales recogen los restos de su botellón

Se lo comento a Berta, coordinadora del proyecto por parte de ABD, que reafirma mi opinión. "El proyecto consiste precisamente en eso, en hablarles de tú a tú. En que no sientan que les estamos juzgando, sino que se hagan conscientes de los riesgos que asumen cuando consumen alcohol u otras sustancias", me dice. Le comento que nunca pregunté una duda en ninguna de las charlas sobre drogas que me dieron en el instituto, quizá precisamente por eso: porque me sentía juzgada. Creo recordar, incluso, que una charla sobre el botellón la impartió un Policía.

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"El proyecto consiste en hablarles de tú a tú, en que no se sientan juzgados"- Berta, responsable de ABD para Acción Botellón

Cae la noche y empieza a refrescar. Cada vez llegan más chicos a la carpa. Algunos van ebrios, otros no, pero ninguno tiene reparo en hablar de su experiencia y en hacerlo sin filtros. Los voluntarios y trabajadores de Acción Botellón se esfuerzan para que así sea: son muy jóvenes y dominan su lenguaje.

Acción Botellón es un proyecto de Madrid Salud con ABD y Cruz Roja

Sobre las nueve de la noche, una cuadrilla lleva a una de sus componentes hasta la caseta. Ella está muy borracha y el resto muy asustadas. Los profesionales de ABD y Cruz Roja valoran su caso y consideran que no es necesario que acuda al SAMUR, así que le hacen compañía y tranquilizan a sus amigas. Les dan las pautas de actuación en caso de intoxicación etílica: no dejar sola a la persona, evitar que se enfríe, no dejar que coma, beba o se duerma, tumbarla de lado con rodillas flexionadas… También les dicen qué hacer para no llegar a esos casos graves. Ellas escuchan muy atentas.

Las preguntas que Acción Botellón le hace a todo el que quiere participar en el proyecto se dirigen a los posibles peligros y efectos colaterales de la ingesta peligrosa de sustancias, desde la velocidad con la que se ingiere la bebida a las relaciones sexuales de riesgo, pasando por la circulación o la limpieza de las "zonas de botellón". La segunda sorpresa que me llevo en la noche es que muchos de los chavales recogen los deshechos cuando acaba la juerga. "Así tienen una razón menos para prohibir el botellón. No pueden decirnos que somos unos guarros", me dice un chico de unos 17 años mientras me muestra la bolsa de basura que lleva en la mano.

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Avanza la noche y cada vez llegan más chavales al stand

Casi a la hora del cierre aparecen unos chavales a preguntar qué pueden hacer con un colega al que le ha dado un amarillo. Les explican cómo proceder y se quedan a un lado de la caseta esperando a que se le pase. Otro chico vuelve, unos minutos después de hacer el test con sus colegas, para comentar que le preocupa que un amigo está empezando a consumir cocaína. Le hablan de la sustancia y sus efectos y le dan información para su colega.

"Muchas veces notas que los chavales quieren contarte sus preocupaciones, estén o no relacionadas con el consumo"- Marina, voluntaria de ABD

"Muchas veces notas que los chavales quieren hablar, quieren contarte lo que se les pasa por la cabeza, sus preocupaciones, estén o no relacionadas con el consumo", me cuenta Marina, una de las voluntarias de ABD. Lo suscribo cuando Elena, de 15 años, se aparta de su grupo, que está haciendo el Pasapalabra, y me pregunta qué hago yo ahí. Se lo cuento y acabamos hablando de feminismo. Me dice que muchos de sus profesores no la entienden cuando se declara feminista porque piensan que "eso es estar en contra de los hombres". Ella les responde que lean a Cailtin Moran. Me abraza cuando nos despedimos.

El rosco de reducción de riesgos es la estrella del stand de Acción Botellón

A medida que avanza la velada me voy dando cuenta de que yo misma desconozco muchas cosas sobre el consumo de alcohol y drogas. Hasta hoy no sabía que beber agua ayuda a no intoxicarse y desconocía el peligro de mezclar bebidas energéticas y etanol. De hecho, solía beber con Red Bull. Tampoco sabía que, cuando un colega se encuentra mal por haberse pasado de frenada, nunca hay que mojarle la cabeza. Tengo 26 años y llevo más de 10 consumiendo.

Cuando me despido del equipo de Acción Botellón les doy las gracias. Seguramente con 16 años no hubiera dejado de consumir, pero sí tendría más información y, por ende, hubiera sido más libre y responsable. De hecho, a la Ana Iris de esta noche, la de 26 años que ya no hace botellón sino "copas en casa", también le ha hecho mucho bien.