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Restauranteros mexicanos quieren que dejemos de usar popotes

El movimiento mundial antipopotes por fin está tomando fuerza en la industria restaurantera de México. #SomosAntipopotes.

Ok, ya lloramos con el video de la tortuga sufriendo mientras un equipo de biólogos marinos intentaba remover un popote incrustado en su nariz. Ahora sabemos que algo no está bien con esos artefactos plásticos; sin embargo, los videos virales no son suficientes para impedir que más tortugas marinas se lastimen con los popotes usados que terminan en los océanos. Por triste que parezca, el lapso de conciencia ambiental dura los mismos 8 minutos del video. ¿O en verdad recordaste a la tortuga cuando hoy en la mañana fuiste a comprar un jugo de naranja y te lo dieron en un vaso con popote?

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No quiero sonar a maestra de Educación Ambiental de la secundaria, pero esto es importante, amigos, no sólo por el sufrimiento de las tortugas, sino por muchas consecuencias más.

En México, el 95% de popotes consumidos no es reciclado; en Estados Unidos se consumen cerca de 500 millones todos los días; McDonald's es responsable del desperdicio diario de 3.5 millones; y en el mundo, cerca de 1 millón de aves marinas, además de 100 mil mamíferos y tortugas marinas, se lastiman con distintos tipos de desperdicios plásticos. Cada popote tarda al menos 100 años en degradarse —y ni siquiera en su totalidad—.

Desde su fabricación hasta su deshecho, los popotes son inútiles. No hacen más que generar más basura —que de por sí ya es difícil de tratar— y contaminar; y nosotros vamos por ahí muy tranquilos usándolos en cada Boing por cada tanda de tacos.

¿Realmente necesitamos usar un popote?

No.

¿Es más práctico? A ver, ¿cuánto más esfuerzo necesitamos para beber directamente del vaso o de la botella?

¿Es más higiénico? Ok, limpia el vaso o la boca de la botella antes de ponerlo en contacto con tus labios. Además, para evitar bacterias tendríamos que llevar nuestros propios platos, vasos y cubiertos esterilizados bien guardados en bolsas ziploc a todos lados. Y aún así, en el momento en que entren en contacto con el ambiente ya se jodió la cosa.

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La esperanza está en las múltiples campañas mundiales contra estos pequeños bastardos (sin ofender al supuesto inventor, Harry Stevens, quien se percató de la incomodidad tan grande que era para los fanáticos del futbol el dejar de ver el juego durante los segundos que ocupaban en beber su refresco).

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Milo Crees, un niño de 9 años comenzó su movimiento Straw Free hace 5 años en Estados Unidos. Empezó proponiéndole a los restauranteros que preguntaran a sus clientes si querían popote con su bebida, en vez de entregarlo por default. De esta forma se fue reduciendo poco a poco la generación absurda de basura popotera. Después llevó su iniciativa ante el Comité de Recursos Naturales y Energía de Vermont y luego ante el gobernador Shumlin, buscando apoyo y exposición nacional.

Poco menos de un año después, el Reino Unido hizo lo propio. El restaurantero Jamie Poulton, propietario de Randall & Aubin, inició la campaña permanente Straw Wars e invitó a dueños de restaurantes, bares y hoteles a unirse. La dinámica es: dejar de ofrecer popotes en su totalidad y entregar uno biodegradable sólo a aquellos comensales que lo pidan. El éxito ha sido rotundo.

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Mensaje antipopotes de Grupo Pangea.

En 2015 México se unió por fin. En septiembre las restauranteras Lilian Garín y Laura Vergara dejaron de ofrecer popotes en su restaurante de chilaquiles Hijos del Maíz e imprimieron en su menú un mensaje para informar a sus clientes sobre #Antipopotes, el movimiento iniciado por la periodista gastronómica Una Pérez y recientemente impulsado por Grupo Pangea, del chef Guillermo González Beristain.

"#SomosAntipopote ¿Realmente necesitas uno? Por favor, ayúdanos a deshacernos de este invento contaminante y muchas veces inútil", dice el mensaje que los restauranteros mexicanos imprimen en sus menús para avisarle a sus comensales sobre el movimiento.

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Sin embargo no está siendo tan sencillo.

"Una ventaja de ser un restaurante comprometido con el medio ambiente es que repercute en nuestro target", nos cuenta Lilián. "Aquí vienen muchos jóvenes que quizás no entienden a profundidad el problema pero lo hacen por toda esta revolución verde que está de moda. En cambio hay gente que por más que le expliquemos la importancia de evitar estos materiales, a fuerza quiere su popote y lo peor es que es solo lo usa como agitador".

Una está haciendo la labor de difundir el mensaje entre los restauranteros, aprovechando sus contactos personales. Algunos se han unido o están por hacerlo, como Cien 28, Alodé, Quintonil, Grupo Danzantes (en la Ciudad de México y Oaxaca) y Expendio Tradición, en Oaxaca. Otros han dejado pasar de largo la idea, a pesar de que la acción les deja una nada desdeñable reducción en sus gastos.

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Mensaje antipopotes en el menú de Hijos del Maíz. Foto cortesía de Una Pérez.

"Los cocineros tienen mucha proyección e influencia que puede utilizarse con un buen fin, como éste", me dice Una. "El movimiento no busca regañar a la gente ni hacerla sentir mal, sino generar un pequeño cambio de conciencia al ofrecerles la opción de: ¿y si no lo utilizas? Es microecología".

Una persona utiliza, en promedio, 38 mil popotes durante toda su vida; el 97 por ciento de esa cantidad es responsabilidad de los centros de consumo. Así que el hecho de que los restauranteros estén conscientes es una buena noticia.

Únanse, amigos, que el futuro es un poquito amenazador: dice The World Economic Forum que para el 2050 habrá más plástico que peces en los océanos.