Nunca entenderé por qué nos tenemos que sentir mal por practicar esas pequeñas actitudes que se desvían ligeramente de los conceptos morales a los que esta sociedad occidental nos ha acostumbrado. Ínfimos destellos de cretinismo que no nos deberían hacer sentir mal ni un solo microinstante.
Quiero decir, a nivel proporcional, ¿qué son estas pequeñas muestras de necedad en comparación al gran horror que ha generado la humanidad a lo largo de toda su existencia? Dejar el grifo abierto expresamente no es comparable a la movida que hizo Genghis Khan. En fin, que todos somos un poco cretinos Y NO PASA NADA, es humano.
Eso de “intentar ser buena persona” simplemente, no se puede, no existen las buenas personas en una sociedad que premia lo inmoral y cuya cultura se sustenta sobre la idea del aplastamiento ajeno. No, es totalmente imposible erguirse como el adalid de lo correcto.
Empatía, solidaridad, tolerancia, implicación, esfuerzo, sacrificio, fraternidad. Me río de estas palabras.
En fin, ¿qué os parece si os enumero en las próximas líneas un listado de situaciones y actitudes de cretino con las que muy probablemente os sentiréis identificados? Situaciones en las que nos hemos comportado como unos auténticos mierdas. Todos tenemos dentro de nosotros, en mayor o menor medida, esa cosa que, en su momento, decidimos llamar “el mal”.
Es un error intentar hacer desaparecer esa parte mala de nuestro ser. No pasa nada, es normal, todos la tenemos dentro de nosotros
El error no sería dejar respirar y que se expandiera esa parte de nosotros, el error sería más bien intentar obviarla y aniquilarla. Es todo una simple cuestión de equilibro; yin y yang, Telepizza y Domino’s, Losantos y Jordi Basté.
Empecemos.
Hacer como que no hemos visto a ese anciano entrar en el vagón del metro para no tener que cederle el asiento porque preferimos mirar el móvil sentados y con toda la calma a estar de pie con todo ese maldito vaivén del metro avanzando sobre los raíles. No insistir ni un segundo en pagar la cuenta cuando alguien se ofrece a hacerlo.
Intentar colarte en conciertos Do It Yourself organizados para reunir dinero para un preso de no sé qué historia. Ir a la inauguración de la tienda de cómics de tu colega y no comprarte absolutamente nada pero arrasar la nevera esa con todas las cervezas gratis del evento.
No insistir ni un segundo en pagar la cuenta cuando alguien se ofrece a hacerlo
Romper el grifo de la ducha de un colega que te ha dejado dormir en su casa para no tener que pagar un hotel y no decir absolutamente nada y largarte de su casa para pillar el tren de vuelta a casa y no dejar ni una nota dando las gracias y encima llevarte los paquetes abiertos de lonchas de pavo braseado y las latas de atún que compraste para hacerte los desayunos, qué poco tacto.
No abrir nunca ese correo con el asunto “Cena de Navidad Reunión Instituto”. Robar un Twix en un colmado familiar, un tipo de negocio en decadencia por culpa de las grandes superficies comerciales como Mercadona, donde ni se te ocurriría robar porque tienen esas mierdas que detectan los códigos de barras en la salida.
¿Y qué me decís de comer unas Lay’s vinagreta en el coche de un amigo (tú no sabes conducir y la gente tiene que llevarte a los sitios) y dejarle el suelo lleno de migas y ni siquiera plantearte limpiar un poco todo el asunto?
Ir al cumpleaños que ha organizado tu expareja en su casa cuando las cosas ya vuelven a estar bien entre vosotros y acercarte a su habitación y pillar ese CD que le regalaste cuando empezasteis a salir y que era como “la banda sonora de cuando nos conocimos”, guardártelo en el bolsillo de la chaqueta y llevártelo a casa sin decirle nada. Coger los vales de ofertas del Burger King que tus amigos cuelgan con imanes en las neveras. Empaquetar un libro que empezaste a leer y te pareció una mierda y utilizarlo como el regalo de cumpleaños para tu hermano.
Decir que has congelado el salmón para hacer sushi —y así matar el Anisakis— cuando realmente no lo has hecho. Decir “está de puta madre” cuando un colega te pregunta si te moló la canción que hizo y subió a SounCloud cuando ni siquiera la has escuchado.
Empaquetar un libro que empezaste a leer y te pareció una mierda y utilizarlo como el regalo de cumpleaños para tu hermano
Hacerle una foto a un anciano que camina curvadito y que está haciendo cola en la caja de un supermercado mientras cuenta las pocas monedas de cobre que tiene en la mano para ver si le llega para comprar ese paquete de 12 tranchetes y esa barra de pan de 25 céntimos que tiene en el carrito y rular la foto por WhatsApp a tus colegas y comentar “Menuda cena se va a pegar el coleguita: la buena vida”.
En vez de esperarte, tirar la basura mientras hay alguien con un palo buscando comida dentro. Escribir toda la mierda inmoral que haces y que te convierte en un ser despreciable y hacer un artículo con ella.