Frases cuñadas que gente influyente ha oído en sus comidas navideñas

Que si “está todo muy mal”, que “los políticos son unos mentirosos pero luego siempre hay quienes los votan”, que si “todo va muy caro”, que “a ver cuando tu prima se echa un novio”, “que se le va a pasar el arroz” y que “este año en Navidad hace tanto calor por lo del cambio climático” y entonces va la abuela y suelta el bombazo de que “estas van a ser sus últimas navidades”, como dice año tras año, por lo que ya nadie la escucha.

Estos, junto a los comentarios sobre lo de la independencia de Cataluña, son algunos de los temas con los que más nos dan la chapa los típicos “cuñaos” durante la cena de Nochebuena, y cada año son los mismos.

Hemos querido saber cuáles son las frases de cuñados que tienen que soportar algunos de los famosos de nuestro país, conocer a ver qué tal están pasando estas fiestas y de paso desearles unas felices Navidades. Esto es lo que nos han dicho.

En mi casa ha sido la Navidad de los silencios. Tengo un tío de VOX y su hijo es independentista. Luego mi hermano es súper de izquierdas y mi padre era convergente. Había tal variedad política que los silencios duraban una barbaridad.

Era bonito porque yo de vez en cuando soltaba alguna de las mías y decía: “Tengo una servilleta por si alguien la necesita”. En verdad fue como si se me hubiese muerto alguien. Había miradas de ánimos, otras de “ya te vale”, abrazos… pero ni un solo comentario.

Mi madre soltó una de las frases de la noche. Fue: “Prohibido hablar de España, de Cataluña y de mi hijo”. Otra de las frases la soltó mi tío el de VOX, que dijo: “No te preocupes, que cuando ganen los míos les diré que te dejen trabajar tranquilo”.

La frase sería “nosotros hemos traído los langostinos, bueno nosotres, que si ahora no dices nosotres la gente se pone tonta y no es plan”.

Esa fue la frase estrella de Nochebuena. Obviamente yo puse cara de que ojalá su trozo de queso estuviese pasado y tuviese que estar el resto de la noche con cagaleras en el baño. Pero luego quedó tapada por una conversación sobre la Guerra Civil y de cuán cerca estamos de una ahora por culpa de los jóvenes. Luego la conversación ya se estancó en la política y en los idiotas que son los jóvenes porque no sabemos tanto como ellos.

Suelo evitar las comidas familiares, soy poco familiar. Recuerdo que en las últimas cenas en familia hubo discusión porque hacía fotos con una cámara de usar y tirar y mi familia decía que eso era muy poco ecológico. Ellos se toman muy en serio eso del ecologismo y yo también. Me enfadé porque yo les decía que era tan ecológica que me duchaba con un cubo de agua (real), y luego con el agua que recojo ahorro una tirada de cadena.

Esta es la discusión más fuerte que hemos tenido con mi familia en Navidad. Por suerte son muy tolerantes con todo, pero eso es lo más de cuñao que ha hecho mi familia.

Mi problema en la comida de Navidad ha sido con una de las personas más conservadoras que conozco, esto sucede una o dos veces al año. Es una fusión física de 40% de Izeta y 60% Joan Clos. La sobremesa consiste en echar de menos los tiempos pasados porque, evidentemente, fueron mejores. Hoy hay demasiado turismo, demasiadas bicicletas, demasiados patinetes de esos, y evidentemente la culpa es de la Ada Colau “aquesta” [esta] que no puede ser alcaldesa porque no “sap portar una ciutat com Barcelona” [no sabe llevar una ciudad como Barcelona].

También está lo de Rototom. Rototom es un instrumento de música que empieza por R. “No, no, Gerard, Rototom es un festival de música griega”. Y yo le digo que el nombre del festival viene del instrumento. “Gerard, tengo que ponerte 0 puntos porque Rototom es un Festival de música, no un instrumento”.

Y como soy vegano pues por ahí también hay tema. “Gerard, las personas siempre han necesitado comer carne para vivir, es la evolución natural. Aparte, estos animales están criados para comer”. Podría haber habido guerra entre él y yo, pero aguanté como un campeón. Por cierto, todo esto siempre está regado por una competición implícita por ver quién usa un catalán más antiguo, señorial y correcto, como de principios del S. XX. Esto es lo que me hace más gracia. Eso sí, después de estas comidas familiares mis uñas están mucho más cortas.

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