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Relaciones

Algunas personas nos cuentan de la primera vez que tuvieron sexo polígamo

“Estaba dispuesta a sacrificarme por el equipo. Pero no tenía idea de cuánto iba a sacrificar”.
Fuente: Shutterstock

Mi primera experiencia no monógama fue a los 25 años, cuando a un amigo y a mí nos sedujo una pareja casada después de las fiestas navideñas. Fue aterrador, pero interesante. Pero sobre todo muy educativo, ya que me expuse a una comunidad que ni siquiera sabía que existía, en ese entonces esa comunidad apenas estaba saliendo a la luz. Ahora, casi una década después (suspiro), la poligamia consensual es muy común. En internet –incluyéndonos aquí en VICE– hablamos sobre estos temas (¡las relaciones abiertas existen, la gente joven lo hace!) Se ha convertido en tema de muchos libros, películas, y programas de televisión. Ha desarrollado su propio vocabulario y sus identidades.

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Pero no importa cuánto leas sobre el tema, llega un momento en el que una pareja (o un individuo) que esté considerando la poligamia tiene que dar el primer paso. A veces sucede por accidente. A veces después de mucha deliberación. Entrar en ese mundo puede ser aterrador. Y no es para todos. Es cuestión de platicarlo, y enfrentar una gran cantidad de inseguridades que se presentan en el camino.

A continuación tenemos algunas historias de las primeras veces de los que han decidido dar el paso. Algunas implican lágrimas. Algunas otros fluidos corporales. Pero todas fueron el primer paso hacia algo nuevo.

Porque todo el mundo tiene que empezar por algo.

NOTA: Todos los nombres fueron cambiados.


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Kristen, 25 años.

Mi primera vez fue un poco aterradora. Empecé a salir con un tipo que era un poco más grande que yo, y era polígamo, y ya llevábamos hablando de explorar ese terreno más o menos durante seis meses. No habíamos hecho nada más que besarnos con algunas personas. Y ya habíamos ido a un sex club, pero no habíamos llegado a más con nadie. Sólo para probar. Todo era muy nuevo para mi. Pero teníamos unos amigos que ya llevaban juntos más de diez años. Y eran polígamos, y salíamos con ellos muy seguido. Eran muy lindos, y nos llevábamos bien así que se sentía como una primera vez muy segura.

Finalmente, una noche, después de darle muchas vueltas al asunto, decidimos ir a su casa y hacer que sucediera. Yo estaba muy interesada en él. Era más como una cosa de orgullo de mi parte, porque mi novio siempre estuvo interesado en la mujer, y por alguna razón su ex no lo dejó hacer nada con ella a pesar de que ella también era polígama. Así que yo fui la novia buena onda que iba a permitir que pasara. Estaba dispuesta a sacrificarme por el equipo. Pero no tenía idea de cuánto iba a sacrificar…

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Me acuerdo del momento de la verdad. Todos estábamos en la cama quitándonos la ropa y besándonos. Él se quitó los calzones, y tenía el pito enorme, como de caballo. Lo digo en serio. Hay un punto en el que un pito grande deja de ser excitante y en lugar de eso da miedo. Me acuerdo que lo vi con su esposa, y se la estaba chupando, y ella es una persona muy pequeña, mide como 1.57, y apenas le cabía en la boca, y pensé: "¿cómo le ha hecho para hacer eso por más de una década, dónde te lo metes?" Y entonces pensé: "¡No!, yo voy después". Y cuando por fin cambiamos de pareja, recuerdo que lo vi ponerse un condón enorme como de mamut. Y ya para ese momento echarme para atrás no era una opción. Tampoco quería echarme para atrás. Pensé: "Pues ya qué. Tú puedes. Puedes hacer esto de ser polígama. Puedes soportar ese monstruo de mar en la cara". Así que sólo me puse boca arriba y me decía a mi misma: "Todo está bien. Respira hondo". Pensé que eventualmente me iba a acostumbrar y me concentré para asegurarme que pasara un buen rato y así se acabaría pronto. O sea no me la estaba pasando mal. Simplemente no me la estaba pasando necesariamente bien.

Así que todo fue demasiado. Creo que lloré un poco en el camino hacia la casa. Después de todo, fue una buena experiencia, y me alegra que haya pasado con esas personas en esa situación. Y mi pareja y yo hemos tenido muchas más experiencias de este tipo. Seguimos siendo polígamos.

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Ryan, 35 años.

Mi primera experiencia no monógama fue hace más o menos 13 o 14 años. Mi novia y yo habíamos ya llevábamos un par de años juntos antes de que tuviéramos la plática de jugar con otras personas. En ese momento, yo trabajaba en una empresa, y había una chica con la que coqueteaba mucho, y un día salió al tema y le dije que me gustaría hacer algo con ella. Mi novia, obviamente, se resistía a la idea por completo, como lo haría cualquier persona. Pero de repente cambió de opinión, y entre más lo pensaba, más le gustaba la idea.

Y llegó un punto en el que ella hablaba más de la chica que yo, eso terminó haciéndome sentir incomodo. Nunca pasó nada con ella, pero ahí empezó todo.

Al mismo tiempo, teníamos unos vecinos que eran nuestros amigos, de nuestra edad, y mi novia platicaba seguido con la chava. Y resultó que eran una pareja polígama. Y ya habían hecho cosas con otras parejas antes. Y ellas ya habían platicado de hacer algo entre nosotros. Pero nadie me lo había mencionado.

Entonces una noche estábamos pasando el rato, y después de unas cuantas bebidas, de repente ya estábamos en su habitación intercambiando parejas. Ni siquiera me dio tiempo de dudar. Porque todo sucedió de la nada. En ese entonces no sabía nada de la no monogamia. Ni siquiera sé si esa etiqueta existía en ese entonces. Y tampoco sabía que habían platicado sobre eso. Entonces para mi la parte de miedo fue cuando hablé con mi novia antes de que todo pasara. Fue más aterrador que cuando pasó. Porque fue con en un lugar donde nos sentíamos cómodos, y con gente con la que nos sentíamos cómodos. Fue muy natural. Por razones que no tienen nada que ver con la poligamia no duré mucho tiempo con esa novia, pero así fue como empezó todo. Mi relación actual empezó siendo no monógama. Por lo tanto, ha influido en muchas de mis relaciones. Crecí en Okanagan, donde ese tipo de cosas no eran frecuentes. Pero conforme han pasado estas experiencias, he aprendido mucho sobre la no monogamia y sobre el poliamor, y realmente es algo que me abrió los ojos.

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Jennifer, 38 años.

Para mi esposo y para mí, el camino hacia nuestra primera experiencia no monógama fue largo. Empezamos nuestra relación siendo muy: "No hay que hablar de nuestros ex, no hay que hablar del pasado". Todo fue muy rápido, nos fuimos a vivir juntos muy pronto, nos casamos muy rápido y por lo tanto la ruptura también fue rápida. Todo pasó en cuatro años. Y los dos decidimos seguir por nuestra cuenta, los dos terminamos por andar con mucha gente, pero seguíamos regresando para platicar y para estar juntos. Y entonces dijimos: "Bueno, ¿por qué ahora si funciona, cuando antes, ni siquiera podíamos saber el nombre de nuestros ex?".

Finalmente volvimos a estar juntos, y la relación al principio estaba muy frágil, y de repente, tuvimos que luchar por nuestro matrimonio, y tratar de hacer que funcionara. Entonces estuvimos platicando sobre la [poligamia] durante un tiempo sólo para probar. Y un día, él dijo: "¿Por qué no nada más lo hacemos y ya?" Y esa fue la primera vez que se veía muy convencido así que yo dije: 'va'".

La primera noche fuimos [a un sex club], y no pasó nada. Yo fui la de la idea, pero cuando llegamos al club, a él le gustó mucho y de repente me entró el pánico sobre la realidad de la situación. Parecía estar bien como una fantasía, pero el hecho de que pudiera suceder realmente fue muy impactante.

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O sea, entré, y había muchas mujeres atractivas viendo a mi marido, y ahí fue cuando dije: "¡espera un momento!" No porque estuviera en contra sino que era demasiado. No te imaginas que hay 70 personas, y la mayoría de ellos son parejas que llevan un estilo de vida polígamo y ya tienen experiencia. Hay un jacuzzi en la parte de atrás dónde todos están desnudos. Nos sentamos y pensamos: '¿Qué diablos estamos haciendo aquí?'".

Para no hacer el cuento más largo, terminé en la cocina llorando, porque de repente todo se había vuelto demasiado real. El camino de regreso a casa fue muy silencioso. En cierto modo dijimos: "Bueno, estuvo interesante", y luego nos cercioramos de que todo estuviera bien, y luego nos dijimos: "Creo que no estamos listos". Y así fue casi durante un año. Pero volvimos. Y desde entonces somos polígamos".

Trina, 36 años.

Todo comenzó a través de Facebook. Muchas mamás solteras como yo son parte de los grupos de mamás solteras en Facebook, y por supuesto, terminamos hablando de las relaciones. Un día una de estas mujeres me preguntó si quería ir a comer con ella. Fuimos a comer sushi, y me contó sobre los sex clubs, y los antros swingers, y toda esta mierda. Yo había sido parte de una relación monógama durante 23 años. Pero antes de conocer a mi esposo, a los 20, tomaba mucho y era mucho más promiscua, así que todo esto me resultó muy interesante.

Por lo tanto, me hice miembro del Club Eden [club local de swingers], y me uní al Grupo de Facebook. Nunca fui, pero aún así estaba en estos sitios de citas. Y un día, un tipo me mandó un mensaje en OKCUPID, diciendo que él y su novia querían tener un trío. No eran exclusivos, y estaban interesados en encontrar a alguien, pero no sabían cómo hacerlo. Platicamos un poco y finalmente dije: "Nunca lo he hecho, pero me encantaría conocer a tu novia".

Y todos nos conocimos, la conocí, y hubo una atracción instantánea. No tenía una conexión súper sólida con él, pero tenía una conexión física muy fuerte con ella. Y todos hablamos y coqueteamos por un buen rato –esto fue en el transcurso de un mes– me mandaban videos de ellos teniendo sexo, y luego eventualmente vinieron a mi casa una noche, y trajeron una botellas de vino. Terminamos teniendo un trío. Recuerdo que todos estábamos nerviososo, y ninguno de nosotros realmente sabía cómo pasarnos a la recamara, así que al final yo dije: 'Este, ¿cuándo vamos a subir?' Y ellos me dijeron: "OK, hagámoslo ahora".

Y estuvo muy bien. Bueno, ella y yo estábamos muy bien. Él y yo, no tanto. Le había preguntado a mis amigos que habían hecho este tipo de cosas antes, sobre si debía o no hacerlo, porque él y yo no teníamos esa misma conexión, y todos dijeron: "No importa. Si tienes una conexión con la mujer, va a estar bueno". Di el salto con los dos pies. Yo ni siquiera había besado a una mujer, y me comí ese coño completito esa noche.

Sólo lo hicimos una vez. Pero fue genial, porque me dio el valor de empezar a conectar con la gente en la comunidad no monógama. He hecho muy buenos amigos.