LGBTQ

Los jóvenes trans españoles luchan para hacerse oír dentro del colectivo LGTBQ

'Hay diferencias generacionales tan fuertes entre el colectivo trans que es muy difícil conseguir un bloque conjunto'.
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De izquierda a derecha: Andrea, Elizabeth y Álex. Fotografías cortesía de los entrevistados

La aparición en televisión en el año 2015 de varies niñes explicando su experiencia en primera persona sobre su transición permitió llevar la cuestión trans a lo mainstream y alentó a otres niñes y a sus familias a darse cuenta antes de lo que les estaba sucediendo.

Más allá de las grandes figuras que apoyaron a el movimiento trans, uno de los rostros anónimos que ayudaron a visibilizar la causa fue el de la activista Elizabeth Duval. Entonces tenía 14 años (ahora tiene 18), y la serie de entrevistas en las que participó supuso llevar a debate público una realidad que hasta entonces era desconocida.

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Este momento álgido, seguido por el repunte que hubo en 2017 cuando el autobús de Hazte Oír intentó reabrir la polémica, provocaron que el movimiento trans ganase apoyo social, lo que, como contrapartida, propició, según Elizabeth, un repliegue del activismo trans. Según me explica, “Estamos en un punto en el que muchos jóvenes no tienen la necesidad de visibilizar la causa, ya tienen el camino más allanado, no han sufrido tanta discriminación como generaciones anteriores”. Y de hecho considera que el movimiento trans se encuentra en una fase de estancamiento: las diferencias generacionales son tan fuertes entre el colectivo trans que es muy difícil conseguir un bloque conjunto. “Es muy complicado aunar a personas cuyas experiencias son dispares y están marcadas por el acceso o no a tratamientos hormonales, el atravesar o no ciertas experiencias, su relación con lo biológico, con el momento de transicionar…”, dice.

También reconoce que hay una cuestión de clase evidente que marca claramente la experiencia de cada persona. “Cuando tienes un aspecto social concreto ya no tienes ninguna motivación para ser activista y son las clases más altas las que se lo pueden permitir, siendo estas quienes acaban teniendo el altavoz, la capacidad de comunicarlo”, asegura.

“Estamos en un punto en el que muchos jóvenes no tienen la necesidad de visibilizar la causa, ya tienen el camino más allanado, no han sufrido tanta discriminación como generaciones anteriores”

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Eli se ha planteado crear un proyecto para poder agrupar a jóvenes que quieran luchar por la causa trans, pero según refiere es complicado, apunta que “estamos en una etapa de ralentización” y que “las asociaciones son más bien débiles o han desaparecido”.

A pesar de que en Cataluña existen más de 20 colectivos y asociaciones que actúan en beneficio de los intereses de las personas trans o en la comunidad de Madrid unas 25, la percepción para algunes activistes como Elizabeth es de que la lucha actualmente existente es insuficiente.

Apenas hace dos años que leíamos en los titulares de los periódicos que el Congreso avalaba, sin el apoyo del PP, que las personas trans cambiaran su sexo legal sin declararse enfermas. Pero de hecho es cada comunidad autónoma la que regula mediante protocolos y leyes propias los distintos aspectos de avance social en cuanto a derechos para las personas trans, con las desigualdades palpables que esto conlleva según la procedencia de la persona.

En algunas comunidades, como la de Madrid, se ha aprobado, por ejemplo, el cambio de nombre y género en el DNI sin la necesidad de hormonación. Sin embargo parece haber una decepción generalizada por los resultados: “No puedes aspirar a cambiar todo el trato sanitario a personas trans sin implicar partidas presupuestarias, y como fue una ley llevada por la oposición, la Consejería de Sanidad no ha hecho nada por aplicar la ley después de su aprobación”, nos comenta Elisabeth.

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Elisabeth ve necesaria una reordenación del activismo por y para personas trans y que su labor vaya más allá del acompañamiento: “No se va a avanzar en derechos ni a nivel laboral ni con los trámites y la documentación hasta que estemos todes agrupades en organizaciones fundamentadas”, nos dice Elizabeth.

“Yo ahora me puedo permitir vivir mi día a día sin necesidad de decir que soy trans, y eso es en parte gracias al trabajo previo que se ha hecho”; nos dice. Por este motivo cree firmemente que hay que seguir trabajando para allanar el camino de las siguientes generaciones y avanzar entre otras cosas en la concienciación sociocultural que impulse cambios efectivos en los derechos sociales.

“Yo ahora me puedo permitir vivir mi día a día sin necesidad de decir que soy trans, y eso es en parte gracias al trabajo previo que se ha hecho”

Sin embargo la lucha también es para hacerse un hueco en el mismo colectivo LGTBQ, en el que estadísticamente la comunidad gay tiene mayor representación. En 2015 mediante una campaña internacional en Charge.org, 3217 personas firmaron un manifiesto para excluir al colectivo trans del movimiento LGTBIQ. La razón que se expone en dicho manifiesto era que la identidad de género nada tiene que ver con la orientación sexual.

La petición está cerrada actualmente, pero a pesar de ello, algunes integrantes del movimiento trans no se sienten suficientemente respaldades por el resto de miembros del colectivo.

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Para Álex, un chico trans de 20 años, el problema también se encuentra dentro del colectivo LGTBQ. La capitalización de la lucha de los derechos del colectivo, junto con el revuelo que causó el manifiesto de Change.org, llevó hace dos años a varias personas trans a quererse independizar del movimiento. De hecho desde varias organizaciones como Apoyo Positivo, en la que promocionan la diversidad como motor del cambio social, se denuncia la discriminación que sufren las personas trans dentro del colectivo LGTBQ.

“Hay algo de razón en el hecho de que crear agrupaciones única y exclusivamente para personas trans, lejos de incluir, pueden resultar excluyentes. Sin embargo debemos luchar por nuestros derechos, para que se nos dé el reconocimiento que merecemos dentro del colectivo LGTBQ, de donde algunos nos quieren echar pese a que fueron las mujeres trans quien iniciaron el movimiento y lideraron las manifestaciones del Orgullo en Stonewall”, nos dice Álex.

La lucha de Álex como activista trans se centra en visibilizar la diversidad de los cuerpos trans: “la mayoría de chicos trans van al gimnasio para conseguir músculos bien definidos, siendo el motivo principal verse más hombres y ‘menos débiles’. Hay tíos con un cispassing [que no parecen trans] bastante fuerte. Lo que no está normalizado es por ejemplo un chico trans que no se hormona porque no lo necesita, pero a mí me gusta subir fotos sin camiseta aún teniendo pecho y reivindicar que soy un hombre. Más que nada porque sé lo mucho que a mi me hizo falta en el pasado ver a personas así en las redes sociales”, nos explica Álex.

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“Al principio, cuando te decides a transitar, es complicado no compararse físicamente y continuamente con otros cuerpos normativos que se ven por las redes. Incluso hay personas trans que seguían la cisnorma porque no se planteaban otras alternativas”, dice Álex. Para él ésta comparación constante representa una tortura que nos acaba haciendo infelices. La clave para Alex está en aprender a quererse tal y como es y adaptar el ritmo de los cambios en su cuerpos porque eso varía dependiendo de la persona.

“Al principio, cuando te decides a transitar, es complicado no compararse físicamente y continuamente con otros cuerpos normativos que se ven por las redes"

“Lucho para que no se nos mire mal al ir sin camiseta por la playa o la piscina teniendo pechos o cicatrices de mastectomía. Lucho para que las tasas de suicidio en personas trans bajen hasta desaparecer y también lucho para que no excluyan a nuestras compañeras trans del movimiento feminista”, asegura.

Andrea es un chico trans de 20 años que ha sido invitado por varias universidades y entidades a impartir charlas como activista trans que es. Para él la clave para acabar con la discriminación de una sociedad cisnormativa es la información.

“Yo podría perfectamente no visibilizarme y vivir como una persona cis, pero elijo no hacerlo porque creo que mostrar que existimos y exponer los problemas ayudará a que se rompan los moldes existentes que estigmatizan a las personas”, explica Andrea.

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Andrea batalla por una sociedad diversa: “Nos es cómodo meter a las personas en cajas y creo que el sentido de la lucha trans es que todas estas cajas se disuelvan y empezar a experimentar la vida fuera de lo que se nos ha impuesto por clase, por género o por sexualidad. Cada vez se están abriendo más las mentes, se está empezando a moldear una sociedad nueva en la que los estereotipos se están tumbando”, explica.

Para Andrea la lucha es interseccional: “El activismo trans lo vivo entrelazado con otros activismos como combatir el cambio climático o por los derechos de los animales. Tu no puedes estar luchando por tus derechos y que se te estén olvidando los del resto”, explica.

"Cada vez se están abriendo más las mentes, se está empezando a moldear una sociedad nueva en la que los estereotipos se están tumbando”

Para él es importante que si se lucha por la diversidad y para que los derechos sean equivalentes para todo el mundo no tiene sentido alimentar a un sistema que precisamente provoca lo contrario. “No se trata de mostrar una diferencia, es manifestar que existimos, exponer los problemas, visibilizando la causa hasta que se rompan los moldes y no haga falta decir lo que eres y lo que no”, explica.

La necesidad de generar etiquetas y encontrar un solo hueco dentro de las distintas clasificaciones sociales ha provocado la invisibilización de fuerzas que están latentes pero que acaban por no brotar con fuerza. Se trata de una lucha histórica pero todavía presente, con una complejidad que realmente es difícil de abordar. Pero no por eso las nuevas generaciones de activistas trans adolescentes en España tiran la toalla. Lo que proponen es una sociedad más justa no solo para elles, también más respetuosa con las diversas sensibilidades y con el entorno.

Sigue a Alba en @albacarreres.

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