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Risto Mejide ha creado un partido político y es lo peor que podía pasar hoy

"Quien no puede cambiar el mundo se ríe de él".
Captura de pantalla 2019-09-19 a las 12
Captura de pantalla vía Cuatro

Risto Mejide y sus colaboradores en el programa de Cuatro "Todo es mentira" han creado un partido político. El publicista reconvertido en estrella televisiva que acusaba a los partidos de "haber convertido la política en el nuevo Gran Hermano" para luego sentar en la misma mesa a debatir sobre política a Rufián, Maroto o Noelia Vera junto a Belén Esteban ha anunciado en su programa la fundación de PNLH (Peor No Lo Haremos), que concurrirá a las elecciones del próximo 10 de noviembre.

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Si va en serio, si la intención de Mejide y sus colaboradores no es irónica, la cosa es grave. Dicen actuar en nombre de la indignación, el hastío, la rabia y la impotencia porque "hoy más que nunca nuestros políticos han hecho lo que mejor saben hacer: decepcionarnos". Pero afirmar eso, sentirse la punta de lanza, el canalizador de la ira del pueblo que le grita a la tele a la hora de comer es ignorar que la política no solo se hace en el Congreso, ni mucho menos en los platós.

La política, estimado Risto, también se hace en la calle, en los márgenes de las instituciones y las empresas. La rabia, el hastío y la impotencia llevan años canalizándose y organizándose lejos de los despachos. En las protestas, en los barrios, en los centros sociales por los que quizá nunca te hayas asomado, que no están a sueldo de ningún magnate.

Si, por el contrario, la intención de Risto y sus colegas es irónica, si su fin último es reírse de unos políticos que llevan meses riéndose de nosotros -la hipótesis de que sea una (otra) estrategia de marketing para aumentar audiencias y llevárselo caliente la pasaremos por alto por asumida, por obvia- la pregunta es: ¿hasta qué punto es efectivo, respetado Risto? ¿Se puede acusar a la clase política de haber convertido la gobernanza en un circo montando una carpa propia, con sus narices rojas y sus zapatos grandes? ¿Se puede denunciar la conversión del tablero político en un episodio de Paquita Salas convirtiéndose uno mismo en un extra?

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Por mucho que vivamos más en Twitter que en los cinturones obreros de las ciudades tampoco hay que ser una lumbrera para intuir que el sarcasmo pocas veces ha cambiado el curso de la historia. Que la sorna no es un arma cargada de futuro y que el filtro irónico con el que tendemos a mirar al mundo cada vez más es, en ocasiones, más desmovilizador que transformador.

"Quien no puede cambiar el mundo se ríe de él", decía el cartel que el filósofo Ernesto Castro anunciaba que iba a llevar a la manifestación por los memes de derechas de Sofía Rincón. En Alcohol And Poetry, Lewis Hyde avisaba de que "la ironía solo se puede usar en caso de emergencia. Sostenida a lo largo del tiempo, es la voz de los prisioneros que han llegado a disrfutar de su jaula". Pues eso.

Sigue a la autora en @anairissimon.

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