terapia, relaciones, salud mental, psicología, psiquiatría, medicina, mente
Ilustración de Benjamin Tejero.  
Salud

¿Por qué es tan difícil terminar la relación con tu terapeuta?

Existen varias técnicas, pero ninguna es milagrosa. Solo necesitas un poco de valor.
BT
ilustración de Benjamin Tejero
DS
traducido por Daniela Silva

Terminar la relación con un terapeuta es casi como romper con tu pareja. A mí me tomó tres meses y varios intentos fallidos, pero finalmente logré dejar a la mía. Fui dos veces al mes durante más de un año. Estaría mintiendo si dijera que no me ayudó. Al contrario, no me arrepiento en absoluto. Pero pasó el tiempo y me di cuenta de que ya no necesitaba ir con ella. Qué bueno, dirás. Y sí, pero la situación se puso tensa y empecé a planear estrategias para confesar mi deseo de libertad.

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Me sentía culpable por querer dejarla, no sabía cómo iba a reaccionar y cada vez me encariñaba más. Empecé a bajar la frecuencia de las sesiones, le cancelaba las citas por mensaje, en algunas sesiones hablaba mucho y en otras casi nada. Llegué al punto de anotar todo lo que iba a decir en la sesión, y ya estando frente a ella acababa hablando de todo menos de lo importante.

No soy la única que ha pasado por esto. Rachel*, cuyo nombre fue cambiado por razones de privacidad, me dijo que había ido a varios psicólogos y psiquiatras desde que tenía seis años. Sufre de trastornos compulsivos. Durante el último año, ha estado yendo con un psicólogo de hipnosis que la ha ayudado emocionalmente, pero no psiquiátricamente. "Se me hace muy difícil decirle que necesito algo más. Lo he intentado durante meses pero no puedo, me da miedo y me preocupa".

Muchas veces nos ahogamos en un vaso de agua por nada. Yo saqué el valor gracias a algo que me dijo mi mamá: “Sé honesta sobre tus intenciones. Acudiste a ella por una razón. Si ya no quieres ir, no le mientas. Si empiezas a mentirle a tu psicóloga, nunca saldrás de esto". Como todas las madres, la mía siempre tiene razón. Entonces decidí llamar a mi terapeuta por teléfono. Traté de tener una actitud optimista: “Eso es bueno, ¿no? Significa que he sanado y ya no te necesito". Obviamente, mi psicóloga no se molestó para nada y la llamada duró dos minutos y 30 segundos.

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Pero ese no siempre es el caso. ¿Por qué puede ser difícil terminar la relación con un terapeuta? ¿Por qué pensar en ello nos hace sentir culpables? Según Ghislain Rubio de Teran, terapeuta especialista en relaciones y ansiedad, los problemas emocionales en una relación médico-paciente son similares a los que experimentamos en las relaciones románticas o familiares. “La terapia tiene tres etapas”, explica. “En la primera [el terapeuta y el paciente] se conocen y forman una alianza. En la segunda trabajan en la relación. Y luego viene la etapa de separación. Esta última plantea preguntas sobre la autonomía y el apego”, dice. “Es normal que te resulte difícil. De hecho, terminar la relación con un terapeuta es parte de la terapia".

A algunas personas, incluyéndome, les cuesta más trabajo lidiar con las rupturas que a otras. Adrien* decidió acudir a un psicólogo en 2016. Un año después de haber terminado con su pareja, comenzó a ir dos veces a la semana. Luego, tras un verano en el que se sintió bien, decidió reducir el número de sesiones. “No quería volverme tan dependiente de él y se lo dije, pero me dijo que todavía no era el momento para dejar la terapia".

Así que desde hace varios meses, Adrien ha estado atrapado en la relación sin saber si debería escuchar a su terapeuta o a su instinto. "Es difícil saber si lo hace por mi propio bien o si simplemente no quiere perder dinero", dice. “Quiero parar y, al mismo tiempo, siempre salgo sintiéndome bien de las sesiones”.

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Se puede argumentar que el sentimiento de bienestar que hace que personas como Adrien sigan yendo a terapia, incluso cuando tal vez prefieran no hacerlo, se debe al hecho de que ir a terapia es una forma de que una persona se sienta escuchada. Como dice De Teran, “Te sientes aceptado tal y como eres porque se te permite ser vulnerable. Eso es muy valioso, pero puede crear dependencia". Aquí es donde radica la responsabilidad del terapeuta, dice. “Tienen que orientar al paciente hacia la autonomía”.

La situación de Adrien plantea algunas preguntas interesantes: ¿cómo te separas de un terapeuta que te impide hacerlo? ¿Tiene un terapeuta derecho a contradecir los deseos del paciente? Para De Teran, el código ético es muy claro: "El terapeuta debe fomentar la autonomía del paciente y respetar su deseo de abandonar la terapia".

Entonces, ¿cómo puedes liberarte de un terapeuta sin que las cosas se pongan feas? No hay una solución fácil, solo necesitas un poco de valor y honestidad. Es más fácil decirlo que hacerlo, evidentemente. De Terán recomienda que “como paciente, tienes derecho a irte. Aunque el terapeuta no quiera, tú objetivo no es complacerlo. Tienes que atreverte a decírselo. También puedes tomarte un tiempo en lugar de dejarlo por completo. Es una forma de poner a prueba tu autonomía”.

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