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A los 'zillennials' los atormentan sus más viejas publicaciones de internet

Quienes nacieron entre 1993 y 1998 tienen un pasado en YouTube y Facebook plagado de publicaciones cuestionables de cuando eran tan solo unos niños.
Joven de la micro generación zillennial mirando su computadora portátil
Foto: Guerilla / Alamy Stock Foto

Artículo publicado originalmente por VICE Reino Unido.

Durante todo el tiempo que las redes sociales llevan recopilado nuestros datos, se ha alentado a los usuarios a tener cuidado con lo que publican en línea. Según informó el periódico británico The Independent, un estudio de 2018 mostró que seis de cada 10 británicos se arrepienten de algunas de sus publicaciones en línea, mientras que el 47 por ciento desearía poder eliminar varios aspectos de su pasado digital.

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Aunque los millennials, en teoría, eran lo suficientemente mayores como para haber usado las redes sociales de manera responsable desde un inicio y se cree que la generación Z se toma más en serio la privacidad en internet que las generaciones anteriores, los que están atrapados justo en medio, los denominados generación "zillennial" por algunos, ahora enfrentan las repercusiones de haber crecido publicando toda su vida en internet.

Los zillennials, aquellos nacidos entre 1993 y 1998, tenían entre 8 y 13 años cuando Facebook empezó a ganar terreno por primera vez. Con la edad suficiente para estar en el sector poblacional que nunca ha sido dueño de una propiedad, pero lo suficientemente jóvenes para usar respetuosamente TikTok y saber vagamente lo que es una e-girl, los zillennials han tenido acceso a los principales canales de redes sociales de hoy (no hablo de los ahora desaparecidos MySpace o Bebo) desde edades de alrededor de los 10 años en adelante. A pesar de que Facebook solo admite a mayores de 13 años, todo lo que necesitaban era una dirección de correo electrónico válida y la capacidad de mentir sobre su edad para configurar su propia cuenta.

Tommy*, de 23 años, sufre ansiedad constante cuando mira el contenido que en el pasado subió a su Facebook, convencido de que, en un futuro cercano, eso jugará en su contra. Este zillennial se graduó en Ciencias políticas y tiene una incipiente carrera como reportero político y quizás, más adelante, se convierta en diputado.

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Se unió a Facebook a los 13 años y pasó media década publicando fotos y videos que lo mostraban probando y disfrutando una variedad de drogas que iban desde las legales hasta las más penalizadas, como cocaína, hongos, píldoras y marihuana. Las fotos que Tommy publicó y en las que está etiquetado en Facebook lo muestran orgulloso de sus pezones, merodeando de noche su ciudad natal y participando en infantiles actividades ligeramente vandálicas.

“Algo de eso se puede atribuir a que 'bueno, los niños siempre serán niños', pero las actividades vandálicas y las bromas ofensivas definitivamente no se ven bien, sin importar la edad que tengas”, dice.

Ha considerado reducir las pérdidas y simplemente eliminar su cuenta de Facebook, pero, como me dice, “si la mayoría de estas cosas son contenido que otras personas han subido o cosas que he enviado por Messenger, no creo que eliminar mi Facebook o las etiquetas realmente sirva para deshacerme de todo. Es posible que para un empleador inmediato sea más difícil encontrar algo en lo que estoy etiquetado, pero si alguien quisiera encontrar algo comprometedor sobre mí, no creo que sea difícil que lo haga".

Al conversar sobre cierto infame parlamentario británico conservador que admitió haber consumido cocaína en su juventud, Tommy reconoce que, en su caso, la incapacidad de controlar la narrativa es lo que lo pone en desventaja con respecto a los políticos de hoy: “Está muy bien decir, 'Una vez probé la cocaína en una fiesta y la odié, y jamás la volví a tocar', pero si hay cientos de imágenes en Facebook de ti haciendo estupideces mientras estás completamente drogado con cocaína, no es tan fácil decir, 'Ah, sí, bueno, realmente no lo disfruté y nunca volví a consumirla".

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Alex*, de 24 años, se unió a Facebook y YouTube a la edad de 10 años. Cuando tenían tan solo 12 años, Alex y sus amigos produjeron un corto casero en su parque local que los mostraba recreando un ofensivo anuncio publicitario. Desde entonces, Alex ha sufrido una ansiedad latente porque el video tiene el potencial de ofender a las personas y afectar su reputación futura.

Al haber perdido el acceso a la dirección de correo electrónico con el que configuró esas cuentas, no puede restablecer su contraseña y eliminar el video. Es más, la adquisición de YouTube por parte de Google en 2006 significa un gran obstáculo para tal propósito, ya que los usuarios de Google deben reclamar el "legado" de sus cuentas, lo cual solo se puede hacer ingresando el nombre de usuario y la contraseña originales.

Para aquellos que están leyendo esto y han empezado a catalogar mentalmente todas las estupideces que han publicado en línea, lamentablemente, no hay mucho que se pueda hacer. Jo O’Reilly, experta en privacidad digital de ProPrivacy, me dijo que "una vez que subes la información, es muy difícil retirarla". Dice que es importante que los jóvenes estén bien educados acerca de los riesgos que conlleva compartir cualquier cosa en línea, antes de que sea demasiado tarde.

Para aquellos de nosotros que no podemos volver a 2007 y hablar con nuestros jóvenes yos del pasado, Jo sugiere bloquear todas las cuentas usando las funciones de privacidad y revisar regularmente la página diaria de 'Recuerdos' de Facebook en el navegador ,o la aplicación, para así eliminar el contenido vergonzoso, según nos convenga. También sugiere que busquemos nuestros nombres de usuario de Twitter junto con palabras controvertidas para desenterrar todos esos tweets mal planteados ​​y eliminarlos rápidamente.

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Con la esperanza de forjarse una carrera en la música, mi amigo zillennial Liam* justo hizo esto, para lo cual, una noche, dedicó alrededor de cuatro horas a purgar su presencia en línea de contenido cuestionable. "Comencé desplazándome por todos mis Tweets y borrando como el 80 por ciento de ellos, luego busqué mi nombre de usuario junto con una selección de palabras que solía usar, pero que hoy no me sentiría cómodo de usar". También cambió su nombre de Facebook a un chistoso nombre falso, para asegurarse de que los empleadores en su sector laboral actual no puedan encontrarlo fácilmente.

Para aquellos que no tienen tiempo suficiente para embarcarse en la trascendental labor de buscar todo su historial de Internet, la aplicación beta Hey Clear promete llevar a cabo esta purga por ti, aunque Tommy expresa sus dudas sobre las capacidades técnicas de tales servicios: "Tal vez, al desplazarte por mi perfil de Facebook, tú no puedas encontrar ese tipo de contenido comprometedor, pero ¿quién me asegura que un investigador privado no pueda hacerlo?".

A pesar de que desearía eliminar su video de YouTube, Alex considera que eliminar todo rastro de su presencia en las redes sociales es problemático. “Eso es como pretender ver tu vida a través de una lente color rosa. Eso es ignorancia, en serio, ¿o no? Es como esconderse de lo que sucede en el mundo, para no tener que enfrentar lo que tú puedes hacer para mejorarlo".

Para Tommy, Alex y Liam, el contenido que eligieron publicar a lo largo de los años no valía todos los problemas que ha causado o puede causar. Si bien, ahora los adolescentes hacen uso de la función de Instagram y Snapchat de compartir sus historias solo con amigos cercanos, los políticos, artistas y músicos zillennials del mañana probablemente se enfrentarán a un inevitable cuestionamiento debido a sus lamentables estados y fotos de Facebook de finales de los noventa. Es simplemente una cosa más por la cuál esperar en nuestro ya de por sí incierto futuro .

  • Los nombres han sido modificados por motivos de privacidad.

@maisy_farren