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Cultură

Por qué a las seguidoras de Trump no les importan las acusaciones de abusos sexuales

Desde hace más de una semana, la campaña de Trump se ha visto ensombrecida no solo por la grabación en la que se oía al candidato hablar en términos despectivos de las mujeres, sino también por una serie de acusaciones de acoso sexual.

Furgón de la campaña de Trump en un mitin en Portsmouth el pasado 15 de octubre. Todas las fotos por la autora

Desde hace más de una semana, la campaña de Trump se ha visto ensombrecida no solo por la grabación en la que se oía al candidato hablar en términos despectivos de las mujeres, sino también por una serie de acusaciones de acoso y violencia sexual. La cúpula republicana se ha visto en la violenta tesitura de tener que respaldar a un candidato errático marcado por el escándalo o bien darle la espalda y ser el blanco de la ira del resto de simpatizantes.

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Para los acérrimos de Trump, sin embargo, el verdadero escándalo está en los intentos de los medios por dar bombo a historias de dudosa credibilidad y de hace décadas con tal de derribar al único hombre capaz de liberar al país de la condenación.

Muchos de los fieles de Trump se reunieron el pasado sábado en el aparcamiento de un concesionario en Portsmouth, New Hampshire, para asistir a un mitin. Allí pudieron verse los signos habituales: camisetas con consignas vulgares ("Trump that Bitch") y una multitud compuesta principalmente por personas blancas de mediana edad o jubilados. Aunque en su mayoría eran hombres, también había muchas mujeres, ninguna de las cuales mostraba el menor resquicio de duda sobre la inocencia de su ídolo político.

"Los medios están obsesionados con el sexo, pero la gente no", dijo Ellie Martin, una de las voluntarias de la campaña de Trump.

Martin admitió estar indignada con los medios por prestar más atención a las acusaciones vertidas por varias mujeres que a los emails de la campaña de Hillary Clinton filtrados por WikiLeaks. Le asusta pensar en un mundo en el que Trump perdiera las elecciones y le preocupa que, si siguen llegando refugiados, el país acabará ahogado en las deudas. Como conservadora que vive en el estado hiperliberal de Vermont, Martin confiesa estar entusiasmada de que Trump haya logrado reunir a sus votantes y manifiesta su descontento con los republicanos que se bajaron del tren de Trump a la luz de los escándalos recientes.

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"Es el Partido Republicano de siempre, el de toda la vida", afirmó. "Siempre que se les presenta la oportunidad, se pegan un tiro en el pie".

Prácticamente todas las mujeres con las que hablé en el mitin dijeron que todas las acusaciones que circulaban sobre Trump eran exageradas o inventadas, y alegaban que las mujeres que están hablando ahora debieron haberlo hecho mucho antes.

Sandy Gallan

"Si yo hubiera estado en un avión hace veinte años y alguien hubiera intentado hacerme eso, lo habría denunciado públicamente de inmediato", me contó Sandy Gallan, profesora de Vermont que lucía una camiseta pintada a mano con el mensaje "Deplorables for Trump", en referencia a las alegaciones hechas por Jessica Leeds. "¿Por qué esperar veinte o treinta años?".

Gallan añadió que lo importante era centrarse en asuntos como el déficit y el programa Obamacare. Está convencida de que Trump devolverá a EE. UU. la cohesión y el espíritu de comunidad que lo caracterizan.

"Cuando el presidente Obama salió elegido, dijo que uno de sus objetivos sería eliminar las diferencias raciales en este país, y yo creo que desde entonces estamos aun peor", añadió.

Una enfermera, ataviada con un pañuelo con el estampado de la bandera estadounidense y un sombrero con una pegatina de Trump ("Es un look genuinamente americano, algo que no vas a ver entre los seguidores de Hillary") afirmó que existen problemas más graves entre las mujeres que las acusaciones contra Trump, como la posibilidad de que aumente el flujo de inmigrantes sirios.

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"Si gana Hillary Clinton, acabaremos llevando todas burka", se lamentó la mujer, que no quiso decirme su nombre.

Dijo estar convencida de que Clinton padece Parkinson, iba medicada hasta las cejas durante los debates y probablemente sufre incontinencia. Que incluso ha visto la marca del catéter bajo los pantalones de la candidata. Si Clinton gana, la verdadera presidenta será su mano derecha, Huma Abedin, "la musulmana de la Casa Blanca".

Si gana Hillary Clinton, acabaremos llevando todas burka

Entre los simpatizantes de Trump con los que hablé, la dudosa conducta del republicano no era relevante. No resultaba difícil comprender por qué, viendo a Trump dirigirse a la multitud exaltada en ese espléndido día de otoño. ¿A quién le importan unos cuantos hechos aislados cuando el país entero está a punto de derrumbarse?

"El país —dijo Trump a su público— está decayendo rápidamente. Clinton debería estar en prisión por estar a favor de una apertura de fronteras que amenaza la soberanía misma de la nación. Si gana Clinton, puede que estas sean las últimas elecciones verdaderamente democráticas de EE. UU". Si él gana, en cambio, desaparecerán los inmigrantes ilegales y el crimen, y nadie más volverá a considerar a los estadounidenses un puñado de idiotas.

Bobbie Files (izquierda)

Algunos de los asistentes al mitin consideraban que el hecho de poner el foco sobre las acusaciones de abusos sexuales no hacía más que reflejar una pérdida de valores. La agente inmobiliaria de Massachusetts Bobbie Files coincidía en que no había fundamento alguno en las alegaciones, y añadió que, de hecho, al enfatizar ese aspecto se corría el riesgo de presentar una imagen débil e indefensa de las mujeres. Acostumbrada a trabajar en un entorno predominantemente masculino, Files me dijo que a diario oye muchos comentarios desagradables sobre las mujeres.

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"Yo siempre reto a los hombres a que hagan todo eso de lo que hablan", me contó. "Y si una mujer se deja manosear, es porque le está dando permiso".

Files me dijo que le molestaba que algunos simpatizantes de Clinton se quejaran porque Trump se situara detrás de ella durante el segundo debate y que calificaran la situación poco menos que de acoso. "Que baje el coño del pedestal", agregó. "¿O es que alguien diría que hay acoso o amenazas si Hillary fuera un hombre?".

La única persona del mitin que dijo tomarse en serio las acusaciones contra Trump fue Barbara St. Gelais. Ella y su marido, a diferencia del resto de asistentes, no están dispuestos a apoyar al candidato republicano a toda costa, y afirmó estar en el mitin acompañando a su hermana y su cuñado, Patricia y Wayne Tucker.

Para los Tucker, era obvio que las mujeres que han decidido denunciar ahora lo han hecho movidas por intereses. ¿Cómo se explica, si no, que no hayan hablado antes? St. Gelaid discrepaba sobre este punto, y afirmó que afortunadamente las cosas han mejorado a lo largo de las décadas en lo que respecta a lo que tienen que aguantar las mujeres.

"A mí me parece maravilloso que la gente se atreva a hablar", dijo. "En aquella época no podían mostrar su indignación porque nadie las apoyaría".

Pese a la evidente diferencia de opiniones entre ambas parejas, los cuatro reían y bromeaban. ¿Quizá haya todavía un hilo de esperanza para el país?

St. Gelais, por su parte, asegura que procura mantener amplitud de miras respecto a qué candidato votar. "De momento estoy esperando para ver cómo se desarrolla el asunto", dijo.

Sigue a Livia Gershon en Twitter.

Traducción por Mario Abad.