Fui a que me reiniciaran el cerebro por 500 euros

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Fui a que me reiniciaran el cerebro por 500 euros

El tratamiento con NAD+ parece ser beneficioso para frenar el envejecimiento, recuperarse de adicciones y devolverle la energía al cerebro humano.

Ilustración por Alex Jenkins

Este artículo se publicó originalmente en VICE Reino Unido.

Creo positivo mostrarse escéptico respecto a los remedios milagrosos, porque por lo general no tienen nada de milagrosos. Por eso albergaba mis dudas cuando un amigo economista me dijo que había descubierto un tratamiento milagroso que le proporcionaba una enorme ventaja sobre sus compañeros de trabajo. "¡En serio, todos los días me levanto a tope de energía y me siento como nuevo!", me aseguró. "Ya no me hace falta beberme ocho cafés al día; esto es mucho mejor, y solo basta con una dosis cada pocas semanas".

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Supuse que habría descubierto el modafinilo o una de esas drogas inteligentes que los psiconautas llevan años utilizando. Pero no. Mi amigo me facilitó el enlace al sitio web de una farmacia de South Kensington que ofrecía "inyecciones para reiniciar el cerebro", un término que sonaba demasiado a Minority Report como para ser creíble. Pese a ello, decidí conceder a mi amigo el beneficio de la duda e indagué un poco sobre el tema.

El principal ingrediente de ese cóctel intravenoso de nombre futurista es la nicotinamida adenina dinucleótido, o NAD+. Descubierta en 1906, esta coenzima está presente en todas las células vivas y "tiene la función de convertir la energía de los alimentos en energía para las células", según el Dr. Mark Collins, psiquiatra consultor del Priory Hospital, en Roehampton.

Según internet, la NAD+ es un compuesto muy popular en la batalla contra el envejecimiento, a raíz de un estudio de la Facultad de Medicina de Harvard que reveló que tenía la capacidad de revertir "ciertos aspectos de la muerte por causas del envejecimiento en roedores". Por lo visto, también es beneficiosa para desintoxicar de alcohol y drogas, aumentar la energía y la capacidad de concentración, reducir la fatiga crónica, estimular el metabolismo y mejorar la salud cardiovascular.

Todo aquello seguía sonándome a patrañas, pero la única manera de salir de dudas era probando. Precisamente esa semana había dejado de beber alcohol, por lo que el tratamiento me iba como anillo al dedo, ya que aparentemente me ayudaría a mitigar el mono. Sin más dilación, pedí una cita para el día siguiente.

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El centro Zen Healthcare, situado muy cerca de Harrods, está especializada en cosas como "terapias personalizadas para la pérdida de peso", vacunas para viajar a destinos recónditos, inyecciones de bótox, tratamientos faciales con sangre y, cómo no, inyecciones para reiniciar el cerebro, tratamiento este último cuyo precio era de 550 euros (aunque a mí al final me salió gratis).

Llegué un poco pronto, pero un tal Dr. Yassine ya me estaba esperando para darme la bienvenida y explicarme algunos de los efectos secundarios que podría experimentar durante el tratamiento.

"Sentirás una presión en el pecho y quizá dolor de cabeza", dijo, "pero se te pasarán".

Firmé varios descargos de responsabilidad y a continuación Yassine me condujo a una sala en la que me tomó la presión. Para vuestra tranquilidad, diré que el resultado estaba dentro de los parámetros normales.

"¿Cómo llevas el tema de las agujas?", me preguntó.

"Bien, bien".

El doctor insertó la aguja y, segundos después, el "cóctel para reiniciar el cerebro" ya corría por mis venas. Tal como me había indicado, empecé a notar cierta presión en el pecho. A los treinta minutos me estaba arrepintiendo de lo que había hecho: me dolía la cabeza y sentía una sensación cada vez más desagradable; de repente tomé plena consciencia de que a esas alturas tendría el torrente sanguíneo invadido por una sustancia extraña. Me vi tentado de pulsar el botón que me había señalado Yassine en caso de que quisiera finalizar el tratamiento, pero decidí mantenerme firme.

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Cincuenta minutos después, empecé a experimentar una plácida sensación de positividad por todo el cuerpo. Yassine entró y me anunció que quedaban solo diez minutos, que se me pasaron volando. Transcurrido ese tiempo, me extrajo la vía y me preguntó cómo me encontraba.

"Un poco como en un sueño", contesté.

"Mucha gente dice lo mismo. Ten cuidado de vuelta a casa".

Me despedí de Yassine, deshaciéndome en agradecimientos innecesarios. Era hora de volver a casa.

En cuanto salí, noté una oleada de energía, pero sin los temblores o la sensación de nerviosismo que a veces lleva asociada. También advertí una mejora considerable de mi estado de ánimo: me sentía positivo, venido arriba, pletórico. Recuerdo haber pensado, Esto es increíble y haberlo dicho acto seguido en voz alta, casi sin darme cuenta. Subí al metro, tan abarrotado como siempre, pero por una vez el olor a sudor que reinaba en el vagón no afectó a mi buen rollo.

Al día siguiente me levanté a las siete de la mañana sin sentirme hecho una basura, como es habitual en mí. Aunque la sensación de estar medio soñando había desaparecido, notaba un evidente aumento en mis niveles de energía y concentración. Los efectos se prolongaron durante todo ese día y los siguientes ocho. Pero, ¿qué ocurría con los efectos del fármaco sobre mi amor incondicional a la cerveza?

"Desde hace décadas se sabe que una dosis alta de vitamina B3 tiene efectos beneficiosos para los alcohólicos, ya que contribuye a la desintoxicación y, sobre todo, a reducir los síntomas de la abstinencia una vez limpios", me explicó el Dr. Mark Collins en un email.

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Y pude constatar que era cierto: mientras duraron los efectos del cóctel, no sentí la habitual necesidad de saborear una pinta recién tirada ni una vez.

Pero a decir verdad, mi relación con el alcohol no es de dependencia, sino de simple apetencia, así que contacté con el Dr. Yassine para que me explicara exactamente cómo ayudaba su inyección de reinicio cerebral a las personas con síndrome de abstinencia al alcohol o las drogas.

"La NAD+ desempeña un papel importante en la reducción de los efectos del síndrome de abstinencia al restaurar el equilibrio de los neurotransmisores, que suele verse alterado cuando se deja de consumir la sustancia que produce adicción", agregó. "Por tanto, mientras dura el ciclo de inyecciones y después de terminarlo, el paciente no experimenta los síntomas de la abstinencia".

Obviamente, podría parecer lógico que una persona que ofrece un tratamiento a base de NAD+ en su clínica hable bien de dicha sustancia, pero el Dr. Collins —que está especializado en adicciones y no tiene ningún interés específico en alabar las bondades del tratamiento— también coincide con Yassine, aunque se muestra más cauto. "He podido comprobar sus efectos en muchos pacientes y debo decir que estoy muy impresionado con los resultados a corto plazo", señaló en su email, y añadió que "lo que hace falta, claramente, es que se investigue más y que se lleven a cabo estudios sobre los efectos a largo plazo".

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El Dr. Yassine me puso en contacto con algunos de sus pacientes, con la condición de que respetara su anonimato, para conocer su experiencia con el tratamiento.

"Llevo varios meses tomando codeína", dijo Jeff*. "Empezó con un dolor de espalda, pero nunca imaginé que acabaría enganchándome. Cuando intenté dejarlo, fue un verdadero infierno. Pero desde que estoy con el tratamiento de inyecciones de +NAD, dejar la codeína ha sido mucho más sencillo; ya no siento los síntomas debilitantes que sentía antes".

Ian*, que había desarrollado una adicción al crack y la heroína, me explicó una experiencia similar.

"Te mentiría si te dijera que no se me pasa más de una vez por la cabeza volver a pincharme, pero es verdad que ya no siento esa necesidad apremiante que tan bien conocemos los adictos", confesó. "También estoy viendo a un psicólogo para hablar del tema e intentar averiguar por qué me veo abocado a esos comportamientos. Ahora por lo menos tengo una sensación de autocontrol que hacía tiempo que no sentía. Todavía tengo que someterme a más tratamientos, y me temo que siempre va a ser así, pero bueno, gracias a Dios que decidí contarle mis problemas a unos desconocidos. Si no, las cosas habrían sido muy diferentes".

Como menciona Ian, la terapia con +NAD es útil, pero no es ninguna panacea. Pese a que puede reducir los síntomas de la abstinencia en algunos pacientes, puede no funcionar tan bien en otros, y tampoco es fiable como terapia única.

En mi caso, el tratamiento hizo exactamente lo que prometía. Se ha demostrado su eficacia en la mitigación de la abstinencia, pero respecto a sus supuestas propiedades antiedad o su capacidad de potenciar el metabolismo y mejorar la salud cardiovascular, todavía es pronto para llegar a conclusiones.

*Se han utilizado nombres ficticios para preservar el anonimato.

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Traducción por Mario Abad.